En esta semana, y en esta jornada, en la que me apresuro a felicitar la Navidad a los lectores de nuestros ayeres, vamos a transitar de nuevo los días últimos del histórico año 1975 para recordar cómo transcurrieron aquellas fiestas y qué cosas las hacían distintas a las de hoy.
Eran, de entrada, unas Navidades más concentradas en el tiempo en que toca celebrarlas calendario en mano, menos ruidosas, menos iluminadas, aunque no menos luminosas, y completamente ajenas a usos, como los multitudinarios aperitivos-comida-tardeos de Nochebuena y Nochevieja, que llegaron tiempo después y que han arraigado de forma sorprendente.
El primer día de la semana, que no fue coincidente entonces con el esperado sorteo de Navidad de la Lotería, celebrado el sábado anterior, tenía programados dos señalados momentos del programa prenavideño: el final de la Semana de Música en la Navidad, que alcanzaba aquel año su cuarta edición, y la inauguración del belén municipal, que en nuestros días tuvo lugar allá por el día de la Purísima.
La clausura de la semana musical, que se había extendido desde el día 16 de diciembre, se celebró en el Romea, con un concierto a cargo de la Orquesta y Coros Nacionales de España, bajo la dirección de Rafael Frühbeck de Burgos, que interpretaron La procesión del Rocío, de Joaquín Turina; y la Novena Sinfonía, de Beethoven. Fue un cierre de indudable prestigio.
La Nochebuena era, con la salvedad de quienes acudíamos a las misas de medianoche, recogida, silenciosa y familiar"
La Orquesta Nacional de España fue fundada en 1937, durante la Guerra Civil española, aunque se relanzó definitivamente en 1942, y desarrolló desde entonces una intensa labor concertista, con amplia temporada en Madrid. El Coro Nacional de España, por el contrario, era en 1976 casi un recién nacido, pues su primera actuación tuvo lugar en octubre de 1971, junto con la Orquesta y dirigidos por Frühbeck de Burgos, que estuvo al frente de las dos entidades hasta 1978 y fue, en consecuencia, el primero que dirigió conjuntamente a ambas formaciones.
De forma simultánea al concierto, se inauguraba en la Glorieta, frente a la fachada del Ayuntamiento, el belén municipal, al que contribuían el denominado Gremio de Artesanías Varias y la Asociación de Belenistas, contando el acto con la presencia de las autoridades y la actuación de la Campana de Auroros del Carmen de Rincón de Seca, que interpretó las clásicas salves de Navidad y coplas de aguilando.
Precisamente, a la música tradicional vinculada a la Navidad se refería un artículo de Carlos Valcárcel publicado en aquellas vísperas navideñas de hace medio siglo en La Hoja del Lunes, citando las coplas cantadas de puerta en puerta por auroros y cuadrillas, día a día, de la Purísima a Reyes. Y las misas de gozo, y las de pastores.
Durante aquellas jornadas navideñas de 1976 se estrenaron en Murcia varias películas que hicieron historia, como 'Amarcord', de Fellini, en el Rosi; la española 'Furtivos', de José Luis Borau, en el Coy y 'Tiburón', el primer gran éxito de Spielberg, en el Rex"
Una misa de ese tipo que pervive desde hace largos años es la que se celebra en la medianoche del sábado anterior a Nochebuena en la iglesia de San Nicolás. Allí tuvo el gusto de oír quien estas líneas suscribe a ilustres abanderados de nuestra música tradicional, como el Tío Juan Rita o el auroro Gambín.
Hay que significar, fuera del programa estrictamente navideño, pero dentro de la ocasión propicia para ir al cine en días festivos o vacacionales, que durante aquellas jornadas navideñas de 1976 se estrenaron en Murcia varias películas que, casa una a su modo y en su estilo, hicieron historia, como Amarcord, de Fellini, en el Rosi; la española Furtivos, de José Luis Borau, en el Coy (de la que nos mandaron hacer un comentario crítico en el COU de los Maristas) y Tiburón, el primer gran éxito de Spielberg, en el Rex.
Tan cierto como que el día de su estreno, 22 de diciembre de 1975, “en el primer pase -el de las cuatro y media de la tarde- más de dos mil personas se aglomeraron en las puertas de la sala de proyección para presenciar la película (la capacidad de la sala alcanzaba la mitad). La avalancha de público fue tal que, al parecer, se rompieron algunas cristaleras, teniendo que intervenir la fuerza pública. Las colas, las enormes colas, entorpecieron el tráfico por la calle Vara de Rey”.
Y dentro de esa programación complementaria, siempre oportuna para dar ocupación a los más pequeños, quedó instalado en aquel espacioso lugar que luego ocupó Centrofama el Circo de Inglaterra, que se estrenó el día de Navidad, con tres sesiones, una matinal, otra vespertina y la tercera nocturna.
Como gran atracción se ofrecía la actuación estelar del caballo de Pippi Långstrump o Pippi Calzaslargas, aquel personaje de televisión que protagonizaba una serie sueca de 1969 estrenada en España en 1974 y de gran éxito en su momento. A saber de dónde habrían sacado el caballo y cuáles serían sus habilidades. Por no hablar de los elefantes futbolistas.
Al terminar el ensayo ya resultaba imposible tratar de tomar un café en lugar alguno: Murcia, a eso de las seis de la tarde, estaba cerrada a cal y canto"
Lo cierto es que las Navidades eran otra cosa, y se desarrollaban en un ambiente muy diferente, como es de razón tras 50 años transcurridos, y para confirmarlo basta con contar una anécdota muy ilustrativa. Durante la segunda mitad de los años 70 y primeros años 80 del pasado siglo, un grupo de jóvenes universitarios que formábamos una comunidad cristiana al amparo de la Compañía de Jesús, con sede en el Edificio Fontanar, cantamos, con el refuerzo de algunos amigos y amigas la misa de Gallo de Santo Domingo.
El último ensayo era siempre a primera hora de la tarde, y al terminar, ya resultaba imposible tratar de tomar un café en lugar alguno. Murcia, a eso de las seis de la tarde, estaba cerrada a cal y canto. Y al concluir la misa, sobre la una de la madrugada, nuestros pasos se encaminaban por una Trapería medio desierta hacia el belén municipal para cantar unos villancicos.
La Nochebuena era, con la salvedad de quienes acudíamos a las misas de medianoche, recogida, silenciosa y familiar. No en vano, la versión de Noche de Paz, el célebre villancico austriaco de 1816, declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la humanidad en 2011, en la versión que popularizó Bing Crosby en 1935 lleva el título de Silent Night. Por algo será.