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Aquellos autores que dignificaron el dialecto murciano: literatura frente al desprecio

15/08/2020 - 

MURCIA. La lengua es una de los pilares fundamentales de la cultura y la idiosincrasia de los pueblos. Tal es así que la lucha por denunciar la diglosia que sufren las comunidades autónomas con lengua cooficial es incesable; sin embargo, los dialectos y, sobre todo, los del sur son burlados, despreciados e, incluso, considerados "mal castellano".

Parece un tanto extraño que otros dialectos de España pasen desapercibidos o se consideren superiores al murciano o al andaluz. El problema siempre es el desconocimiento, la falta de arraigo cultural o los complejos. Quizá, sea conveniente recordar a un murciano célebre que defendió la identidad regional murciana, al poeta y dramaturgo Vicente Medina.

El literato archenero publicó su primera obra en Cartagena a finales del siglo XIX, El Rento, donde quiso recuperar y dignificar el lenguaje huertano, tan denostado y ridiculizado ya por aquel entonces. Entonces, él decidió dignificarlo utilizando en esta obra el dialecto murciano, algo que fue muy bien acogido por la crítica nacional.

Sin embargo, su obra cumbre y la que desembocaría en fuertes discrepancias con Francisco Bautista Monserrat, otro personaje relevante en la cultura murciana de finales del XIX y principios del XX, fue Aires murcianosEn esta obra, Vicente Medina haría alarde del ico y de los zagales con mucho orgullo, aunque para Bautista Monserrat no definió bien las hablas de la huerta murciana, lo que realmente se denomina panocho (el panocho hace referencia a las hablas de la Huerta de Murcia y el dialecto murciano a la variedad lingüística hablada en la Región de Murcia).

Vicente Medina quiso con esta obra abandonar el panocho de bandos y soflamas, aquel repleto de exageraciones ligado a un tono cómico, grotesco y bufo. El archenero defendía el habla murciana que se hablaba en su época despojada de burlas, “sacando una nota general de color de toda la región murciana”.

Además, Medina se apoyaba en el devenir histórico de la lengua y, como bien le explicaba a Bautista Monserrat, uno de los distintivos en el dialecto murciano, el ico/a, se remonta a cuando las tropas de Jaume I estuvieron en Murcia, fue entonces cuando los mozárabes murcianos dieron a su lenguaje los matices del habla aragonesa de los conquistadores.

La huella de los aragoneses

Recordemos que el dialecto murciano, precisamente por sus raíces históricas, se extiende hasta el sur de Alicante (Vega Baja), Albacete (Campos de Hellín) y parte de las provincias de Almería, Jaén y Granada. Aunque, se presentan dudas, se sitúa el origen del murciano en una evolución de las hablas llevadas por los aragoneses al Reino de Murcia, castellano y catalán, que, además, habría sido influenciada por el árabe andalusí de la población mudéjar.

Retomando la tradición literaria del dialecto murciano, no solo destaca Vicente Medina. Muchos han sido los autores que han dignificado y ensalzado el dialecto murciano como distintivo y símbolo de la cultura de Murcia, nombres como, Joaquín López, Juan Antonio Soriano, Miguel Rubio Arróniz o Miguel Ortega ya sonaban a mediados del siglo XIX. Estos autores se enmarcan en el huertano puro, su lenguaje y costumbres, lo que podríamos denominar hablas de la Huerta o panocho.

Por otro lado, se hace casi una obligación reconocer a Pedro Díaz Cassou con su Historias y leyendas de Murcia. La Virgen del Carmen, La literatura panocha o El cancionero panocho, obras en lenguaje huertano, donde se comienza a emplear el término lengua panocha. También, Martínez Tornel con sus romances populares murcianos, como El busano de la sea, plasma no solo la lengua huertana, también las creencias y costumbres. Otro romancero, Frutos Baeza y sus Palicos y cañicas, Pólvora en salvas o De mi tierra, desde estas obras defendería el panocho y la pronunciación huertana: «No es el lenguaje panocho / jerigonza de burdel, / sino mezcla del sencillo / romance de pura ley, / y del habla vigorosa / de aquel pueblo aragonés / que conquistador de Murcia / con el rey Jaime fue; / matizado con mil nombres / que dejó el árabe en él, [...]».

El conocimiento de la historia y de la literatura, como el de estos escritores que tanto han aportado al plano lingüístico, literario y etnológico, ayudan a conseguir que se valoren y respeten las diferencias culturales, sin menospreciar o devaluar un lenguaje para ensalzar otros "más aceptados socialmente". Solo si los murcianos, en este caso, respetan y se enorgullecen de sus raíces lingüísticas, se puede derribar el muro de la discriminación dialectal.


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