MURCIA (F. V. / EFE). El Mar Menor vive "al filo de la navaja". Con esta expresión el catedrático de Ecología de la Universidad de Murcia, Ángel Pérez Ruzafa, resumía el estado de las aguas cuando se aproxima el verano durante su intervención este martes en la presentación del informe Seguimiento y análisis predictivo de la evolución del estado ecológico del ecosistema lagunar del Mar Menor y prevención de impactos, un documento terminado en febrero, elaborado por la Universidad de Murcia por encargo de la Comunidad y que cuenta con más de 250 páginas de estudio del ecosistema. Según las propias palabras de Pérez Ruzafa, "el Mar Menor funciona bien y las retiradas de biomasa favorecen que tengamos control; sin embargo, hay factores ambientales que van a peor, la entrada de nutrientes sigue siendo muy alta y el fósforo va a más. Ahí es dónde nos la vamos a jugar este verano", decía sin olvidarse de otro factor de riesgo: la falta de medusas, un elemento regulador. Hay incertidumbre con las medusas para este año, pero el experto teme que vendrán pocas.
El catedrático ve, grosso modo, dos factores a favor y otros dos factores en contra sobre la salud del Mar Menor. Así lo explica Pérez-Ruzafa: por el lado negativo, "se presume un verano más cálido y eso un problema. Además, la estratificación se está acentuando, y eso también podría ser otro problema". Por el lado positivo, "las lluvias torrenciales han descendido; por tanto, las aguas y las cantidades de nutrientes se reducen y favorecen. Otra cosa que se está haciendo bien es la retirada de biomasa, lo que puede ser una garantía". A este respecto, el experto explica que si la biomasa que se acumula se deja descomponer produce fango, "y eso no sólo son malos olores y la incomodidad del baño, sino que además esas partículas de materia orgánica terminan acumulándose en las capas profundas, consumiendo oxígeno". Eso en verano es un problema, "porque al haber temperaturas altas hay menos oxígeno. Y eso provoca la tormenta perfecta: menos oxígeno disponible y más demanda de oxígeno dejan un riesgo alto de que se produzca hipoxia".
El informe, que forma parte de la monitorización continua que hace la Comunidad sobre el Mar Menor, hace un exhaustivo seguimiento de las condiciones hidrológicas para identificar los eventos singulares como las entradas de agua de dulce por zonas concretas y los parámetros de las temperaturas. De hecho, las "anomalías térmicas" del invierno y la primavera cada vez tienen más influencia y afectan a los ciclos biológicas. También analiza el estado trófico, que valora las entradas de nutrientes y fosfatos, y también examina el sistema pelágico, un apartado dedicado al fitoplancton y las poblaciones de medusas. Las especies invasoras también son objeto de estudio. Además, como novedad, se ha recopilado todos los documentos sobre los metales pesados en la laguna.
En las conclusiones del estado trófico, el ecosistema mantiene su capacidad de autorregulación, que se recuperó tras los desastres de la sopa verde de 2016 y la DANA de 2019. La entrada de nutrientes se ha reducido, señaló Ruzafa, pero, advirtió, "sigue entrando". Y "nadie ha hecho nada que impida que entren esos nutrientes", indicó. La baja salinidad del Mar Menor, aunque tiende a subir, por la entrada de agua por el freático "es un factor de riesgo". Otros indicadores, en cambio, muestran datos esperanzadores: esta primavera, de momento, se salda con "relativamente buenas condiciones de transparencia, clorofila, salinidad y oxígeno". Todo ello, remarcó el investigador, a pesar de que "los nutrientes están intactos, siguen entrando y nadie ha hecho nada que impida que sigan entrando" a través del nivel freático del acuífero, por lo que, avisó, la situación de equilibrio podrían revertirse en cualquier momento.
