El Lejano Oriente

El Lejano Oriente estaba cada vez más lejano. La Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), un organismo nacido tras la desintegración de la Unión Soviética, centrada en asuntos de seguridad reunió a sus socios en la mítica ciudad de Samarcanda. Fue la excusa perfecta para un nuevo encuentro cara a cara entre los líderes de Rusia y China, en presencia de los representantes de Kazajistán, Uzbekistán, India, Kirguistán, Pakistán y Tayikistán, y Turquía como invitado especial. Todas las piezas estaban sobre el tablero aquel septiembre frío y soleado de 2022, en el Año II d.C. -después de la Covid-.

En el corazón de la Ruta de la Seda, el presidente ruso Vladimir Putin vistió su visita de económica. Era su primera entrevista con el líder chino, Xi Jin Ping, desde que selló una amistad “sin límites” el 4 de febrero durante los Juegos de Invierno en Pekín. “Por extraño que parezca, no había nada de suma importancia. En realidad, ésta fue una reunión rutinaria entre nosotros. Simplemente declaramos un aumento significativo en el comercio bilateral”.

No pudo evitar que saliera a la luz el objetivo militar que enfrenta en Ucrania. La prensa se atrevió a preguntar: “Estamos escuchando todo el tiempo declaraciones muy agresivas de que el objetivo final de Kiev y Occidente es la desintegración de Rusia”. Putin no esquivó la respuesta: “Los países occidentales han cultivado la idea del colapso de la Unión Soviética y Rusia. Nunca sucederá. Es lamentable que en algún momento hayan decidido usar Ucrania para estos fines. Ha habido intentos de perpetrar ataques terroristas en la Federación de Rusia, incluyendo nuestras instalaciones nucleares. Ni siquiera estoy hablando de la central nuclear de Zaporiyia”.

Kiev acababa de publicar un proyecto de garantías de seguridad para Ucrania, pese a que Rusia se había retirado de la capital tras el acuerdo de Estambul. “Retiramos nuestras tropas de Kiev con el fin de crear las condiciones adecuadas para concluir este acuerdo. En lugar de concluir un acuerdo, Kiev rechazó inmediatamente todos los acuerdos, los metió en una caja y dijo que no buscarían ningún acuerdo con Rusia, sino que buscarían la victoria en el campo de batalla. Deja que lo intenten”, añadió el líder del Kremlin. En los momentos previos al invierno, y con la espita del gas en su mano, el presidente de Rusia dejó claro su plan militar: “El objetivo principal es liberar todo el territorio de Donbas.”

-Hola, Laura. Sigo el tema del DOC1909-22. Me preocupa el tema del gas. Putin lo dijo muchas veces: “Gazprom no suministra gas. Mira, ¿eres gente normal o qué? Polonia decidió imponer sanciones contra el gasoducto Yamal-Europa y cerrar la ruta. Le dije al canciller alemán Olaf Scholz ‘¿Por qué me llamas? Llama a Varsovia y pídeles que vuelvan a abrir la ruta’. Dos líneas del gasoducto atraviesan Ucrania. Ucrania está recibiendo armas, pero siguió adelante y cerró una de las líneas para ellos. También cerraron otra línea que suministraba 25.000 millones de metros cúbicos de gas. ¿Para qué? Llama a Kiev y pídeles que vuelvan a abrir la segunda línea”.

-Creo que tengo la misma información, David. Putin habló del Nord Stream 1 y la dichosa turbina. “Se suponía que había una inspección y mantenimiento de rutina; abrieron la unidad en presencia de especialistas de Siemens y encontraron una fuga de aceite con riesgo de incendio y explosión. Adelante, repáralo. Además, era necesario hacer enmiendas en el contrato de logística, ya que se suponía que la turbina se entregaría desde Canadá a San Petersburgo, pero se entregó a Alemania”. Y esto es lo que llevó a que Nord Stream 1 detuviera la operación. Después de todo, si necesitaban el gas con urgencia, ¿por qué no levantaron las sanciones contra el Nord Stream 2, con sus 55.000 millones de metros cúbicos al año? Todo lo que tenían que hacer era presionar el botón y se pondría en marcha. Pero eligieron cerrarlo ellos mismos. El Lejano Oriente seguía estando muy lejano, mientras se preparaba el gasoducto ruso a través de Mongolia…