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el billete / OPINIÓN

Ocho apuntes tras el 23J

Foto: A. MARTÍNEZ VÉLEZ/EP
4/08/2023 - 

1. Hacia el mediodía del 23 de julio, nuestro amigo Pedro envió un audio al grupo de Whatsapp en el que, frente a las opiniones de los demás, que nos hacíamos eco de lo que los 'expertos' decían que iba a pasar, advertía: "Os estáis equivocando, va a haber sorpresa, va a volver a gobernar Sanchez". Basaba su percepción, que resultó más acertada que la de los encuestadores y analistas que pueblan las tertulias, en que cuatro clientes que habían ido a comprarle tomates esa mañana, a los que no conocía, y dos personas con las que había coincidido a la hora del café en el Blayet y que el 28M votaron al PP, le habían dicho que iban a votar al PSOE o a Sumar "por miedo a Vox", porque “no quieren a Vox; no al PP, a Vox”, recalcaba. Tras esta cura de humildad, intentaré en las próximas elecciones, que espero que no sean en diciembre, escuchar menos a los analistas que se mueven en la burbuja de la élite y más a la gente de la calle. Y a Pedro, claro.

2. Una de las claves de la derrota del PSOE el 28M fue el error de EH Bildu cuando metió en sus listas a asesinos y colaboradores de asesinos. El lento proceso de autoblanqueo de los "filoetarras" –como los denominó con acierto etimológico Espinosa de los Monteros– sufría así un bache que, paradójicamente, no perjudicó a la formación abertzale sino a Sánchez. Sus acuerdos con EH Bildu a lo largo de la legislatura, la mayoría para cuestiones sociales de interés general, se convirtieron en combustible para el incendio, y el exabrupto "que te vote Txapote" cobró sentido. Lo pagó, entre otros, Ximo Puig. El 23J ocurrió algo parecido en el otro lado del tablero. Fue el PP el que quiso blanquear a Vox, tras decidir pactar sin complejos con el partido de Abascal allí donde le hiciera falta para gobernar. Pero se encontró con el problema de que Vox no quiere blanquearse o, al contrario que EH Bildu, no tiene con qué blanquearse, de manera que cada retirada de banderas LGTBI+, cada cancelación de eventos culturales, cada lona insultante desplegada, cada negación de la violencia de género, etc., se le volvió en contra a Núñez Feijóo, que había abierto la puerta a la fiera sin asegurarse de que podía domarla. Como dijo Moreno Bonilla, el problema del PP es Vox.

3. La alcaldesa de Massamagrell, Pilar Peris (PP), rechazó en plena campaña retirar la bandera arco iris del Ayuntamiento, como le había pedido Vox, cuyo concejal había apoyado su investidura. Lo contó Miguel Bailach el otro día en la tertulia de Juanma Doménech. Los populares podrían haber utilizado ese ejemplo para marcar diferencias con lo ocurrido en Náquera y dejar claro que el PP no es Vox. Aunque por lo dicho en el párrafo primero, habría dado igual; no es Vox, pero se ha juntado con Vox.

Foto: ALBERTO ORTEGA/EP

4. La del 23J fue la campaña de la mentira. Mintieron los candidatos, mintieron los medios de comunicación y mintieron hasta los fact checkers. Todo a base de medias verdades, que es la mentira más difícil de combatir. Lo más llamativo es que, después de años de trabajo del PP para hacer pasar por mentiroso a Sánchez –que puso mucho de su parte–, al candidato del PSOE le bastó una semana para, gracias al ventilador, desacreditar a Feijóo. De repente, el mentiroso era él. Con la particularidad de que era la última semana de una campaña que se le hizo muy larga al candidato del PP.

5. Lo más positivo de la campaña, por no decir lo único positivo, es que los partidos se habrán dado cuenta de que no acudir a un debate electoral, además de una cobardía, es un error. Como muy bien analizó Guillermo López al día siguiente del debate a tres en RTVE, bautizado como "debate de perdedores", quien lo perdió fue Feijóo por no comparecer.

6. La participación en Cataluña el 23J bajó 3,97 puntos porcentuales, hasta el 65,42%, mientras la del conjunto de España subió 4,14 puntos, hasta el 70,4%. Unos 350.000 votantes catalanes de 2019 se quedaron en casa el 23J o se fueron a la playa sin pasar por la urna. El PSC arrasó allí (34,49%), y en el pelotón perseguidor ganó Sumar-ECP (14,03%), seguido de PP (13,34%), ERC (13,16%) y Junts (11,16%), quedando más descolgado Vox (7,76%). En escaños, el PP resultó perjudicado por la división provincial. Las dos formaciones independentistas, ERC y Junts, fueron la cuarta y quinta fuerza, respectivamente, y obtuvieron siete escaños cada una; solo catorce de los 48 escaños que elegía Cataluña para el Congreso fueron para los independentistas. El partido de Puigdemont debe decidir ahora si permite gobernar a Sánchez, en lo que presumiblemente sería una legislatura corta, o fuerza la repetición de elecciones para diciembre pensando en mejorar esa sexta posición y ese 11,16%. Puede que calculen que el partido heredero de aquella CiU que fue hegemónica en Cataluña ya habrá tocado suelo, pero, como bien saben en Ciudadanos, también existe el subsuelo.

Foto: EUROPA PRESS

7. Si Junts impide la investidura de Sánchez, y ante la eventualidad de volver a tener que votar en diciembre, el PNV debería repensar su decisión de no apoyar la investidura de Feijóo, que en ningún caso gobernaría con Vox. Ante la falta de mayoría suficiente, los nacionalistas vascos tendrían potestad para frenar cualquier ley en el Congreso y podrían presumir de que, gracias a ellos, Vox no tiene ninguna influencia en el Ejecutivo. En el apartado de los réditos económicos nadie les puede dar lecciones, su problema ahí es que ya no saben qué colar en los Presupuestos Generales del Estado de tanto que les han dado todos los presidentes desde Felipe González. Más relevante sería poder arrancar a Feijóo nuevas transferencia de competencias, que es su reclamación permanente frente a 'Madrid'. Dicen los analistas que no lo harán porque tienen elecciones en el País Vasco en 2024 y temen que EH Bildu logre el sorpaso –en las generales se ha quedado a apenas mil votos–, pero no se puede descartar porque el PNV es un partido conservador con un pragmatismo más que demostrado. Hacer lo mismo EH Bildu para que no le sorpase EH Bildu no parece que le esté dando buen resultado.

8. Pedro Sánchez ha logrado frenar la ola ultraderechista que recorre Europa. El mérito que podría tener Feijóo por haber hecho que "vuelvan a casa" muchos votantes descarriados lo perdió pactando con Vox, así que todo el reconocimiento va a ser para Sánchez –curiosamente, el primero que dio alas a Vox cuando le convino para frenar a Rajoy–, porque es él quien ha movilizado a su partido echándose a la espalda una campaña que parecía abocada al fracaso para la izquierda. Ahora, sin prisa, se dispone a engañar a todos los que ya engañó para que le vuelvan a hacer presidente, incluido Compromís. Sánchez sigue siendo el puto amo.

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