CARTAGENA. El confinamiento al que la pandemia obligó a toda España cuando el coronavirus se expandió a niveles insostenibles dio a las casas un papel preferente en nuestro día a día. Lugares que, en el frenesí del día a día, carecían de importancia, de la noche a la mañana se convirtieron en el único sitio en el que se podía hacer vida. Esto motivó que muchas familias se replantearan el modelo de casa en el que querían vivir cuando la pandemia amainara. Hace un año, después de un tiempo sin el coste de viajar, con menos salidas, los ahorros se destinaban bien a comprar casa de segunda mano o bien a reformar la que tenían. Gran parte de la población tenían clara una cosa: la casa debía tener unas condiciones óptimas para poder hacer más vida que la de sitio para dormir.
En 2022, superadas las restricciones que el coronavirus provocó, el sector de las reformas sigue viviendo un momento dulce. O al menos, sin echar de menos el trabajo. Las empresas siguen recibiendo encargos, con todo el año ya completo y parte de 2023 con proyectos ya en marcha. Uno de los motivos para este ‘boom’ que vive el sector ya desde hace dos años es la falta de vivienda nueva. Esta circunstancia obliga a los compradores a la compra de vivienda de segunda mano o, en su defecto, a la reforma de la casa propia. "Seguimos teniendo mucho trabajo. Hemos tenido que ampliar plantilla. Ahora, además, nos piden en más ocasiones la reforma únicamente de habitaciones sueltas, pero en general el trabajo no ha disminuido sino todo lo contrario", apunta Ana María Díaz, de AZ55 Arquitectura. "La falta de vivienda nueva hace que el sector sigua trabajando al 100%, quizá a partir del año que viene baje un poco la actividad, pero en estos momentos tenemos todo cubierto", corrobora por su parte Diego Costa, otro empresario del sector.
A diferencia del pasado año, cuando los ahorros ante la falta de ocio durante el último año y medio se destinaron en muchas ocasiones a la reforma de la vivienda, en esta ocasión el alza de los precios, a consecuencia de la guerra en Ucrania, ha provocado una mayor contención entre los clientes. "Ahora nos piden más presupuestos para comparar. Piden más calidad a menor coste. Son más exigentes", afirman desde AZ55 Arquitectura. “Estamos, por así decirlo, en un momento de mantenimiento. La gente se contiene mucho más y son mucho más precavidos a la hora de gastar. El que tiene dinero le da igual gastar 8 que 10. Pero la clase media, que es la inmensa mayoría de la población, es mucho más contenida. Los presupuestos ahora mismo son mucho más ajustados”, señala Costa.
Otro de los problemas que soporta el sector es la falta de mano de obra cualificada. La paralización de la actividad durante la pandemia ha provocado que gran parte del sector de la población que se dedicaba a la construcción haya derivado hacia otro tipo de empleo. Una situación parecida a la que vive la hostelería. "Seguimos teniendo problemas. La única opción que hemos encontrado es formar a nuestros propios empleados con sesiones formativas semanales", apunta Ana María Díaz. "Simplemente, no hay trabajadores. Es un problema porque nadie quiere ser albañil. Y es algo que, me temo, se va a mantener en el tiempo", añade Diego Costa.