Un fuego cruzado de misiles de corto alcance cubrió el cielo, proyectando una sombra sobre el Territorio-Europa en el otoño del Año II d.C. -después de la covid-. La Batalla de Kiev acababa de comenzar y Alemania se estaba rearmando, algo inaudito desde la II Guerra Mundial del siglo XX a.C. Desde entonces, el Skyhield sigue protegiendo con su silbido continuo el "skyline" de la Unión como un Escudo del Cielo.
Fue la respuesta alemana a aquélla primera invasión rusa, con los antiguos modelos Iskander y Kalibr surcando los cielos rumbo al Oeste. Alemania había tomado la iniciativa con su Arrow Weapon System, basado en el misil interceptor de origen israelí Arrow-3. Para ello, contaba con el centro de operaciones de misiles Tierra-Aire móvil de Airbus (Samoc) y su intento de extrapolarlo al resto de la Unión Europea. Otro punto de apoyo era el radar de largo alcance M-2080S Super Greene Pine, con estación de mando y control en Polonia, Rumania y los países bálticos.
Frente a la apuesta alemana de defensa europea, Estados Unidos había instalado, dentro del marco OTAN para Europa, los misiles interceptores SM-3 en Polonia y Rumanía contra misiles de medio alcance. Además, contaba con medios navales como la Fragata española F-100 y otros medios navales con sistema de combate, como el Aegis. La base de Rota era su centro de operaciones en España. Mientras que en Alemania se encuentra, en Ramstein, el cuartel general de las fuerzas aéreas de los Estados Unidos para Europa.
Europa se rearmaba, también con leyes que aumentaran su resiliencia. El Parlamento votaba esos días la Directiva que establecía obligaciones de seguridad para los operadores de servicios esenciales en los sectores críticos, como los hospitales, las redes de energía, los ferrocarriles, los centros de datos, las administraciones públicas, las laboratorios de investigación, y las fábricas de productos sanitarios y medicamentos esenciales. También representó un paso crucial en la mejora de la ciberresiliencia europea.
Dentro de la estrategia de ciberseguridad de la UE, en diciembre de 2020 la Comisión Europea propuso una reforma de la Directiva SRI (SRI 2), en respuesta a la evolución de las amenazas, por la transformación digital acelerada por la crisis de la Covid-19. El objeto era reducir las vulnerabilidades y aumentar la resiliencia física de las entidades críticas en sectores como la energía, el transporte, la salud, el agua potable, las aguas residuales, el espacio, la producción, transformación y distribución de alimentos.
La guerra de agresión de Rusia contra Ucrania dominaba la agenda de la Unión en materia de seguridad. La guerra no sólo amenazaba a Ucrania, sino que buscaba dañar la estabilidad y la seguridad mundiales. Dentro de la Unión, conllevaba una serie de riesgos para la seguridad de los ciudadanos, con nuevas incertidumbres acerca de los suministros de energía y otras materias primas, y las infraestructuras críticas, que eran objeto de ciberataques.
-Hola, David, estoy analizando el DOC1010-22, la norma que supuso un punto de inflexión en la guerra Este-Oeste, la de los ciber-sabotajes. La seguridad y la protección interiores de la Unión se vieron comprometidas por posibles ataques o accidentes causados por agentes químicos, biológicos o radiológicos en la zona de guerra. La delincuencia organizada también aprovechó rápidamente las vulnerabilidades de millones de personas que huían de la guerra, a través de la trata de mujeres y niños.
-Lo recuerdo, Laura, la UE se mantuvo firme y unida previendo una guerra híbrida fuera del territorio de Ucrania, intensificando la vigilancia y la coordinación con un mayor seguimiento del panorama de amenazas y, lo que es más importante, preparándose para una guerra convencional bajo el silbido de los misiles…