La autora del libro en el que se inspiró la serie Veneno debuta como directora con una serie sobre el auge y caída de la reina del destape, Nadiuska
MURCIA. Desde que Valeria Vegas (Valencia, 1985) inició su proyecto documental sobre Nadiuska, no han sido pocas las ocasiones en las que le han preguntado si la estrella del destape seguía viva. Tener que desmentirlo una y otra vez, e informar de que el mito erótico de los setenta se había desvinculado de su pasado y residía en un psiquiátrico, reafirmaba a la periodista y ensayista en su debut como directora.
La actriz mejor pagada de la Transición, reclamo en los cines, portada de revistas y fondo de cabina de los camioneros de la época, terminó viviendo en la calle y buscando alimento en los cubos de basura.
En El enigma Nadiuska, la documentalista valenciana entrevista a compañeros de rodaje de la protagonista de Último deseo y Conan el Bárbaro, como José Sacristán, Jorge Sanz y Máximo Valverde, actrices del periodo, caso de Silvia Aguilar, Jenny Llada, Sara Mora y Carmen Platero, y voces del presente que reflexionan sobre salud mental y abusos en la industria audiovisual, entre las que se encuentran Lidia San José, Berta Vázquez, Angy Fernández y Anna Allen.
En su docuserie de tres capítulos, presentada en la primera edición del festival South International Series de Cádiz, la autora del libro en el que Los Javis se basaron para su serie Veneno, ¡Digo! Ni Puta Ni Santa. Las memorias de La Veneno, no solo aspira a reivindicar a la diva nacida Roswicha Bertisha Smid Honczar, sino también a las estrellas del género erótico que subvirtió la censura en nuestro país y, sin embargo, se convirtieron en el eslabón más débil de la cadena. Atresplayer estrena la propuesta este 29 de octubre.
- ¿Cuándo incorporaste a Nadiuska a tu altar de diosas?
- Soy del 85, así que no pude vivir su gran momento, pero en los años noventa, Nadiuska vuelve a despuntar a través de una tragedia, que es cuando se da la noticia de que la han desahuciado. A partir de ahí fue de mal en peor. Yo recuerdo que levanté la cabeza porque mi madre estaba alarmada frente a la televisión, diciendo, “pero, pobre chica. ¿Como puede ser esto? Por Dios, que alguien la ayude”. Con 14 años, al ver a mi madre impactada, me pregunté quién era aquella mujer que lo había tenido todo y había acabado así. Ponían imágenes de archivo y me llamó la atención lo distinta que era del resto de actrices de la época. Tuvimos a artistas guapísimas, como María José Cantudo, Bárbara Rey o Ana Belén, pero Nadiuska era un felino, lo más parecido a Sofía Loren en nuestro cine renqueante de aquellos años.
- ¿Qué tapa la industria del destape?
- Era imposible hablar de Nadiuska y no del cine en el que ella reinó, pero a medida que fuimos haciendo entrevistas, las revelaciones se hicieron más grandes. Conseguí sentar a Silvia Aguilar, Jenny Llada o Sandra Alberti, actrices que tuvieron sus portadas de interviú y sus reportajes, pero hace años se alejaron de esta industria. Eso les permite hablar con mucha más tranquilidad. Si tú quieres sentar a Victoria Vera o a la Cantudo, no van a hablar mal de sus productores, porque guardan la esperanza de volver. La manera de poder contar esta historia era con mujeres que estuviesen en paz consigo mismas. Fueron dos días de entrevistas y el equipo estaba conmocionado. En el segundo capítulo cuentan lo que les pasó, pero sin revelar nombres. Después, fuera de cámara, me decían qué actores y productores cometieron abusos. No se han marcado ningún farol.
- Sin embargo, no hay denuncias.
- El gran problema en los #MeToo es que las víctimas no tienen pruebas. Ha ocurrido todo de puertas para adentro, así que no pueden hacer una acusación de un delito grave. El caso Weinstein responde a que había correos, mensajes y amenazas. Eran muchas las mujeres y pudieron hacerse fuertes, mientras que aquí, las actrices comentan que nadie las iba a creer, porque eran chicas que se desnudaban hace 40 años. En la mentalidad de la gente de entonces eran unas perdidas.
- En la serie se destaca que los abusos no solo estaban circunscritos a la industria audiovisual, sino que incluso llegó a haber un book con las actrices del destape que circulaba entre las altas esferas.
- Sí, utilizaban las portadas de interviús para poder ofrecerlas. Carmen Platero lo comenta en uno de los testimonios, eran el mercado de la carne. No eran prostitutas, sino actrices que madrugaban para trabajar, pero la eclosión del género provocó que con ellas se traspasaran ciertas líneas. Tuvimos un testimonio de una de las pocas mujeres script de los años setenta que vivió el rodaje de Padre soltero en la vida y fue testigo de cómo Nadiuska tuvo que parar el rodaje porque se estaban sobrepasando. Pero si no eras una primera figura y te quejabas, te quedabas sin trabajo.
- A través de esa instrumentalización de sus cuerpos, hubo algunas actrices, como Perla Cristal, que se empoderaron. ¿Qué opinas sobre el debate actual acerca del capital erótico como una forma de emancipación femenina?
