MURICA. Debido a su elevada incidencia en la población adulta, el riesgo vital que conlleva y el elevado coste económico que supone para el sistema sanitario, la fractura de cadera y su tratamiento pueden llegar a considerarse problemas de salud pública.
El tratamiento de la fractura de la cadera en ancianos está condicionado por diferentes aspectos y requiere un manejo multidisciplinar por parte de traumatólogos, internistas, geriatras, anestesiólogos y rehabilitadores.
Tal y como nos explica el Dr. Francisco Cebrián Córdoba, traumatólogo especialista del Hospital Quirónsalud Murcia, este tipo de fractura sucede cuando "la fuerza del traumatismo supera la resistencia y capacidad de absorción del impacto del hueso sobre el que se ejerce".
Los principales factores de riesgo de sufrir esta lesión pueden variar mucho según la intensidad del trauma y la resistencia ósea. Así, encontramos fracturas por traumatismo de alta energía (traumatismo intenso sobre hueso sano) y fracturas por traumatismo de baja energía (traumatismo mínimo sobre un hueso con disminución de la resistencia ósea) también llamadas "fracturas por fragilidad".
“En un tercer grupo, se encontraría una situación que acontece cuando el traumatismo es de baja energía, pero aplicado de forma repetida sobre un hueso habitualmente sano”, son las llamadas fracturas por estrés.
El éxito en la prevención primaria de fracturas de cadera implica abordar sus dos principales factores de riesgo: la osteoporosis y las caídas.
“La mejora en la cantidad y calidad ósea debe realizarse desde etapas tempranas, promoviendo la actividad física, evitando carencias nutricionales, abandonando los hábitos tóxicos y favoreciendo la exposición solar suficiente para una síntesis adecuada de vitamina D. Y teniendo en cuenta que en alrededor de un 60% de los casos, la causa de la fractura es una caída o un traspié en el propio hogar, será decisivo aplicar medidas básicas de orden en casa como procurar no obstaculizar el paso con muebles y alfombras, evitar el derramamiento de líquidos, e incluso optar por pavimentos no deslizantes”, explica el Dr. Cebrián Córdoba.
Una vez se ha producido la fractura de cadera, debe realizarse una intervención rápida y segura para reducir al máximo las complicaciones médicas/quirúrgicas y facilitar la recuperación funcional del paciente.
Las Guías de Práctica Clínica actuales recomiendan intervenir en las primeras 24-48 horas tras el ingreso en pacientes clínicamente estables.
“No aplicar una cirugía precoz puede prolongar el dolor y disconfort del paciente, aumentando la incidencia de complicaciones relacionadas con la inmovilización como úlceras por decúbito, complicaciones tromboembólicas, infecciones urinarias, problemas respiratorios, delirios e incluso la muerte”
El especialista del Hospital Quirónsalud Murcia también recalca que el abordaje óptimo, prácticamente en todos los casos, es quirúrgico.
“Ante una fractura de cadera, el tratamiento conservador conlleva largos periodos de inmovilización en la cama, con el consiguiente aumento de complicaciones médicas, mayor estancia hospitalaria y menor retorno de los pacientes al nivel funcional previo. Este tipo de tratamientos únicamente se recomiendan en fracturas intracapsulares impactadas en valgo en pacientes con una baja demanda funcional, en las que se procura una sedestación y deambulación temprana realizando un tratamiento para fractura de cadera sin cirugía”.
Respecto a los riesgos de no realizar esta intervención, son elevados. Según el traumatólogo, una fractura sobre la cadera va ligada a un fuerte dolor para actividades básicas como el aseo y vestido personal, sangrado e impotencia funcional con dependencia absoluta para caminar.
El abordaje quirúrgico para la fractura de cadera depende, fundamentalmente, de la ubicación de la lesión.
“La sustitución de la cadera mediante implantes protésicos es recomendable en lesiones en el cuello o la cabeza femoral, pues el daño biológico derivado de la afectación de los vasos intracapsulares hace inviable la consolidación del hueso roto”, confirma el Dr. Francisco Cebrián Córdoba.
Por el contrario, las fracturas localizadas fuera de la cápsula articular constituyen un problema mecánico y no biológico, por lo que para su tratamiento “podemos emplear sistemas de fijación ósea u osteosíntesis (clavos intramedulares, placas de bloqueo, tornillos dinámicos) que permitan la estabilización de la fractura”.
La fractura de la extremidad proximal del fémur es la complicación clínica más grave de la osteoporosis. Esto es debido, por una parte, a su mortalidad, tanto en la fase aguda como en los años siguientes, y por otra, a su morbilidad, ya que una elevada proporción de los pacientes después de la fractura precisan rehabilitación, asistencia continuada, o son institucionalizados.
Otras de las complicaciones de esta intervención son “el retardo o ausencia de consolidación, fallos de los sistemas de fijación o movilizaciones derivadas de una mala calidad ósea o deficiente reducción, la luxación protésica y la infección de la herida quirúrgica”. Todas ellas pueden condicionarse por el estado de salud previo del paciente.
“Puesto que este tipo de fracturas son más habituales en personas mayores, pluripatológicos y polimedicados”, matiza el Dr. Cebrián Córdoba de Quirónsalud Murcia, “la intervención del geriatra es primordial para estabilizar a los pacientes en espera de cirugía, ajustar la medicación y prevenir o tratar posibles complicaciones médicas”.
Además de la cura de la herida y de la profilaxis antitrombótica venosa mediante heparinas inyectadas, la rehabilitación y la carga precoz, utilizando andadores o ayudas similares, disminuyen las complicaciones respiratorias, el síndrome de descondicionamiento o las úlceras por decúbito. También reduce el riesgo de trombosis venosa profunda y de delirio en los pacientes ancianos.
El especialista de Quirónsalud Murcia concluye incidiendo en la necesidad de que los médicos rehabilitadores y fisioterapeutas realicen una valoración personalizada para garantizar el éxito del tratamiento y la recuperación funcional de los pacientes.
“Este tratamiento personalizado puede incluir recomendaciones posturales del miembro intervenido, fortalecimiento muscular, ayudas al equilibrio y reeducación de la marcha. También el entrenamiento en las actividades de la vida diaria y, en definitiva, aquellos ejercicios destinados a promover diferentes capacidades para que el paciente pueda recuperar la movilidad previa a la lesión y desenvolverse con garantías en su entorno cotidiano”.
Aprende cómo identificar los síntomas de la Hernia Inguinal y las opciones de tratamiento disponibles para una recuperación efectiva