MURCIA. Vinos de altura. Es lo que hacen, de forma literal, en la bodega Alto de Inazares, situada en un paraje de gran valor medioambiental, a 1.373 m de altitud, en el municipio de Moratalla. Este hecho la convierte, según aseguran sus propietarios, en la bodega más alta del continente europeo. Pero esta no es la única particularidad de esta construcción, que se encuentra en una zona prácticamente deshabitada y donde se ha optado por "una arquitectura de mínimos recursos" para la construcción 'hand-made' de una bodega sostenible, de bajo coste y con la impronta artística del pintor colombiano Willy Ramos.
Esta arquitectura de mínimos ha consistido en utilizar contenedores marítimos High Cube para reciclar, que responden a la necesidad de poder ampliar el espacio conforme vaya creciendo la empresa y con los que se ha dado prioridad a la funcionalidad. Para evitar el sobrecalentamiento del interior, la fachada se ha cubierto con corteza de pino blanco procedente del aserradero local, mientras que la cubierta está acabada con balas de paja de cebada local (de fácil restitución); para este acabado también son válidos -señalan en el proyecto- los fardos de sarmientos procedentes de la poda del propio viñedo.
Pero, además de este planteamiento de aprovechar los recursos naurales del entorno, cabe señalar que la bodega ha sido levantada con la filosofía del 'hecho a mano', colaborando en su contrucción "amigos, familiares y artistas". Y es ahí donde entra Willy Ramos, un creador con estrechos vínculos con la Región, que ha dejado una parte de su universo de colorido y vida en este rincón del Noroeste de la Región.
El resultado es una bodega donde el volumen útil es el mínimo, lo que permite el ahorro energético, el control de la humedad y el cumplimiento de los requisitos de limpieza y desinfección que requiere la industria alimentaria. Y cuya distribución interior se asemeja a la de un submarino, donde la organización del equipamiento y utensilios permite la optimización del espacio útil.
En esta bodega la tecnología que se ha desarrollado es propia; para la elaboración del vino se llevan a cabo procesos manuales; el agua procedente de la fuente natural del caserío llega por gravedad hasta la explotación; y la ubicación de la bodega en el interior del viñedo reduce a unos escasos metros el transporte de la uva. Además, se utilizan energías renovables para el alumbrado: el viento y el sol no escasean en esta zona, aunque no siempre van de la mano.
Dicen los propietarias de Alto de Inazares, las familias Prieto-Pina y Pina-Jover, que les estimulan los nuevos desafíos, como es este de crear vinos singulares a partir de uvas cultivadas en condiciones extremas. "Para ello, elegimos un enclave natural e inalterado, situado a 1.373 metros de altitud y dimos a luz en 2011 al viñedo más alto del continente europeo", cuentan. "Este reto nos ha llevado a ser pioneros en la introducción del cultivo de la Pinot Noir en la Región de Murcia", añaden sobre esta variedad del norte de Europa que gracias a la altitud se ha adaptado al suelo rocoso de esta zona de la Región, donde han construido una bodega tan singular y sostenible como sus caldos. Y en la que Willy Ramos ha introducido su mundo plástico, con el que evoca una tierra fértil y llena de promesas.