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No solo es cosa de los etiquetadores de ChatGTP 

Los nuevos trabajos fantasma que trae la era digital

30/05/2023 - 

MURCIA. Que las nuevas tecnologías y la inteligencia artificial iban a acabar con algunos puestos de trabajo y a generar otros de nuevo sello, ya se sabe. De lo que no se habla tanto es de que el desempeño de determinadas tareas asociadas a ello no siempre aportan valor profesional ni supone un salto cualitativo de vida. 

La antropóloga e investigadora Mary L. Gray fue una de las primeras personas en denunciar que los gigantes de internet recurren a “un ejército de trabajadores fantasma” que corrigen los fallos de sus algoritmos a tiempo real. En esta línea va el libro que publicó junto a Siddharth Suri, investigador de inteligencia artificial en Microsoft, con el título en castellano ‘Trabajo fantasma. Cómo evitar que Silicon Valley constituya una nueva subclase global’.

El libro, publicado en 2019, cita casos como los repartidores de Deliveroo, los conductores de Uber y a empresa como Facebook o Instagram. Si ahora vuelve a hablarse de esta obra, es a raíz del ‘escándalo’ de los etiquetadores que se han utilizado para el desarrollo de ChatGTP de Open AI, muchos de ellos contratados en Kenia al precio de entre 1,32 y 2 dólares la hora, según experiencia y rendimiento. Luego se aclaró que el pago en un país donde el SMI está establecido en 138.00€ al mes no es an injusto.

El trabajo de un etiquetador se basa en pasar horas revisando y clasificando montones de contenido, desde texto hasta audiovisual, tratando de afinar el máximo posible y eliminando contenido tóxico en lo que luego será el corpus de aprendizaje de una inteligencia artificial creada para un uso determinado. Limpiar esos contenidos y etiquetarlos es más una cuestión de paciencia y de pasar muchas horas delante de la pantalla que de especialización profesional, de aquí que sea un trabajo de remuneración templada.

Moderadores de contenidos

Muy ligado al anterior va también el trabajo de los moderadores de contenidos. Se encargan de velar por el cumplimiento de unas normas de comportamiento básicas en las redes sociales, foros de internet, chats o juegos online, entre otros. El trabajo no es sencillo si se tiene en cuenta los millones de comentarios que, solo en las redes, se vierten a diario y la ingente cantidad de fotos de todo tipo que se publican.

Cierto que las grandes empresas, cuentan ya con filtros que detectan y eliminan de forma automática determinado tipo de contenidos haciendo uso de la inteligencia artificial, pero casi siempre las decisiones de la IA deben ser confirmadas y actualizadas por el ojo humano volviendo de nuevo a la situación anterior con empresas que ofrecen este servicio a otras que prefieren externalizarlo.

Demanda para desempeñar este trabajo hay, valga como ejemplo las 1523 ofertas para moderador de contenidos que en febrero de 2023 se anuncian en el buscador de empleo jooble. También en workana, con ofertas para freelance, se anuncian unos cuantos.

De los Netflix 'tagger' a los Local Guides de Google map

Igualmente, el trabajo de un tagger -etiquetador en inglés- se basa en beberse horas de contenido de la plataforma audiovisual para anticipar aquellas producciones candidatas a convertirse en una ‘casa de papel’ y descartar posibles bodrios.

El tagger es una figura que llegó a Netflix en 2014. Sus profesionales se ganan la vida viendo todo lo que la plataforma sube a su aplicación y etiquetando los contenidos para que puedan presentarse luego bien segmentados. Por regla general, se les exige ver más de 20 horas de contenido en Netflix a la semana, además de etiquetar y escribir informes. Se les atribuye un salario anual de, aproximadamente, 72.000 dólares americanos, país en el que trabaja la mayoría de estos profesionales. 

Otra misión bastante desconocida es la de los local guide de los que se vale Google Maps para atinar con las valoraciones y los sitios que hay en cada punto geográfico. La comunidad la constituye todo un ejército global “de exploradores” que escriben opiniones, comparten fotos, responden preguntas de otros usuarios, agregan o editan lugares y verifican información en Google Maps para mantenerla actualizada en todo momento. 

Al objeto de garantizar su neutralidad, los local guide no reciben un salario, pero sí recompensas en forma de puntos. Se basan, por ejemplo, en el acceso anticipado a funciones de Google, algunos descuentos especiales o invitaciones a eventos. Existen 10 niveles de  local guide con un sistema propio de puntuaciones. Así 10 puntos se obtienen por opinar sobre un sitio o 15 puntos por cada lugar nuevo que se añada. El nivel 10 está en 100.000 puntos, pero ¿qué hacer con ello cuando se llega a lo más alto del escalafón?

Programadores en el lado del mal

Aquí ya hablamos de otro nivel porque para diseñar programas maliciosos o páginas de phishing hace falta cierta especialización. Sin embargo, un estudio reciente realizado por Kaspersky, empresa especializada en soluciones de ciberseguridad, pone de manifiesto que desarrolladores, diseñadores y atacantes son los perfiles más demandados dentro de la comunidad cibercriminal.  Según este, los desarrolladores web que crean productos como páginas de phishing suponen el 60% de las ofertas de empleo que se publican en la darknet. De media, aseguran, los salarios se sitúan entre los 1.200 y los 3.700 euros al mes”, una insignificancia con que suele pedirse luego para rescatar el sitio comprometido.

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