el gato en la talega / OPINIÓN

Mimetizados

Foto: CARLOS LUJÁN (EP)
28/02/2023 - 

MURCIA. Una vez acallados los sones del carnaval, siendo reemplazados por los de los tambores que acompañan a la Sema Santa, la fiebre de la precampaña se va extendiendo con su manto bordado con hilos de fe y decepción a partes iguales. Visto de un modo menos profundo, podremos extraer momentos de comicidad y un estudio sociológico de interés actual en unos hechos cíclicos en los que casi todo el mundo participa por acción u omisión.

Entre purpurina y rosarios, termino pensando en el mimetismo, esa cualidad por la que algunos animales y plantas pueden asemejarse a otros de su entorno. Lo que viene a ser tener habilidad para las maniobras de despiste. En el proceso es importante saber quién se parece a quién, es decir, tener claro el original para diferenciar la copia, ya que esta carece de las capacidades autotróficas del primero. Uno de los ejemplos de mimetismo en los seres humanos se da en los partidos políticos cuando se trata de la supervivencia, generalmente del partido, concretamente la del individuo. El caso es que cuando se identifica una postura respecto a un tema que tiene el hipotético favor del electorado, se mimetizan.

"Lo del centro político español como espacio independiente de intersección ya hemos visto que no existe"

Y así llegamos a la politización de temas diana que afectan a la sociedad para los que urge respuesta. Entonces la mimetización puede producirse a izquierda y derecha, sin que se encuentren en el centro, dada la nula capacidad de alcanzar acuerdos entre las formaciones de ambos lados. Lo del centro político español como espacio independiente de intersección ya hemos visto que no existe, sino que se trata de una pasarela cuando conviene moderar en temas espinosos o funciona como cuna del transfuguismo y de sus intentos fallidos. Liberales escindidos en moderados y progresistas, una Restauración con bipartidismo de conservadores y liberales, ciertamente se trata de una polarización que es tendencia política a lo largo de la historia en nuestro país.

Precisamente, uno de los temas estrella de la inminente campaña electoral regional será el de la recuperación y protección del Mar Menor ya que es inviable afrontar una campaña en la Región de Murcia sin considerarlo, como lo es afrontarla sin pensar en el trasvase Tajo-Segura. En su momento, se intentó politizar a la sociedad marmenorense por parte de la clase política. Descubierta la estrategia, el láser politizador en el contexto Mar Menor apunta a la procedencia de los contaminantes que llegan al pequeño mar. Así, por la derecha de la derecha, se señalan las aguas residuales urbanas y la gestión de los Ayuntamientos ribereños. Mientras, para la izquierda de la izquierda, el principal causante es la agricultura industrializada y sus vertidos. Entre tanto, en las posiciones moderadas que rozan el centro por ambos lados, se consideran ambas causas según el panorama, e incluso ninguna, según las competencias.

"asumen el dolor como proceso natural para llegar a vivir en su país"

En contraposición, la lucecita que humaniza y nos distingue brilla estos días en los que se cumple un año de la guerra de Ucrania, en Ucrania. La mimetización de la población ucraniana no es otra cosa que un compromiso con ellos mismos y su país. Aunque en todas las guerras hay ejemplos de seres humanos y vivencias extraordinarias, aunque no es la única guerra activa en el mundo, la ciudadanía de Ucrania es un formidable ejemplo del sentimiento de pertenencia a un país de forma proactiva, porque lo conciben como un país consecuente de sus personas. En una ausencia total de fanatismo, en una inexistencia de victimismo, asumen el dolor como proceso natural para llegar a vivir en su país. He aquí cómo la presencia de un líder político que predica con el ejemplo y mira de frente las cosa, atajándolas de raíz, es fortaleza y dinamita colores políticos. Ellos no hablan del padre, ni de la Patria, ni de un ser superior, ni siquiera hablan del azar, ellos hablan de la pervivencia de Ucrania, y Ucrania la forman sus personas. Su país tiene nombre, color, aroma, pero sobre todo es esa ausencia de victimismo aplastante la que los identifica. El victimismo, como el centrifugado de las competencias, solo trata de la queja o del ataque vacío, disfrazado de mosquito muerto, que vive en un estado permanente de debate y genera ciudadanía hastiada, mareada y escéptica.

Por aquí nos espera un escenario de mensajes vacíos pero efectistas a la hora de crear malestar. Mensajes como decir que la ayuda armamentística no ayuda al pueblo ucraniano, sino que es para expresarle a los EEUU que estamos de su parte. ¿En serio estas tonterías pueden ser tomadas como verdades? O aquellos otros a escala local sobre el baile de millones invertido en el Mar Menor que nos deja atontados de la turbidez de actuaciones, procedencia de los fondos, programas, estrategias, planes, proyectos, cuando resulta que seguimos paseando junto a vertidos y asistiendo a una degradación alarmante en la cubeta sur mientras hablan y observan. Lo grave es que ya no nos escandalizamos con más de tres cifras de millones de euros pagados por todos a invertir en solucionar el problema que no vemos reflejados en actuaciones efectivas. Lo grave es que, bien por agotamiento, bien por desconfianza frente a la realidad, dejamos la cuestión por imposible y preferimos autoengañarnos.

El objetivo es hacernos llegar a tal estado de descreimiento que la apatía se instale y procedamos mecánicamente a lo de optar por el menos malo. Y, si es posible, nos mimeticemos con él.   

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