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Murcia, con un ojo en el río Guadalentín 'el bravo' y otro en el Segura: una historia de inundaciones

12/10/2024 - 

MURCIA. Como todos los murcianos conocemos, y muchos por desgracia han sufrido, son muchas las calamidades provocadas por inundaciones en la huerta desde antiguo, provocándolas no solo el río Segura, sino también otro actor principal que es el río Guadalentín.

Desde que hay registros, la primera gran inundación acaecida -en la que participó el binomio formado por ambos ríos- sería en 1259, convirtiendo la huerta del Reino de Murcia en secano, debido al gran arrastre de sedimentos, situación que se prolongó mas de 80 años. En 1416, otra gran avenida de ambos ríos destruyó la presa de Lucra y parte de la muralla de la ciudad, asolando 600 casas. En el año 1648 colapsó la presa del pantano de Puentes en Lorca, a medio construir, arrasando parte de la ciudad del Sol. En 1651 otra famosa crecida conocida como la riada de San Calixto causó grandes destrozos, al que sumaríamos otro gran desastre con más de mil personas fallecidas en 1653, inundación de San Severo, peor que la anteriormente mencionada. 

Ya en el siglo XIX, en concreto en 1802, otra catástrofe provocada por las fuertes lluvias causaría el colapso de la presa de Puentes por segunda vez, muriendo más de 600 personas en Lorca. Tampoco se puede obviar la tan famosa y mortífera riada de Santa Teresa a mediados de octubre de 1879, donde perecieron más de mil almas y alrededor de 22.000 animales, quedando reducidas a escombros casi 6.000 viviendas. Esta situación, propició una gran ola de solidaridad sin precedentes en nuestra región, que traspasaría las fronteras de España. Y todavía está en nuestras retinas, la última gran crecida causada por la Dana del año 2019, donde la huerta padeció otra gran inundación a pesar de haber mejores defensas contra estas.

Pero nos centraremos en los episodios que han sucedido a lo largo de la historia de nuestra Murcia para solucionar los envites del río Guadalentín, considerado uno de los más peligrosos de Europa. Desde antaño, el concejo capitalino ha intentado solucionar en parte el problema desviando sus aguas para evitar la inundación de la ciudad, a pesar de tener la gran muralla que la rodeaba hacia la huerta mediodía. 

El río Guadalentín, a la altura de Sangonera, como podemos observar en un mapa de la huerta sur de 1721, se dividió en dos en el partidor denominado de Los Comunes. A partir de esta zona, el río Guadalentín perdería su nombre,  llamándose el brazo izquierdo río de  Los Comunes, que a su vez este se dividía en dos, el río Nubla y el Almanzora, siendo el brazo derecho el que se llamaría río Nuevo o Reguerón. Este sistema de reparto del agua procedente de las avenidas por toda la huerta de la margen derecha del Segura, no acabaría con el problema, ni incluso con la apertura del aliviadero de La Azacaya, ya en aquella época.

A mitad del siglo XVIII, el ingeniero Sebastián Feringán, realizaría otro proyecto para realizar un canal por la huerta mediodía, hasta la zona de Beniel. En otro mapa, realizado por Pablo Villar en 1809, se puede apreciar que el Reguerón no desembocaba todavía en el río Segura, sino en azarbes entre Los Garres y Beniaján, intentando repartir el agua de las riadas, llevándola desde el siglo XVIII incluso hasta Orihuela y no solucionando el problema, puesto que muchas zonas de la huerta de las pedanías de la costera sur seguían padeciéndolas.

Antiguo puente sobre el Reguerón. Oleo de Fernando Oliva.

El problema persistiría y durante todo el siglo XIX se sucedieron multitud de reuniones entre los afectados, Hacendados y Ayuntamiento, donde se debatían las posibles mejoras en el canal, como su monda, reparaciones de los malecones…

En septiembre de 1877, realizándose Juntamiento general de los Hacendados de la huerta, siendo representante de estos en la comisión para las obras del Reguerón Pedro Díaz Cassou, se debatió la necesidad de realizar obras de acondicionamiento del Reguerón y quien debería costearlas si los Hacendados o el Ayuntamiento, imponiéndose la cordura, llegaban al acuerdo de que las obras eran para un bien común, como ya se acordaría en 1863 en otro juntamiento. En aquellos años el Ayuntamiento carecía de fondos para hacer frente a los gastos ocasionados por estas. Díaz Cassou, como representante de los Hacendados, transmitiría que los mismos harían un préstamo al Ayuntamiento, que este debería de devolverles y no causando esta situación precedente. Se prestarían 40.000 reales de vellón. 

El 5 de noviembre de 1878 comenzaron las obras en el Reguerón con 50 obreros, pero no sin problemas, ya que se abrieron varios expedientes de expropiación de terrenos que no cumplían los requisitos legales y varias quejas por falta de información a los propietarios. El martes 18 de marzo de 1879 se realizaría una inspección de las obras, quedando los políticos de turno muy satisfechos y convencidos de que la huerta no se inundaría por ninguna avenida del Segura. Se subestimó a la madre naturaleza. En octubre de 1879, como mencioné en líneas precedentes, se produjo una de las riadas más desastrosas en Murcia y Orihuela.

En 1880, los problemas siguieron latentes con mas quejas sobre el estado del Reguerón. Por ejemplo, denunciaban los ciudadanos que las motas de tierra eran mas altas que los puentes de La Alberca y Aljezares, solicitando que los malecones pasaran a construirse de sillería. En ese mismo año, el alcalde de turno, Pedro Díaz, comunicó en prensa que otra avenida, primera desde la fatídica fecha del 15 de octubre de 1879, rompería de nuevo los márgenes inundando parte de la huerta, a pesar de haberse realizado en el canal obras de importancia. En 1885 se realizaría un primer congreso para abordar el gran inconveniente de las inundaciones.

Ya entrado el siglo XX, y al final del primer tercio del mismo, el canal del Reguerón seguía teniendo los malecones de tierra, siendo con la aparición del cemento Portland, a partir de los años 40, cuando comenzó a fraguarse el canal tal y como lo conocemos en la actualidad, con los márgenes hormigonados o empedrados, desde El Palmar hasta el Segura; estos, fueron unidos entre finales de 1.878 y principios de 1.879.

Las inundaciones, siguen siendo la tónica habitual en la huerta de Murcia, y a pesar de las notables mejoras en las canalizaciones y presas, en prevención de estas, hay que seguir vigilantes, por si despierta de forma brava el río Guadalentín, así como no olvidar el Segura.

*Raúl Jiménez y Lorca es cronista de Torreagüera

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