MURCIA. En la era de la producción industrial y la masificación de prendas aún existen negocios que se imponen al consumo rápido. Es el caso de las sastrerías, las cuales siguen conservando la exclusividad con la que nacieron hace varios siglos. En Murcia los trajes a medida han cobrado popularidad en los últimos años ante el auge de clientes que buscan la personalización y comodidad a la hora de vestir.
"El proceso comienza con una consulta, seguida de la elección de telas, el estilo y diseño y continúa con la toma de medidas, acompañado siempre de un seguimiento en el que cada puntada se va adaptando a los gustos específicos del cliente", nos cuentan desde la sastrería Mariano Guillén.
Es precisamente esta personalización la que lleva a los clientes a buscar sastrerías para confeccionar sus trajes. "Desde la primera conversación hasta el último ajuste, el proceso de confección a medida es una experiencia. No se trata solo de un traje, sino de diseñar una pieza única que refleje la esencia y personalidad de quién lo lleva, y eso no lo ofrece una tienda", explica José Antonio Ballester, propietario de la sastrería JabBespoke.
Novios en busca del traje ideal para su boda
Los ateliers reciben desde empresarios y ejecutivos hasta novios que buscan el traje idóneo para su boda, estos últimos los más habituales. En el caso de JabBespoke se trata de una sastrería de lujo, ya que se dirige a clientes con un alto poder adquisitivo como grandes empresarios de la Región -cuyos nombres prefiere no revelar-. Las cifras de sus trajes son muy elevadas, y aunque no entra en números exactos, el sastre da algunas referencias: "un traje Bespoke puede costar de 2.500 hasta 8.000 euros", aclara.
Cada prenda se confecciona de manera manual con dos o tres días de trabajo, y el proceso de ejecución completo puede extenderse hasta un mes en algunos casos. "Depende de cada cliente y de la dificultad del diseño, lo que determinará el número de pruebas necesarias para que el acabado sea perfecto", explica Jose Antonio.
Durante este seguimiento, recalcan, se llevan a cabo de tres a cinco pruebas para poder conocer los defectos exactos del largo y llevar a cabo un ajuste perfecto. Tras la segunda o tercera prueba, el traje avanza a la etapa final, en la que se incorporan los detalles finales, se refuerzan las costuras y se completan los acabados a mano.
A pesar del cambio de tendencias en el mercado textil, los sastres creen que la moda hecha a mano seguirá siendo especial. "Hay algo único en la sastrería a medida que no se puede sustituir. El vínculo entre el sastre y el cliente, y la emoción de ver cómo la prenda va tomando forma en cada prueba", aseguran desde Mariano Guillén.