MURCIA. Años 20 del siglo pasado. Ginés, un joven del Valle de Ricote, se ve obligado a emigrar a una convulsa Barcelona a bordo de un autocar apodado el 'transmiseriano'. Así arranca Charnego, la primera novela del senador autonómico de Ciudadanos por la Región Miguel Sánchez, un "librico" que nació, como tantas cosas, durante el confinamiento y que ha visto la luz con el sello de la editorial La Fea Burguesía. El abogado y político ha cumplido con esta novela -que habla de inmigración y de una época "muy interesante y poco tratada de la historia de España"- "una ilusión y una curiosidad que siempre he tenido por escribir", aunque aclara desde el minuto cero que "ni mucho menos me quiero comparar con los grandes escritores que admiro". Y es que lo que comenzó como un entretenimiento para un senador confinado ha tomado forma de libro (160 páginas), que tendrá su 'puesta de largo' el próximo 17 de junio, en el Paraninfo de La Merced, con unos 'padrinos' de lujo: el escritor Jerónimo Tristante, el editor y autor Paco López Mengual, la expresidenta de la Asamblea Regional Rosa Peñalver y el profesor de la UMU José Belmonte. Éste último es, además, autor del prólogo de una obra que fue de los primeros en leer, animando al político caravaqueño a publicarla.
"El transmiseriano me recuerda a las pateras actuales", señala Miguel Sánchez sobre el autocar, llamado así de forma despectiva en la presa barcelonesa, que transportó a decenas de miles de murcianos que buscaban una vida mejor en la Ciudad Condal. "Este autobús, que salía de Lorca y del Malecón de Murcia lleno de murcianos, era el autocar de la miseria. Hay artículos que hablan de piojos y analfabetismo e, incluso, se decía que los murcianos llevaban a Barcelona la miseria, el comunismo y el amor libre", señala Sánchez, al tiempo que añade que aquellos emigrantes que salieron de la Región acometieron los peores trabajos en la capital catalana. Construyeron, por ejemplo, el Metro de Barcelona y llevaron a cabo las obras de la Exposición Universal.
"En la Barcelona de los años 20 trataban a los murcianos de africanos", apunta el autor de Charnego, "un término que se empezó a utilizar de forma despectiva hacia los murcianos y que luego se generalizó para referirse a andaluces y extremeños". Miguel Sánchez describe así, en su primera novela, una situación que guarda numerosos paralelismos con la inmigración actual. "Viene bien recordar estos episodios para reflexionar sobre cómo somos de intolerantes con la gente que viene aquí", apunta. Añade, además, que ya por entonces "estaban a la orden del día las mafias, que cobraban a estos inmigrantes murcianos 200 pesetas de la época, que era muchísimo, por el penoso viaje que les aguardaba".
Charnego -que ha llevado más horas de documentación que de escritura, según señala su autor- también quiere ser un reflejo de lo que era la Barcelona de aquella época, "una ciudad, seguramente la más europea de España, en la que podía pasar de todo". Así, Sánchez sitúa su historia "en la Barcelona de La verdad sobre el caso Savolta; la de la industria, las revueltas anarquistas, las huelgas sindicales, las reyertas a tiro limpio entre los pistoleros de los patronos y los sindicalistas...". En este sentido, explica el senador que se trata de "una época que me parece muy interesante. Se ha escrito mucho sobre la Guerra Civil, pero no sobre los años anteriores, sobre esta década previa en la que ya existía un caldo de cultivo para todo lo que ocurriría después".
Muchos de los personajes con los que se cruza Ginés, el protagonista de Charnego, durante su aventura en Barcelona pertenecen a la ficción, pero también los hay "inspirados en la sociedad murciana actual y fácilmente reconocibles", advierte el autor, quien deja caer por estas páginas a unos cuantos periodistas murcianos y algún que otro "amiguete" . Otros se basan en figuras históricas, como es el caso de reconocidos intelectuales -los republicanos que se exiliaron en París, con Miguel de Unamuno a la cabeza- o líderes políticos, entre los que se encuentran el controvertido anarquista Durruti o el murciano Antonete Gálvez.
Sobre éste último, apunta Miguel Sánchez, "se ha escrito poco". Es más, no descarta que este revolucionario de Torreagüera -que montó el cantón de Cartagena, tuvo dos exilios (con sus respectivas sentencias de muerte) y acabó siendo diputado de la primera República y concejal de Murcia en sus últimos años- sea el protagonista de su próxima incursión en la literatura.
Para eso el senador dice que "tendré que buscar tiempo, porque ahora estoy muy liado". Pero teniendo en cuenta que asegura que "me he divertido mucho con esta novela" y que "le he cogido el gustillo a escribir", todo será cuestión de esperar -esta vez sin pandemia de por medio- a que el senador se vuelva a enfrentar a una pantalla en blanco para contar una nueva historia.
"Me llegué a sentir como Kevin Costner o Sean Connery en 'Los intocables de Eliot Ness' porque pusimos coto a la corrupción"