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Entrevista con motivo de su charla suspendida por el coronavirus

Lo que Vicente Todolí podría haber dicho en Murcia y no pudo: "Se han hecho obras faraónicas para museos que son tumbas" 

15/03/2020 - 

MURCIA. Esta entrevista se produjo con motivo de una charla que iba a tener lugar esta semana en Murcia y que no llegó a producirse. El protagonista de este acto inexistente iba a ser el ‘curador’ de arte Vicente Todolí, uno de los nombres imprescindibles si se habla de arte contemporáneo en España tras haber dirigido un transatlántico como la Tate Moderm Gallery; haber navegado a vela a bordo del IVAM (Instituto Valenciano de Arte Moderno) y del Museo de Arte Contemporáneo Serralves; y llevar, en la actualidad, el timón de la dirección artística de Hangar Bicocca de Milán, uno de los centros de arte contemporáneo más punteros de Italia y el mayor espacio expositivo de Europa. Todolí iba a ser entrevistado en un acto con público por Joan Bautista Peiró, comisario de Orígenes, la exposición de la Colección de Arte Contemporáneo de la Fundación Caja Mediterráneo que está previsto que permanezca en el Palacio del Almudí hasta el 17 de abril. Las medidas aplicadas para combatir el coronavirus impidieron que Todolí, finalmente, pudiera acudir a este acto –“no doy conferencias desde hace años, sólo acepto formato de entrevista en público y con público”, había comentado con anterioridad-, pero Murcia Plaza ya había conversado con él y recogido en este texto algunas de las reflexiones que podría haber dicho  este ‘curador’ de arte en Murcia y no pudo. Sobre museos, colecciones y ¡cítricos!

Reflexiones sobre, por ejemplo, su experiencia en la dirección de los museos y fundaciones para los que ha trabajado. “Un museo como la Tate es un transatlántico, donde tomar la decisión de virar no es inmediata; hay que tomarse un tiempo y muchas energías se quedan en el camino; aunque también te permite ir al final del mundo. Si embargo, un barco de vela, que es mi formato favorito, puede virar en unos segundos, pero para llegar al fin del mundo tienes que hacer escalas. Yo prefiero el barco de vela, porque te mojas con el mar, mientras que en el transatlántico ni lo notas. Para mí, el mar es el arte”.

Todolí explica que prefiere los proyectos que le permitan "trabajar con buenos medios, libertad absoluta y agilidad; en los que poder dedicar gran parte de las energías al contenido, al arte, y no a los procesos". Y, en ese sentido, tiene claro que "a mayor poderío, menos libertad; a menos poder, más libertad". "Museos como el Serralves o el IVAM cuando empezamos eran así, un barco de vela, aunque de Fórmula 1; donde se primaba el contenido, donde se podía invertir energía y recursos en el objetivo y no en el proceso", recuerda.

Los grandes museos han cambiado el objetivo del arte como prioridad al de la supervivencia del propio museo; si antes estaban al servicio del arte, quizás ahora están sirviéndose del arte

Vicente Todolí considera, por otra parte, que "los grandes museos han sido víctimas de su propio éxito, con el boom del arte contemporáneo, las grandes colas, la generación de recursos,…", que tuvo como consecuencia que "los gobiernos fueran reduciendo sus aportaciones". En consecuencia, "los grandes museos tienen el problema de que se ven obligado a programar de cara al público para poder subsistir. Han cambiado el objetivo del arte como prioridad al de la supervivencia del propio museo; si antes estaban al servicio del arte, quizás ahora están sirviéndose del arte". En este sentido, afirma que "si eres comercial ya no eres libre".

Además, este 'curador' de arte sostiene que, en ocasiones, "se ha primado el continente al contenido, con grandes obras faraónicas, que son pirámides, ¡son tumbas! Un museo es una actividad, no un edificio; puede ir donde sea y puede hasta no tener edificio, puede ser nómada", destaca.

El 'curador' de arte al que no le va mucho ese mundo 

     

Vicente Todolí es, para que se haga una idea el público murciano que no pudo asistir a esta charla, una persona bastante clara, que habla con rapidez y que no está sujeto a convencionalismos. Como cuando dice que en su casa no tiene colgadas obras de arte, "sólo algún póster y algunas fotografías; mi casa es mi refugio y no quiero que me recuerde mi quehacer diario". O cuando sostiene: "Me gusta el arte, pero digamos que lo que hay alrededor no es para mí". En este sentido, explica que "en el IVAM y el Serralves no tenía que tener relación exterior, se encargaban otras personas. En la Tate,... una y no más. Suponía un esfuerzo increíble, había que salir al mundo a seducir y ahí fue donde realmente terminé harto y dije: nunca mais". Tampoco es muy dado a recibir elogios:"Me concentro en mi trabajo y en mi pasión, e intento evitar la parte más mundana".

"Me gusta la soledad y estar en círculos más íntimo",  cuenta, al tiempo que desmiente algunas de las cosas que se ha dicho sobre la austeridad con la que vive. "No, no es verdad que viva sin luz, ni agua, ni teléfono,... Eso es lo dijo Juan Cruz -recuerda un poco entre risas- porque tengo una finca en la montaña que es verdad que no tiene nada, ni cobertura, y voy de vez en cuando. Pero yo vivo donde está mi Museo de Cítricos, mi base de operaciones está enclavada entre cítricos". Y conviene aclarar que allí, Todolí goza de todas las comodidades y avances tecnológicos propios de estos tiempos.

El Museo de Cítricos es mi museo; otras veces lo he hecho para otros y éste lo he hecho  para mí

Y es que, aunque viaja constantemente a Milán, donde actualmente tiene su principal trabajo -ahora, con la que está cayendo, no puede hacerlo-, Vicente Todolí siempre vuelve al Huerto Botánico y Citrícola que creó hace siete año en Palmera (Valencia), su tierra,  "para impedir que un proyecto urbanístico acabara con buena parte de la huerta; eso me impulsó a lanzarme". "Es un museo, pero es mí museo. Otras veces lo he hecho para otros y éste lo he hecho para mí, para dejarlo de legado y para difundir la cultura del cítrico", dice orgullo sobre este jardín que sigue la tradición árabe y en el que se producen 400 variedades distintas de cítricos.

Además, tiene la ventaja de que "es un museo donde no hace falta cambiar la colección, porque cada día cambia", dice este experto en arte, quien, investigando sobre el tema, descubrió que el primer productor de cítricos fue Cosme I de Medici , gran patrón de las artes. Lo que no es de extrañar, porque Todolí recuerda que "para los árabes el lugar más cercano al paraíso en la tierra era el jardín de cítricos, el jardín cerrado. Es una experiencia estética". Es, además, el lugar donde este 'mirador' de arte puede "limpiar la mirada y dejar abierta la mente para aprender de fuera".

Un aprendizaje que sigue acompañándole en el arte, porque para que un proyecto le seduzca "me tiene que divertir y tiene que ser diferente. Repetir fórmulas no me atrae; si es algo nuevo tengo que aprender cómo hacerlo y ahí el proceso es importante y puedo ampliar mi experiencia". Por eso, una colección debe "tener personalidad y cumplir la misión en el mundo del arte de ser diferente. Lo que me interesa de una colección es encontrar otra mirada y ver artistas distintos que tenga un discurso propio".

Y en esa búsqueda de "miradas nuevas que ensanchen mi visión del mundo" sigue Vicente Todolí, quien asegura que "siempre estoy viendo colecciones, imágenes de obras de artistas,... Siempre estoy mirando, cuando no estoy mirando arte estoy mirando cítricos". 

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