Cerebro y Conducta / OPINIÓN

Viejos amigos

6/12/2020 - 

MURCIA. La amistad desempeña un papel destacado en todas las etapas de la vida y especialmente en la infancia y la adolescencia. Una red social amplia y con relaciones estrechas de calidad suele acompañar a un buen estado de salud. La situación cambia con el paso de los años, ya que al llegar a la vejez se pasa más tiempo solo, el círculo de amigos disminuye y sus efectos positivos son más limitados. Por ello, las personas mayores estarían más expuestas y serían más vulnerables a los sentimientos de soledad, que han sido relacionados con una mayor tendencia a enfermar.

A pesar de que en los años de vejez las redes de contactos reducen su tamaño, los lazos emocionales son más intensos y las interacciones sociales que se buscan y se desean son las más positivas y significativas para la persona. En comparación con los jóvenes, se buscan menos relaciones nuevas y se centran más en las ya existentes. Igualmente, las personas de edad se implican menos en conflictos y situaciones que puedan tener consecuencias negativas.

Algunos investigadores atribuyen esta tendencia a que el hecho de enfrentarse a la expectativa de menos años de vida podría empujar a concentrarse en fomentar y mantener las relaciones importantes. Otros opinan que, más que deberse al miedo a la muerte, se trataría de una forma de adaptarse a las restricciones provocadas por la edad, entre ellas las que afectan al estado físico y, en especial, las derivadas del estado de salud. De ser así, esta forma de relacionarse con los amigos podría producirse también en otras especies sociales al llegar la senectud.

"los jóvenes interactúan tanto con viejos como con otros jóvenes. Pero los mayores pasan más tiempo con sus congéneres favoritos"

Un estudio de la investigadora norteamericana Alexandra Rosati y colaboradores, publicado en la revista Science, ha explorado si se producen también estos cambios propios de la edad en otros primates. Eligieron los chimpancés, quienes disfrutan de una esperanza de vida relativamente larga, entre 50 y 60 años, cercana a la del ser humano. Su vida social ofrece analogías con la de nuestra especie: sus relaciones son flexibles, de larga duración y pueden darse entre quienes no son parientes. Estos científicos analizaron datos recogidos durante más de veinte años de observación del comportamiento de veintiún chimpancés machos del Parque Nacional de Kibale, en Uganda. Exploraron sus interacciones sociales, a quién se acercaban, el tiempo que pasaban en grupo o junto a otro macho, y cómo era el acicalamiento o limpieza, una conducta mutua entre dos chimpancés.

Su estudio arroja datos sorprendentemente cercanos al comportamiento del ser humano con sus amigos al alcanzar la vejez; sobre todo si tiene en cuenta que los chimpancés de más edad no parece que estén preocupados por una esperanza de vida menor. Los chimpancés ancianos fomentan las relaciones mutuas, de manera que están más con quienes están más con ellos. Aunque pasan más tiempo solos, como sucede entre los humanos, participan más que los jóvenes en actividades grupales en las que están otros adultos mayores o sus compañeros favoritos. Muestran también menos conductas agresivas que los jóvenes. Éstos, por su parte, inician más relaciones, pero son más asimétricas, ya que buscan la compañía de quienes no los eligen para pasar tiempo juntos. Por ello, los jóvenes interactúan tanto con viejos como con otros jóvenes. Pero los viejos pasan más tiempo con sus congéneres favoritos.

El comportamiento social de los mayores, humanos o chimpancés, es una adaptación a las limitaciones que impone la edad y no parece depender de capacidades mentales o de la preocupación por el futuro. Parece regirse por el beneficio mutuo y por la búsqueda selectiva de relaciones sociales estrechas y gratificantes. Un ejemplo de madurez, diríamos.

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