CARTAGENA. El submarino S-81 ya está en el agua. La maniobra se llevó a cabo este viernes, retrasada una semana por las condiciones climatológicas adversas, que impedían que el primero de la serie S-80 pudiera, por fin, soltar lastre.
Expectación en el muelle junto al antiguo Real Club de Regatas de Cartagena, donde aficionados al mundo del arma submarina y curiosos pudieron ver en directo la maniobra del Isaac Peral, que comienza, de esta manera, su primera andadura ya en el agua. La dotación del S-81 por fin pudo subir a la embarcación para formar parte de estas maniobras.
Astillero #Cartagena:
— Navantia Oficial (@NavantiaOficial) May 7, 2021
Listos para la puesta a flote del #S81 #IsaacPeral
Así ha sido la maniobra de su traspaso al dique flotante#SSK #Submarine @Armada_esp pic.twitter.com/wWzmKE579f
Para acometer la maniobra, el submarino fue colocado el pasado miércoles en el dique flotante. A lo largo del día de hoy se han desarrollado los trabajos necesarios para poner el submarino en el agua en condiciones de seguridad y preparado para las pruebas.
Este viernes, el dique se ha movido hasta la fosa, el lugar de la dársena con el calado necesario para inundarlo. Allí se ha sumergido mediante la inundación de sus lastres, comenzando el submarino a tocar el agua y, poco a poco, a flotar por sí mismo, mientras personal de Navantia y de la dotación ha realizado distintas comprobaciones de seguridad en el interior del buque.
Después, con la ayuda de los prácticos, los remolcadores y empujadoras han sacado el submarino del interior del dique y lo han trasladado hasta el muelle de armamento. El submarino carece de propulsión operativa hasta que se hayan realizado las pruebas de puerto sobre amarras.
"La puesta a flote es un hito de seguridad en la construcción del submarino y es también un gran acontecimiento para Navantia y sus profesionales y para todos los involucrados en este gran proyecto", ha dicho el presidente de la compañía, Ricardo Domínguez. "Todos juntos, la Armada, el Ministerio de Defensa, Navantia y su industria colaboradora damos un salto cualitativo en nuestras capacidades estratégicas y nuestra proyección en el mercado internacional", ha añadido.
Junto a la dirección de Navantia y del astillero de Cartagena, han asistido a la maniobra la secretaria de Estado de Defensa, Esperanza Casteleiro y personal de la Dirección General de Armamento y Material (DGAM); además de responsables de la Armada, encabezados por el Almirante Jefe de Apoyo Logístico (AJAL), Almirante Aniceto Rosique Nieto y el Almirante del Arsenal de Cartagena (ALARCART), Vicealmirante Pedro Luis de la Puente García-Ganges; así como la presidenta de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), Belén Gualda.
A partir de ahora, las pruebas de puerto permitirán comprobar todos los sistemas del buque, con diversos hitos de seguridad, como el embarque de gasoil, la carga de batería o la prueba de propulsión sobre amarras. En el primer trimestre de 2022 comenzarán las pruebas de mar y un año después será entregado a la Armada española.
Se prevé que, después de un año realizando pruebas, al submarino S81 se entregue a la Armada en el primer trimestre del 2023 y, a partir de ese momento, la cadencia de entrega de los demás buques será de dos años entre ellos.
Se calcula que en 2026, los cuatro sumergibles encargados a Navantia de la serie S-80 (el S-81 Isaac Peral, el S-82 Narciso Monturiol, el S-83 Cosme García y el S-84 Mateo García de los Reyes) estarán operativos.
Solo nueves países del globo -EE.UU., Francia, Reino Unido, Alemania, Suecia, Rusia, Japón, China y Corea del Sur- tienen actualmente la capacidad de diseñar y construir submarinos, un reducido grupo al que se sumará España de llegar el S-81 Isaac Peral a buen puerto.
En el caso de los S-80 (además del Isaac Peral, Navantia realiza otros tres para la Armada), su construcción se tuvo que parar en seco en 2012, ocho años después de la puesta en marcha del proyecto, por un problema con los pesos, lo que obligó a replantear el diseño, alargando hasta los 80,8 metros de eslora, y más autonomía de desplazamiento. El techo de gasto se fijó en 2018 en 3.907 millones de euros.
Ello los convierte el arma submarina no propulsada con energía nuclear más avanzada del mundo, y susceptible de optar a contratos como el de la India, cuya Marina prevé comprar seis sumergibles.