CARTAGENA. Una investigación de Rafael Sánchez Martínez, profesor del Departamento de Literatura Española, Teoría de la Literatura y Literatura Comparada de la UMU, ha sacado recientemente a la luz la existencia de un corral de comedias en Cartagena durante el Siglo de Oro. Como se pudo conocer gracias a ese estudio, dicho edificio, que contaba con todos los elementos propios de los teatros barrocos, se empezó a construir en 1614 entre la Casa Cervantes y el Ayuntamiento de Cartagena.
Tras situar a la ciudad de Cartagena en el panorama del Siglo de Oro de la comedia española, quedaba por averiguar qué reconocidos artistas pasearon por las calles cartageneras del siglo XVII y cuáles fueron las obras que deleitaron al público, incógnitas que ya tienen respuesta gracias a una nueva publicación de Rafael Sánchez, esta vez para la revista Atalanta, una revista digital con sello de calidad de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT) que se especializa en trabajos relacionados con el Siglo de Oro.
El estudio muestra como la ciudad de Cartagena del siglo XVII experimentaba un gran avance económico y social gracias a la relevancia de su puerto marítimo, uno de los principales de la Corona Hispánica, y disfrutaba del teatro comercial que se representaba en la Casa del Rey, un edificio que se encontraba en la actual Plaza del Rey. Según documentos inéditos, la actividad teatral en ese lugar provocaba incidentes y situaciones problemáticas, ya que el edificio se utilizaba también como armería, almacén y lugar de descanso para las tropas imperiales. Por lo tanto, se ordenó la construcción de un teatro en un solar entre la calle Bodegones y la calle Mayor (junto al Hospital de Santa Ana), un lugar céntrico que albergara expresamente estos acontecimientos y reportara también beneficios económicos a la ciudad en auge.
El enclave de Cartagena, eminentemente portuario, provocaba que el teatro tuviera un público específico, los marineros provenientes de galeras de Nápoles, Sicilia y Génova, así como “muchos grandes de España, títulos, caballeros y personas de mucha consideración” como reza un documento del Archivo Municipal de Cartagena (AMC). Esta incesante entrada de naves que demandaban arte dramático dio lugar a una ampliación del teatro, que se llevó a cabo en 1693, aumentando en más de 5 los 19 metros de planta que poseía el edificio.
Las compañías de la época seguían un itinerario concreto, iban por rutas consolidadas, representando su repertorio al llegar a cada ciudad. Una vez terminado, se informaban entre sí de los teatros más rentables. En la zona viajaban entre las ciudades de Murcia y Cartagena en orden indistinto.
Una de las compañías que trabajó este recorrido fue la de Francisco Mudarra, autor y actor de comedias, de quien hay constancia de que actuó el 21 de diciembre de 1634 en Murcia, en el teatro del Casón del Buen Suceso de Murcia y después se desplazó hasta Cartagena. En la ciudad sufrió un temporal de lluvias que le impidió apenas representar, por lo tanto, en enero del año siguiente (1635), reclamó una ayuda al ayuntamiento para sufragar los gastos de su nefasta estancia.
El también actor y autor de comedias, Lorenzo Hurtado, estuvo en 1638 en Cartagena, contratando actores y actrices para el elenco de su compañía, según evidencian unos contratos del Archivo General de la Región de Murcia (AGRM). En el artículo de Rafael Sánchez se detallan las cantidades y condiciones de dichos contratos. Tras esto abandonó la ciudad, camino de Valladolid para actuar durante el Corpus Christi, parando en Murcia a representar algunas obras, porque fue "una compañía de muy buena fama".
Ángela Barba, más conocida como La Conejera, también hizo acto de presencia en la Cartagena del seiscientos con su compañía de título real, quienes representaron 50 comedias en la ciudad, 34 nuevas y 16 viejas que se repitieron "cinco veces más o menos".
La fiesta del Corpus Christi se llevaba a cabo de forma prioritaria en la ciudad de Cartagena, como evidencia una carta del rey Felipe II, quien otorgó un permiso al cabildo civil para que gastara, durante cuatro años más, 200 ducados en la fiesta y procesión, lo que equivaldría a más de 33.000 euros actualmente. Dicho dinero se invertía en eventos parateatrales, como eran los gigantes y cabezudos, danzas del corpus y carros triunfales. Pero también se gastaba en autos sacramentales, representados por actores teatrales, a quienes, en esta época de festividades se les aumentaba la ración, es decir, su sueldo fijo diario.
Gracias a la existencia de la casa de comedias, la llegada de grandes compañías para representar el Corpus era recurrente. Algunas incluso se ofrecían para desempeñar esta labor, como es la de Damián Arias, que en 1630 postuló para este mérito, siendo aceptado por el ayuntamiento porque “su compañía es de las mejores que hay en España”, según reza literalmente un acta capitular del AMC.
Tras ver la luz estos documentos, se confirma que la Cartagena del Siglo XVII formó parte del panorama teatral barroco y por la que pasaron las mejores compañías del seiscientos, al igual que otras grandes ciudades de la Corona Hispánica. “El siglo XVII fue la centuria del auge del teatro comercial y moderno, una época donde nació una nueva forma de hacer y entender el teatro, la cual inundó todas las grandes ciudades españolas. Cartagena, sin duda, fue una de ellas” afirma Rafael Sánchez.