CARTAGENA. Con el verano a pocas semanas de ser oficial, todavía no aprieta tanto el calor como para visitar algunos puntos icónicos de La Manga y Cabo de Palos. Aquí recogemos algunos sitios que debes visitar, al menos, una vez.
Situado en una pequeña península de unos 600 m de anchura se alza el faro de Cabo de Palos, en el municipio de Cartagena. Donde actualmente se sitúa el faro hubo en su día una antigua torre vigía.
El Faro de Cabo de Palos es una construcción sobria condicionada por su función de balizamiento y de escuela de torreros en su base. Se empieza a construir en el año 1863 y se enciende por primera vez el 31 de enero de 1865. Está elevado 30 m sobre el nivel del mar según el proyecto de Leonardo de Tejada. Para su construcción se utilizaron sillares de piedra traídos de una cantera del paraje del Sabinar.
Se compone de una base con forma de prisma de 20 m de lado y 14 m de altura con almohadillado en las aristas. En el centro, sobre un pedestal de base octogonal se alza la torre de 54 m de altura en forma de columna de orden toscano, su capitel está constituido por unas ménsulas que sostienen una cornisa circular con un antepecho calado en forma de balaustrada. La construcción se corona por un torreón cilíndrico donde se empotra la linterna. Dispone en la actualidad de una señal luminosa de un alcance aproximado de 24 millas.
A finales del siglo XIX en el entorno de Cabo de Palos, favorecido por su entorno lacustre, se asienta la industria salinera en las conocidas como Salinas de Marchamalo. El sistema de explotación se basaba en aprovechar la insolación natural que provocaba la evaporación del agua en los estanques o lagunas, quedando el residuo salino y obteniendo así el oro blanco: la sal.
En los años de mayor auge de esta industria se construyen una serie de edificios e instalaciones necesarios para el proceso de producción, como el dedicado a oficinas en estilo modernista, obra del arquitecto Lorenzo Ros. También llama la atención por su singularidad un molino de viento, con las típicas velas latinas características del Campo de Cartagena, que además es el único cuya función era la de moler sal que se conserva en la Región, y uno de los pocos existentes en España. Más tarde a su funcionamiento se le adaptó un motor eléctrico.
La escasa productividad de las salinas unida a la especulación inmobiliaria del entorno llevó a la empresa gestora a cerrarlas quedando abandonadas sus instalaciones. Parte de los estanques salineros todavía reciben aportaciones de agua bombeada por la Comunidad Autónoma, lo que permite que esta lámina permanente de agua acoja un gran número de aves acuáticas de vivos colores como los flamencos, las fochas comunes o el correlimos, reproductoras e invernantes, además de una interesantísima población de fartet (Aphanius iberus), un pez de pequeño tamaño, endémico del sureste y en peligro de extinción.
A lo largo del frente costero del Parque Regional de Calblanque se encuentran una serie de playas y pequeñas calas, características por sus arenas finas y doradas y su estado casi virgen. Su gran riqueza natural destaca por sus áridas sierras, playas de arenas doradas y ocres, calas y en la formación de dunas fósiles, blancas salinas y macizos montañosos que contrastan con el azul del mar.
Las playas de las que se puede disfrutar, teniendo siempre en cuenta que en algunos casos el acceso puede tener cierta dificultad, por el sector este son Calblanque, Cala Arturo, Cala Magre y Cala de los Dentones, y, por el sector oeste, playa Parreño, playa Negrete, playa Larga y playa de Las Cañas. Dentro del Parque Regional de Calblanque se sitúa también la Cala del Barco, una pequeña playa cuyo acceso se realiza a través de un complejo turístico del Campo de Golf La Manga Club.
El puente de la Risa es quizá la única prueba arquitectónica de la idea que Tomás Maestre había proyectado para el final de la Manga; una pequeña Venecia residencial. Esta mini Venecia de veraneo, proyectada por el arquitecto catalán Antoni Bonet i Castellana, se iba a diferenciar de la ciudad italiana en un detalle: tendría también un acceso por carretera.
Las arterias de asfalto que se habían trazado en el proyecto eran tantas como hoy existen, aunque iba a ser necesaria la construcción de un puente de acceso para superar la Gola del Charco (uno de los canales naturales que cortan La Manga). Es así como nace el puente de la Risa.
Lo cierto es que existen muy pocos datos acerca de su forma tan peculiar. Tampoco se conoce si fue bautizado y conocido con otro nombre en sus primeros años. Lo que sí se sabe es que se construyó en 1978 imitando el estilo de los puentes de la ciudad italiana. La construcción diseñada por el arquitecto, con arco que superaba el medio punto y llegaba a ser casi ojival, derivó en un peralte tan pronunciado que, al cruzarlo en coche, genera aquella sensación de vacío en el estómago de la que deriva su nombre.
La Isla Mayor tiene una superficie de 101 hectáreas y una altura de 68 metros sobre el nivel del mar, características que la convierten en la más extensa del Mar Menor. Situada en el municipio de San Javier, desde la Edad Media esta isla fue un lugar idóneo para la pesca y la caza, especialmente por la abundancia de aves y sobre todo conejos, por lo que era conocida como la 'Isla de los Conejos'. Perteneció al Concejo de Murcia hasta 1727, año en que pasó a ser propiedad de la Corona Real y posteriormente a la Intendencia de Cartagena. Adquirida posteriormente por el Barón de Benifayó en el siglo XIX, actualmente es propiedad de los herederos del Conde de Romanones.