MURCIA. La gentrificación en España ha dejado de ser un fenómeno exclusivo de las grandes avenidas de Madrid o de los barrios históricos de Barcelona. Un reciente estudio desarrollado por el Centre d'Estudis Demogràfics (CED) de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) revela que este proceso de sustitución de vecinos de rentas bajas por otros de mayor poder adquisitivo se ha consolidado ya en las diez ciudades más pobladas del país: Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Zaragoza, Málaga, Murcia, Palma, Bilbao y las Palmas de Gran Canaria.
Sin embargo, el caso de Murcia destaca por una particularidad geográfica: el fenómeno no está ocurriendo en el corazón de la ciudad, sino que ha saltado a la periferia, transformando el perfil social de varias de sus pedanías. A diferencia del modelo radial que siguen ciudades como Valencia o Sevilla, donde la presión residencial se expande desde el centro hacia afuera, en Murcia el proceso se manifiesta de forma fragmentada.
Según los datos analizados, la zona más gentrificada del municipio se encuentra en un conjunto de pedanías que, aunque pertenecen administrativamente a la capital, presentan una dinámica residencial desconectada de la trama urbana principal. Localidades como Churra, El Puntal y Espinardo, junto a Zarandona y La Alberca, se han convertido en los nuevos epicentros de esta transformación socioeconómica.
Este desplazamiento hacia las pedanías viene impulsado por un mercado del alquiler que se comporta de manera inusual en la capital del Segura. Mientras que en ciudades como Málaga o Palma las subidas de precio han sido generalizadas y asfixiantes en todo el territorio, en Murcia los incrementos se han concentrado de forma muy específica en estos núcleos periféricos.
Este fenómeno favorece la aparición de áreas de alta exclusividad donde el coste de la vivienda y la llegada de nuevos perfiles profesionales terminan por desplazar a la población original, que se ve obligada a buscar residencia en espacios todavía más alejados y vulnerables.
Índice de gentrificación
Para llegar a estas conclusiones, los investigadores han diseñado un innovador "índice de gentrificación" que analiza la última década bajo un prisma sociodemográfico. Este índice no se limita a mirar el precio del suelo, sino que rastrea factores como el rejuvenecimiento de la población, el aumento de hogares formados por un solo adulto con estudios superiores y la llegada de residentes extranjeros procedentes de países con alto desarrollo económico.
El estudio del CED subraya que esta diagnosis es fundamental para la toma de decisiones políticas, ya que ofrece una radiografía casi en tiempo real de cómo cambia la ciudad. Al localizar con exactitud los barrios donde la sustitución poblacional es más agresiva, se abre la puerta a implementar medidas que mitiguen el impacto social.
En el horizonte queda ahora el reto de analizar cómo la crisis de la COVID-19 ha podido acelerar o frenar estos procesos en las zonas más vulnerables de Murcia, donde la brecha entre las pedanías en auge y los barrios con menores ingresos parece ensancharse cada año.