MURCIA (EFE). Los psiquiatras tienen ya una especialidad Infantil y de la Adolescencia, no así los psicólogos clínicos, que urgen más que nunca su creación ante el auge de trastornos mentales en niños y adolescentes tras la pandemia, más aún cuando la terapia constituye la primera opción de tratamiento frente al farmacológico.
Para ello, necesitan el apoyo de 7 comunidades, que ya está recabando la Sociedad Española de Psicología Clínica (Anpir); de momento, se lo han trasladado por escrito Cataluña y Murcia, y verbalmente Castilla-La Mancha y Comunidad Valenciana, que les han pedido que especifiquen lo que necesitan para cursar la solicitud de creación de especialidad al Ministerio de Sanidad.
Galicia se ha mostrado "receptiva" a estudiarlo, mientras que Navarra y Baleares esperarán a que el Ministerio tome la iniciativa; este mes, Anpir se reunirá con esta segunda comunidad y Euskadi para abordar el asunto.
Del resto, o no han tenido respuesta o solo han recibido un acuse de recibo, explica a EFE Gloria Bellido, coordinadora de la sección de Infancia y Adolescencia de esta sociedad.
En España trabajan aproximadamente 2.800 psicólogos clínicos en el sistema público, menos de la mitad de los que deberían ser, en cálculos de Anpir; la ratio es de cerca 6 profesionales por cada 100.000 habitantes, muy alejada de la recomendación internacional, que asciende a 20.
Las diferencias por comunidades son abismales, entre los 15 y 18 de Cataluña o los 10,2 de Navarra a los 3,22 de Andalucía y los 3,5 de Galicia, pasando por los 5,5 de Aragón o los 5,64 de Canarias.
Estas cifras hacen que los tiempos medios de espera para una consulta sean de hasta 3 meses, lo cual explica en parte que España encabece las listas mundiales en el consumo de psicofármacos, que sigue al alza.
De enero a septiembre de 2022, los médicos recetaron 51,9 millones de envases de antidepresivos y 58,9 millones de cajas de ansiolíticos con cargo al SNS, un 6,9 % y un 0,35 % más que en el mismo periodo del año anterior, según datos de Sanidad. Las dosis diarias por habitante y día ascendieron así a 97 en el primer caso y 58 en el segundo.
Niños y adolescentes no escapan a esta realidad: "Toman más medicación en términos de tratamiento de salud mental de la que probablemente deberían", advierte el presidente de Anpir, Javier Prado Abril.
Este experto pone el foco en otro hecho, y es el incremento exponencial de los diagnósticos y tratamientos farmacológicos para el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), de los que las dosis por habitante y día (DHD) en los últimos años se ha multiplicado poros -especialmente a base de metilfenidato- para e 20 en población de 5 a 19 años.
Las causas de la posible sobremedicalización en esta población están en las "dificultades para la conciliación de los padres, las que tienen los profesores para hacer su trabajo con un aulas progresivamente más abarrotadas y cada vez más desvestidos de autoridad y de capacidad para poner orden y una Sanidad que no tiene tiempo ni recursos para escuchar a un niño o para atenderle", argumenta.
En ello coincide su compañera: ante la falta de tiempo y recursos y la saturación de los servicios, muchas veces se opta por la solución "más fácil", la pastilla, cuando lo que recomienda cualquier guía clínica como primera opción de tratamiento para la mayor parte de los trastornos mentales de la población infantojuvenil es la terapia.
Todo ello en un contexto en el que los más jóvenes son los que más afectada han visto su salud mental con la pandemia: la Fundación ANAR (Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo) ha atendido en los últimos diez años 9.637 casos de conductas suicidas de niños y adolescentes.
Casi un tercio (3.097) ya habían iniciado la tentativa, según un reciente estudio de esta organización, que ha detectado solo en los tres años de covid (2020-2022) hasta 1.949 intentos.
Otra investigación conjunta de Unicef España y la Universidad de Santiago sobre 40.000 adolescentes alertó de que el 15 % de los jóvenes españoles tiene síntomas de depresión "graves o moderadamente graves" y que un 10,8 % ha tenido ideas suicidas.
La recientemente aprobada Estrategia de Salud Mental del SNS 2022-2026 dedica un capítulo a la infantojuvenil, en el que destaca la importancia de "abordar, de forma precoz" este tipo de problemas desde la etapa de infancia y adolescencia, ya que el 70 % de los trastornos mentales, en general", se inician en esta fase.
"Para conseguir este objetivo -prosigue- es importante contar con profesionales con formación específica en este campo y que puedan dar una intervención de calidad", profesionales que deben formar parte de "equipos multidisciplinares con cualificación específica en las etapas de la infancia y la adolescencia".
Así se creo el año pasado la especialidad de Psiquiatría Infantil y de la Adolescencia, de la que ya se sacaron las primeras 20 plazas en la pasada convocatoria de Formación Sanitaria Especializada.
El camino hasta ahí no fue fácil: el germen nació con el real decreto de troncalidad de 2014 que después fue anulado por el Supremo; el asunto no se reactivó hasta 2018, pero los cambios de Gobierno volvieron a aplazarlo.
Los psicólogos clínicos esperaban haber ido a la par que los psiquiatras, y aunque son conscientes de las dificultades para crear nuevas especialidades sanitarias, no terminan de entender por qué no ha podido ser, cuando además están convencidos de que sobran los motivos.
De ahí que les preocupe que este año electoral vuelva a prolongar el proceso: "Se ha hablado mucho de salud mental y está muy bien, pero esto ahora se tiene que traducir en un apoyo a este tipo de propuestas que sabemos que supondrían una enorme mejora en la asistencia a la salud mental infantojuvenil".
"Invertir ahora es invertir a largo plazo porque repercute también en la salud mental de los adultos", zanja la psicóloga.