MURCIA. Las obras diseñadas por prestigiosos arquitectos a partir de los años sesenta en La Manga del Mar Menor forman parte de su identidad y son un referente de una arquitectura 'de playa' de calidad. Y si bien es cierto que de todo se puede encontrar en esta lengua de tierra entre dos mares, víctima de un urbanismo caótico, merece la pena destacar el legado de algunos de estos profesionales, entre los que destaca Antonio Bonet -al que ya le dedicamos un artículo-, Corrales y Molezún, Joaquín Sebares o Fernando Garrido.
Algunos de ellos se encontraron con un espacio prácticamente virgen donde poder dar rienda suelta a su creatividad siguiendo los cánones del movimiento moderno imperante. Otros llegaron más tarde, pero también dejaron una impronta que no siempre es fácil de descubrir a lo largo de tantos kilómetros y, sobre todo, entre tanto ladrillo. Pero, por poner algunos ejemplos, baste decir que La Manga tiene sus rascacielos, un edificio en forma de pirámide y hasta un 'ovni' paradisíaco a orillas del mar. Estos son algunos de los arquitectos y sus obras que han dejado huella en esta zona de litoral que se reparten Cartagena y San Javier.
Las obras de los arquitectos José Antonio Corrales Gutiérrez y Ramón Vázquez Molezún ocupan un lugar destacado en el paisaje arquitectónico de La Manga, con agrupaciones de viviendas en serie como son los bungalows en la subida al Monte Blanco (1966); los Apartamentos Soling (1978), en los que se resuelve de forma magistral el escalonamiento hacia el mar; o los Bungalows Dos Mares (1968), junto a la Plaza Bohemía, que conforman dos grupos paralelos de viviendas a ambos lados de una vía interior.
Corrales y Molezún también son los arquitectos de uno de los grandes hoteles de La Manga, el Galúa (1965), sobre la estribación rocosa contigua al Monte Blanco. Este gran edificio se adentra en el mar en una situación de privilegio paisajístico, pudiéndose divisar desde sus instalaciones tanto Cabo de Palos como las Salinas de San Pedro. Ahí es nada.
El arquitecto Joaquín Sebares es el autor de dos de los edificios más altos de La Manga, concretamente de la Torre Varadero (1966), de veinte plantas y con forma de hélice de cuatro aspas, desde cuyos apartamentos se pueden disfrutar de las vistas de ambos mares; y del Zeus (1969), con el mismo número de plantas y similar estructura que el Varadero.
Sebares también proyectó, junto a Pedro Pan Da Torre, uno de los primeros hoteles de La Manga, el emblemático Entremares (1969), construido entonces con aunténtico lujo (en los mármoles de la entrada se puede descubrir fósiles) y donde Julio Iglesias rodó La vida sigue igual. Mucho han cambiado las cosas desde entonces -a pesar del título de la película-, pero el Entremares ahí sigue, adaptándose a los tiempos y ofreciendo una situación privilegiada en primera línea de playa del Mar Mayor.
Los Cubanitos (1971), el Centro Comercial Entremares, el apartahotel La Martinique (1980-81) y los apartamentos La Dominique (1987) - completamente pintado de blanco para jugar con las sombras de sus balcones y balaustradas- fueron otros proyectos significativos de Sebares.
La Vivienda Avante o Casa Cotorruelo proyectada como una casa unifamiliar por Fernando Garrido en 1976, al final de La Manga, en la zona de Veneziola. El casquete esférico que cubre el edificio, perforado por grandes círculos, le confiere una apariencia muy singular, tanto es así que hay quien lo conoce como el 'ovni' . Esta obra abierta a las vistas se integra en el paisaje sin quebrar la línea del horizonte, con un color tan mediterráneo como es el blanco. Actualmente acoge el exclusivo restaurante Collados Beach, donde se pueden disfrutar de otros mundos.