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Tribuna libre

El hoy cofrade

"España, en los próximos días, vivirá lo que muchos consideran la Champions League de nuestras tradiciones, costumbres y espiritualidad. ¿Estamos, sin embargo, ante reliquias del pasado?"

Publicado: 04/04/2025 ·12:54
Actualizado: 04/04/2025 · 12:54
  • Procesión de Los Salzillos de Murcia.
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Concluidas ya las presentaciones de los carteles de Semana Santa y los emotivos pregones dirigidos al gran público, la primavera comienza a hacerse sentir. El azahar de los naranjos llena el aire de aromas intensos, anticipando que el mundo cofrade está a punto de desplegarse. Todo apunta a que, al menos por ahora, el tiempo acompañará. España, en los próximos días, vivirá lo que muchos consideran la “Champions League” de nuestras tradiciones, costumbres y espiritualidad. ¿Estamos, sin embargo, ante reliquias del pasado?

Algunas voces critican que las hermandades son instituciones anacrónicas, de interés limitado al ámbito más conservador del catolicismo, e incluso afirman que su valor no pasa de lo etnográfico o lo turístico. Pero esta mirada es superficial. Pensar que las hermandades solo se dedican a organizar desfiles de estética extraña no es entender su verdadera dimensión. La Semana Santa no se reduce a procesiones. Las cofradías poseen una profunda memoria histórica y un tejido social que va mucho más allá del espectáculo.

 

La sociedad actual presenta síntomas preocupantes"

 

En el mundo médico, antes de establecer un diagnóstico se identifican síntomas. El Papa Francisco, en un discurso ante el Parlamento Europeo, alertaba: "No hay que quedarse en lo anecdótico; hay que atacar las causas, no los síntomas". Es un mensaje que bien podrían asumir las hermandades si quieren ser parte activa de la transformación social. La libertad, hoy, parece estar en juego.

La sociedad actual presenta síntomas preocupantes: la manipulación del lenguaje, que pretende alterar la realidad simplemente renombrándola; las microutopías, que han sustituido grandes ideales por listas fragmentadas de reivindicaciones; la cultura woke, hipersensible a cualquier supuesta discriminación; la posverdad, disfraz moderno de la mentira de siempre; y la cultura de la cancelación, que censura a quienes no se ajustan al pensamiento dominante. Todo esto configura un nuevo marco mental con tintes totalitarios.

Lo que empieza como tendencia cultural pronto se convierte en agenda política y, de ahí, en ley. El resultado es una sociedad atrapada por el relativismo, donde nada es absoluto y el deseo individual se convierte en la única medida. Sin una verdad común, se hace imposible construir una convivencia sólida. Y si, como se dice, la verdad nos hace libres, su negación solo puede conducir a nuevas formas de esclavitud.

 

Las hermandades están llamadas a desempeñar un papel relevante"

 

En lo que respecta al culto, muchas hermandades cuidan con esmero sus celebraciones, aunque algunas voces autorizadas alertan de una formación deficiente entre los cofrades. También señalan una creciente incoherencia entre la vida personal y los valores que se proclaman, lo que resta credibilidad. La formación es clave. Las hermandades deben facilitar herramientas para que cada miembro comprenda el sentido profundo de lo que representa. La Semana Santa no es solo estética; es también mensaje y compromiso.

Hoy más que nunca, las hermandades están llamadas a desempeñar un papel relevante. No como vestigios del pasado, sino como agentes activos en la recuperación del tejido moral y cultural de nuestra sociedad. En otros tiempos, la Semana Santa se acompañaba de vidrieras, cantos gregorianos, aromas de incienso y obras maestras de la imagenería religiosa. Todo ello formaba un lenguaje simbólico que hablaba al alma. Ese legado sigue vivo, pero necesita ser actualizado sin perder su esencia.

Cada año, imágenes como el Cristo Crucificado o la Virgen Dolorosa siguen proclamando un mensaje de amor y libertad. En el Calvario, cuando le gritaban a Jesús: “Si ere Hijo de Dios, baja de la Cruz”. Él respondió quedándose en ella. Fue su forma de ejercer la libertad más radical: cumplir la voluntad del Padre hasta el final. Las hermandades tienen futuro si se atreven a dar un paso adelante, si se implican en los grandes debates de nuestro tiempo. Su riqueza simbólica, histórica y espiritual no debe quedar encerrada bajo una campana de cristal.

Hasta ahora, muchas han vivido aisladas, como en un laboratorio, mientras el mundo avanzaba. Pero el globalismo y las nuevas ideologías exigen respuestas firmes. Las hermandades deben reforzar su identidad y, desde ahí, aportar al pensamiento contemporáneo modelos que respeten la dignidad humana. No se trata de actuar como bloques corporativos, sino de promover que sus cofrades más formados participen activamente en la vida intelectual, cultural y social. Hoy, todo esfuerzo es necesario.

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