En concreto, según expuso en la presentación, las concentraciones de nutrientes "se mantienen bajas… pero, las entradas por el área de la Rambla del Albujón y la ribera interna siguen siendo elevadas". Y puso este ejemplo: el 20 de marzo de 2024, la concentración media de Nitrato en superficie fue de 0.16 µmol/l, con valores máximos de 2.03 µmol/l a pesar de que el 20 de febrero se registró un máximo frente al Albujón de 32.9 µmol/l. La concentración de media de Fosfato se sitúa en 0.06 µmol/l.
Sin embargo, una nueva realidad de los últimos años es el aumento del fósforo, una consecuencia más del freático y que están vinculados a la actividad urbana. Y es ahí, en el nivel del freático, donde más ha hecho hincapié el catedrático de Ecología, quien considera que las medidas para sanar al Mar Menor no serán suficientes hasta que no se rebaje el nivel freático del acuífero del Campo de Cartagena, para lo que ha propuesto extraer el agua y reutilizarla en actividades como la agricultura.
A su juicio, el acuífero Cuaternario es "el gran problema actual del Mar Menor porque no se está actuando sobre él". Detalla que el elevado nivel freático es la principal vía de entrada de nutrientes a la laguna salada, tanto de nitratos, procedentes de la actividad agrícola, como de fósforo, más relacionada con la actividad urbana. En su opinión, "necesitamos bajar el nivel del freático para que el fósforo no vuelva a ser un problema y no entre el nitrato que está en el acuífero". Y añadió: "Negar que el freático está ahí y es el problema es mantener el problema", disertó al tiempo que remarcó que el nivel del acuífero debería bajar hasta situarse en torno a un metro debajo del nivel del mar, "con lo que se evitaría la aportación de nutrientes al ecosistema lagunar".
Para Ruzafa, la actividad agrícola es "la que más deseca el freático", por lo que se debe usar "a nuestro favor" poniendo en marcha un plan "integral" de gestión que permita extraer el agua del acuífero y reutilizarla, tanto en la actividad agrícola como en otros posibles sectores que puedan aprovecharla. "¿Qué nos falta para para coger el toro por los cuernos y empezar a hacer la infraestructura y una planificación adecuada del agua?", reflexionó. El experto insistió en que es necesario hacer "un plan de infraestructuras de gestión" que permita utilizar infraestructuras ya existentes como los pozos y sistemas de desalobración, mejorando los sistemas. De hecho, se mostró muy crítico con la desarticulación de infraestructuras y abogó por mantener las existentes adecuándolas y mejorando sus usos, con soluciones basadas en la naturaleza.
"Se lo dije a la ministra [Teresa Ribera, titular del Ministerio para la Transición Ecológica]: firmo todas sus medidas, pero todas juntas no son suficientes, porque el problema sigue ahí", añadió en referencia a las iniciativas adoptadas para la recuperación de la laguna, como la retirada de biomasa, las mejoras en el bombeo de la Rambla del Albujón y la puesta en marcha de humedales y de filtros verdes, que ve positivas y necesarias pero no suficientes". "Si queremos recuperar el Mar Menor y darle margen de maniobra para que no dependa de lluvias torrenciales o un verano caluroso, tenemos que aumentar los márgenes de respuesta. Y la solución está, además de todo lo citado, en bajar el freático. Y al mismo tiempo que previo el resto. Esa es la clave". Palabra de Pérez Ruzafa.
El experto también señaló en la presentación que la ligera reducción en la entrada de nutrientes y, sobre todo, la recuperación de las comunidades y capacidades homeostáticas y de autoregulación del ecosistema del Mar Menor permiten que, excepto en los episodios de lluvias torrenciales o frecuentes, los niveles de clorofila y turbidez se mantengan bajos y se esté consolidando la recuperación de la transparencia del agua, con visibilidad media del disco de Sechi entre 3.5 y 4.5 m. El 20 de marzo de 2024, la concentración media de clorofila a en superficie fue de 0.7 mg/l.
Además, durante 2023, el invierno de 2024 y el principio de la primavera, los valores de oxígeno en la columna de agua se mantienen altos, por encima de saturación y con valores medios de mg/l, tanto en superficie como en el fondo.