MURCIA. Esta semana nos centramos en uno de los casos más llamativos desde el punto de vista de avistamientos ovnis. Se trata de El Tamames, un butanero que hacía la ruta Valencia-Ibiza-Cartagena. El 6 de febrero de 1979, a las 21.17 horas, se observaron "por la banda de babor y abierto 45º con la proa del buque, unas luces con un reflejo hacia arriba de color amarillento-rojizo".
Jose Luís González, capitán del barco, manifestaba que "sobre las nueve de la noche del pasado martes, cuando estábamos a unas quince millas de Formentera, aparecieron ante nosotros unas luces como de bengala que no permanecían estáticas. Unas luces de un color amarillento a menos de ocho millas de nosotros". Preguntaron por radio si se tenía prevista alguna práctica o maniobra militar, pero el vigía del Castillo de Galeras en Cartagena no había sido informada de nada sobre este asunto.
Las supuestas aeronaves los persiguieron durante seis horas, siendo un marinero de cubierta quien diera la voz de alarma. Sobre la una de la madrugada las luces realizaron un peligroso aproximamiento al buque, llegando a estar a unas dos millas.
Hablan de unas diez luces que desaparecieron a la media hora. En medio de la estupefacción el capitán tomó la decisión de corregir el rumbo y poner proa nuevamente a Cartagena, al puerto de Cabo de Palos. Pero poco duró la tranquilidad: repentinamente, el radar comenzó a mostrar unas señales extrañas de las que fueron testigo todos los que estaban en el puente de mando, quienes no eran capaces de interpretar lo que veían tras cada barrido. Las alteraciones del radar fueron desapareciendo paulatinamente hacia las once de la noche.
A la una de la madrugada el radar volvió a convertirse en el centro de atención reflejando ecos por proa, es decir, se acercaban a lo que fuese aquello. A unas dos millas los ecos desaparecían y aparecían esta vez por todas partes alrededor del barco desde las dos millas hasta las ocho a una velocidad vertiginosa.
La curiosidad llevó al capitán hasta la radio para contactar con algún barco cercano, pero le respondió el vigía del Castillo de Galeras en Cartagena, así que aprovechó para preguntarle sobre posibles maniobras navales en la zona, aunque con extrañeza porque lo visto no podía ser "normal". El vigía no había sido informado sobre ningún ejercicio militar.
A las tres de la madrugada volvió a contactar con el vigía del Castillo de Galeras y le describió lo que estaba pasando. La respuesta le pasmó, el vigía le preguntó por la posibilidad de que se tratase de un ovni. Al capitán, a aquellas alturas, cualquier explicación le podía servir, incluso la más extraordinaria, y un ovni era tan descabellado como lo que llevaban cuatro horas observando. Y es que el vigía le explicó que algunos días antes, un barco extranjero había relatado el avistamiento de un ovni muy cerca de donde ahora se hallaba el Tamames.
Siguieron su rumbo, dejando atrás la insólita vivencia, hasta llegar a Cartagena donde los medios de comunicación rápidamente se hicieron eco del suceso, alguno de ellos de un modo sensacionalista, aunque el capitán siempre habló de luces y anomalías en el radar, nunca entró en el terreno de la ufología.
La versión oficial de este incidente fueron unos ejercicios nocturnos que se estaban llevando a cabo desde la Base Aérea de San Javier, durante los cuales fueron lanzados a unos 300 metros de altura desde aviones del tipo Aviocar (CASA 212) y Caribou, y que portaban bengalas lo que podría explicar las luces.
Al capitán esta versión no le terminó de convencer pues las maniobras habían tenido lugar en el triángulo Alcantarilla-San Javier-Balsicas, en Murcia, a 150 kilómetros de la posición del Tamames y además tierra adentro, no debemos olvidar que todo había acontecido en el mar. La hora tampoco coincidía ya que estos ejercicios comenzaron a las 20.00 horas.
* Santi García es responsable de Rutas Misteriosas y autor del libro 'Murcia, Región Sobrenatural'