MURCIA. Hubo un tiempo en el que se les atribuían propiedades mágicas a determinadas plantas; incluso, se pensaba que algunas habían sido creadas por el mismísimo diablo. Todo ello formaba parte de una serie de creencias que solían ir acompañadas de leyendas y rituales, como que las hierbas recogidas a las doce de la noche de San Juan tenían el poder de hacer huir al demonio, además de servir algunas de ellas para realizar los hechizos y filtros mágicos de las brujas. Lo cierto es que a lo largo de la historia han existido 'oficios' que se sirvieron de plantas, oraciones, conjuros o agua bendita para sanar a los enfermos... y de ello va el libro Curando el cuerpo y el alma en Murcia, que sus autores, Ricardo Montes Bernárdez y Jesús Navarro Egea, presentan este miércoles (19.30 horas) en el Centro Cultural Las Claras.
Así, por ejemplo, estos autores mencionan a una bella mujer judía llamada Jamila que destacó en Murcia en 1371 por sus artes curativas a base de plantas, emplastos y ungüentos. Ya en el siglo XV, se sabe de la existencia en la ciudad de sangradores, curanderos, boticarios, especieros y herbolarios, junto a ensalmadores, saludadores o santiguadores (oficios que debían ser reconocidos por un tribunal). Un caso es el de Mari Ortiche, que pidió permiso al Concejo para ejercer como sanadora (vendía trementina, un repelente para piojos y para realizar emplastos curativos). Cuentan los autores que la Inquisición persiguió en Murcia a curanderas. Fue el caso de Dorotea Pertusa, una vendedora de verdura afincada en Lorca, que sanaba con oraciones y plantas.
También se detiene la publicación -editada por Diego Marín- en los boticarios que tuvieron un negocio en la Región, en el que vendían aceites, jarabes, zumos, polvos, ungüentos... Asimismo, recorre las plantas curativas más comunes en Murcia, enumeradas de forma alfabética y descritas por sus propiedades e historia. Curando el cuerpo y el alma en Murcia dedica otro capítulo a las plantas santas de la Región, de las que también ofrece un detallado catálogo.
Asimismo, los autores se detienen en la figura de los saludadores, también conocidos como santiguadores, que eran curanderos dotados de un supuesto poder o gracia divina que le permitía curar a personas o animales; y que en Murcia están presentes desde el siglo XV al XVIII. De hecho, en La Gitanilla de Cervantes (1613), que se desarrolla en parte en Alguazas, se hace referencia a una saludadora. A mediados del XVIII se prohibió contratar estos servicios, aunque se siguen encontrando a lo largo del XIX y hasta principios del XX.
Los documentados capítulos Curaciones por invocación en los santuarios; Santos y enfermedades por tierras murcianas; Rezos, encomendaciones y jaculatorias; y Curando el alma, los exorcismos completan este libro que realiza un viaje por las distintas culturas que han pasado por la Región y sus diferentes creencias sobre la curación del cuerpo y el alma.