- Perla acaba de cumplir 92 años y es una mujer que al ser más mayor ha tenido un recorrido. Pero hay un par de casos, los de Ivonne Sentis y Silvia Aguilar a las que se ve todavía asustadas. En aspectos de erotismo como en otros tantos de la vida, nunca podemos generalizar, hay gente a la que empodera, como hay gente a la que le humilla. Cuando la decisión es tuya, hay una seguridad en ti misma y vas a defender tu cuerpo por encima de estereotipos. Creo que el erotismo empodera siempre que esté vinculado al arte. El arte es provocación. Jeff Koons, por ejemplo, ha tocado el erotismo, durante un tiempo con Cicciolina. Depende de lo bien que lo lleve la persona y también de los ojos con que lo vean los demás.
- ¿Cuántas puertas te ha abierto Veneno?
- Muchas. Sobre todo me ha dado mucha visibilidad. La Bombi es la del 1, 2, 3, la Cantudo, la de la trastienda y el felpudo, y yo, la del Veneno. Aunque desde hace menos de un año soy la de Sonsoles, porque colaboro en el magacín de Antena 3 presentado por Sonsoles Onega. Depende del target (risas). El tema de Nadiuska me ha acompañado toda la vida e intenté moverlo en 2019. Un productor me tuvo un año mareando la perdiz, pero Veneno me colocó en un punto donde por lo menos me escuchan. También he intentado hacer otras cosas y no han salido. No es la llave mágica.
- Cuando te entrevisté para la revista Plaza, dijiste que la próxima meta era que a las actrices trans se les diera papeles sin saber su identidad. ¿Se puede considerar que con esta serie tú misma, como creadora de contenido, también has llegado a esa meta? Hasta ahora, te habías volcado en proyectos de visibilización de la realidad LGTBI, pero aquí haces una serie sobre una actriz cisgénero a la que admiras.
- Ese activismo no lo puedo perder, porque es innato, pero también me he permitido contar otras historias que no son solo LGTB. De hecho, a las comunidades les fascinan divas como Cher o Nadiuska, porque era exótica y erótica. La diferencia es que yo no soy actriz. Ellas dependen de la industria mucho más que yo, que genero mi propio contenido. Quizás no tengo un caché como algunas artistas, pero gestiono los libros que voy a escribir, mientras que ellas siempre van a depender del guión que les va a llegar, del objetivo del productor, de la idea que tenga el director del personaje... Están un poco más sometidas, pero espero que se rompa el maleficio.
- En la serie haces un despliegue de fotos y recortes de prensa sobre una pared, ¿es tu proceso habitual de documentación o este proyecto te daba juego para plantearlo como un true crime?
- Tengo muchas notas, decenas de libretas que creo que con el tiempo solo entendería yo, porque pongo muchas flechas, subrayo.., (risas) Son demasiado estridentes. La serie tiene un matiz true crime, pero porque la historia lo requiere, no es forzado. Si tú haces un documental sobre Pajares o Carmen Sevilla, no puedes plantearlo como true crime, porque pese a la tragedia no hay misterio. La gente piensa que Nadiuska vive encerrada en un psiquiátrico por el abuso de drogas y alcohol. Todo el mundo asocia que un juguete roto acaba así por adicciones, pero no, en su caso se rodeó de muy malas compañías, fue utilizada por un representante, Damián Rabal, y no vamos a hacer más spoiler. Eso me ha llevado a jugar a agente del FBI.
- En el primer episodio se escucha una frase que remite a Britney Spears: “no estaba loca, sino que la volvieron loca”. ¿Por qué hay tantos casos de mujeres libres a las que se estigmatiza con problemas de salud mental?
- La suerte es que aunque a Britney se la sigue cuestionando, por fin se ha hecho dueña de su vida. A Nadiuska le pasó más factura. La industria de la música, aunque muy cambiante, es un lugar de redención, mientras que el cine te deja marcadísima. Kylie Minogue, superados los 50, acaba de sacar un disco y es número uno en Inglaterra, como antes Cher, Tina Turner o María Jiménez. Hay actores de los noventa que lo hacían todo y ahora han desaparecido. A Nadiuskla la asociaban a los setenta y cuando llegó ese cine nuevo, donde estaban Charo López Ana Belén, Victoria Abril, Carmen Maura..., la hicieron de menos.
- ¿Crees que también había un componente xenófobo?
- Había racismo. Por muy true crime que sea esta serie, hay un respeto y un intento de ensalzar a Nadiusa y hacerle un homenaje. No quería ninguna idea negativa hacia ella, así que eliminé la participación de una actriz que hizo comentarios xenófobos como “quitó mucho trabajo a las españolas” e “hizo mucho daño”. Había industria para todas. Las actrices se quitan papeles aunque sean españolas. En el episodio tres, Lidia Sanjosé dice que cuando tú haces un papel es porque otras no van a hacerlo. La desgracia de Nadiuska fue que fue muy odiada por ciertas compañeras y muy utilizada por cierto tipo de hombres.
A finales de los 90, una comedia británica servía de resumen del legado que había sido esa década. Adultos "infantiliados", artistas fracasados, carreras de humanidades que valen para acabar en restaurantes y, sobre todo, un problema extremo de vivienda. Spaced trataba sobre un grupo de jóvenes que compartían habitaciones en la vivienda de una divorciada alcohólica, introducía en cada capítulo un homenaje al cine de ciencia ficción, terror, fantasía y acción, y era un verdadero desparrame