MURCIA. Juan Francisco Fuentes, entrenador de fútbol sala murciano que dirige desde el pasado año al Nagoya Oceans, al que hizo campeón de Japón y de Asia, se prepara para una nueva temporada, la cual en su Liga comenzará en mayo. “El listón está muy alto pero tengo la máxima ilusión y ganas para hacerlo bien”, admite este profesional que, tras siete años en el extranjero, asume que es “muy difícil volver a España” para entrenar en Primera División. “En Japón me quieren y aprecian”, asegura.
Este profesional de los banquillos que ha sido elegido el sexto mejor del mundo en los premios Futsal Planet Awards 2019 y se muestra “contento y satisfecho por haber estado entre los 10 nominados”, se encuentra actualmente en el país nipón a pesar de estar de vacaciones y desde allí ha hablado largo y tendido para Murcia Plaza.
“La pasada campaña fue muy exitosa al ganar la Liga y también la Copa de Asia, el pasado mes de agosto en Tailandia, además de la Ocean Cup, que es como una Supercopa. El curso se dio por finalizado por la expansión del coronavirus, que aquí afectó en menor medida que en otros países del mundo, y se canceló la Copa de Japón, en cuya fase final estábamos, y podemos decir que fue una buena campaña para nosotros”, comenta Fuentes, responsable del que es “el mejor equipo del país y uno de los tres o cuatro mejores del continente”, según indica también.
El técnico del barrio Infante, de 40 años, llegó a Japón tras haber estado antes en Kuwait, en Bélgica y en Italia. Después de trabajar en las bases de ElPozo inició su periplo internacional en 2013 y los resultados, además de las experiencias vividas, determinan que dio un buen paso.
“En Kuwait ganamos la Liga en mi segundo año y era el primer título en la historia del club, el Kazma Sport Club. Luego estuve en Italia, primero en el Luparense, que disputó las eliminatorias por el título y cayó en cuartos ante el Pescara, que venía de ser cuarto en Europa, y más tarde en el Acqua&Sapone, en el que apenas permanecí dos meses y medio. Mi siguiente destino fue Bélgica, al fichar por el Futsal Project Halle Gooik, con el que ganamos la Liga, la Copa y la Supercopa y fuimos octavos y novenos del continente”, recuerda.
“Seguidamente surgió la oportunidad de ir a Japón, pues en el Nagoya estaba buscando un entrenador con un perfil como el mío, a alguien que se hiciera cargo del primer equipo y también supervisará las bases y yo estuve muchos años en la cantera de ElPozo. En Bélgica me dejaron salir porque entendieron que era una oportunidad que se me presentaba para seguir creciendo y se lo agradezco al Halle Gooik”, agrega Fuentes.
Son 23 temporadas las que lleva este técnico en los banquillos. “Empecé con 18 años siendo segundo entrenador del infantil A de ElPozo y tras haber jugado al fútbol hasta juveniles en equipos como el Cordillera, el Ranero y el Nueva Vanguardia de Alcantarilla y también al fútbol sala en el Club Juvenil Ribera”, apunta este apasionado de lo que hace: “Siempre me encantó el deporte y el fútbol sala y siendo un niño iba a ir a jugar a ElPozo”.
La distancia entre Murcia y Nagoya es de más de 10.000 kilómetros en línea recta, un larguísimo trecho que a Fuentes le dificulta volver a su tierra a lo largo del año. Lo de regresar a casa para trabajar queda aparcado y el técnico lo tiene asumido.
“En el fútbol sala español entrenar a los tres grandes -Barcelona, Movistar Inter y ElPozo- es muy complicado, luego hay muchos otros clubes que tienen muy consolidados sus banquillos -Magna Osasuna, Aspil Vidal, Jaén Paraíso Interior, Palma, …- y en el resto las condiciones son las que son y yo aquí me siento querido y apreciado. Por eso digo que volver es difícil”, explica.
Por lo tanto, en el plano profesional, Fuentes está 100% ocupado en lo que le espera en el Nagoya Oceans, cuya pretemporada arrancará en un par de semanas: “El listón está alto para la próxima temporada, pero siento máxima ilusión y ganas de trabajar como el primer día que empecé en esto”.
Así pues, el presente y el futuro están en Japón para este murciano que echa de menos a la familia -está casado y tiene una niña de nueve años- y que sí tuvo a su mujer y a su hija a su lado en Bélgica. “Venir conmigo hubiera supuesto romper otra vez con el colegio y adaptarse a un idioma muy diferente y que a mí me hace llevar traductor por ejemplo para ir al médico pues lo que yo sé de japonés me da para los saludos habituales, dar las gracias y poco más”.
También añora la cultura y la gastronomía murciana. “Aquí tienen la cultura del respeto y del trabajo y yo estoy a gusto, aunque noto que me falta algo. En cuanto a comida hay sushi, sopa con pasta, carne a la brasa y también comida internacional, y se come bien, pero no pulpo, marineras ni caballitos”, suspira desde tan lejos.