MURCIA. "Nunca había visto nada comparable a La Manga, un lugar mágico, y allí estaba yo solo en una duna infinita en mitad de dos mares". Son palabras de Antonio Bonet Castallena, el arquitecto que soñó con una Manga del Mar Menor muy diferente de la actual cuando, como uno de los principales referentes de la arquitectura moderna del país, se le encargó el plan inicial de ordenación urbana que debía transformar la lengua de tierra en un paradigma de desarrollo turístico. La realidad, ya se sabe, fue distinta a la soñada, pero aún así, si se va con los ojos abiertos y no se dejan engañar por las toallas de playa colgadas de los balcones, se podrán descubrir en esta zona del litoral auténticas joyas de arquitectura turística de calidad de los años 60 y 70.
Porque Bonet y otros arquitectos de referencia del momento se encontraron con una lengua de tierra prácticamente virgen entre dos mares y con libertad creativa para crear sus proyectos arquitectónicos en un paisaje de dunas y playas. Entre estos prestigiosos arquitectos que dejaron su huella en el paisaje urbanístico de La Manga del Mar Menor, cuando el fenómeno del turismo comenzó a demandar la construcción de hoteles y segundas residencias, se encuentran también nombres como los de Corrales y Molezún, Joaquín Sebares o Fernando Garrido.
Sus obras forman parte de la identidad de La Manga y son un referente de una arquitectura 'de playa' no siempre valorada como se merece, aunque cada vez está siendo más reconocida por profesionales actuales, que no olvidan el trabajo de "los valientes arquitectos de los años sesenta".
Sin duda, Antonio Bonet fue uno de los arquitectos más decisivos. De este discípulo de Le Corbusier es el Conjunto Hexagonal (1961), a la entrada de La Manga. Se trata de una torre de 14 plantas -originariamente de color marrón oscuro-junto a un conjunto de edificios de baja altura distribuidos en hexágonos, semejante a un panal de abejas -cubiertos en un principio de cerámica verde-. Aunque los colores de las fachadas se cambiaron durante una remodelación de la urbanización, muchos vecinos de los de 'toda la vida' siguen refiriéndose a estos edificios como 'la torre negra' y 'los verdes'.
También hay que destacar los Bungalows Malaret (1964) -igualmente a la entrada-, cerca de 60 viviendas construidas sobre una estructura metálica para dejar debajo un espacio útil y diáfano para la 'vida de playa', siendo la parte de arriba solo para el descanso. Muy cerca, y siguiendo una misma estética, se encuentra el edificio que hoy en día acoge el Museo Boyer Tresaco.
Llevan también la autoría de Bonet, entre otros muchos, el Edificio Babilonia (1967) -48 viviendas en la zona del Surfing-; Casa Rubio (1966) -que da al Mar Menor por un lado y a 'la Gola' por el otro-; los apartamentos Atamaría en el Campo de Golf; o el Club Náutico Dos Mares (1965), junto a la Isla del Ciervo, una de las construcciones más originales de La Manga, principalmente por sus dos enormes parasoles de hormigón que enmarcan las vistas del Mar Menor.
Cabe recordar que Antonio Bonet formó parte del Plan de Ordenación y Urbanización de La Manga del Mar Menor entre 1961 y 1964, proponiendo altas estructuras edificatorias, repetidas cada dos kilómetros, que se equilibrasen con arquitecturas de baja altura situadas entre ellas. "Este plan urbanístico no se llevó a cabo, pero de él heredamos la estructura de La Manga en polígonos de vivienda colectiva alternos con polígonos de vivienda unifamiliar", según se señalaba en una publicación del Consorcio de La Manga del Mar Menor.