CARTAGENA. En plena crisis económica, el director teatral y escritor Alberto García escuchó una noticia que le llamó la atención: un grupo de cuatro jubilados alemanes había secuestrado a su asesor fiscal. El autor empezó a pensar y escribir sobre el dinero ahorrado, la crisis del mercado, como la justicia había dado de lado a los jubilados, el plan para secuestrar a su contable... Y así surgió la obra Los Secuestradores del Lago Chiemsee, que este jueves 2 de febrero (20.30 horas) se representará en el Nuevo Teatro Circo de Cartagena, bajo la dirección de Mario Gas.
Esta obra -protagonizada por Juan Calot, Vicky Peña, Manuel Galiana, Gloria Muoz, Helio Pedregal y Alberto Iglesias- "aspira a ser un divertimento con cierto poso amargo, una comedia negra sobre cómo cuatro jubilados que esperan recuperar lo que es suyo. Saben que la tortura es un poderoso argumento, que la violencia ha funcionado a lo largo de la historia. Tienen tiempo y un plan para recuperar lo perdido, también sopa caliente y un zulo preparado", señalan desde Producciones Rokamboleskas.
Alberto García cuenta que "corría el año 2010. En España vivíamos una recesión económica que había comenzado en 2008. Parecía que todo se desmoronaba y que la justicia, lejos de amparar a los necesitados, se posicionaba, una vez más, al lado de los poderes económicos. Era casi obligado para un dramaturgo acercarse al tema. ¿Pero cómo? ¿Teatro social? ¿Teatro político? ¿No es todo teatro político y social per se? Andaba yo en éstas cuando de pronto aparece una noticia en el periódico: 'Prisión para cuatro jubilados alemanes por secuestrar a su asesor fiscal'. Guardo la noticia porque intuyo que ahí puede estar la raíz de un texto. La distancia geográfica (podemos mirar lejos para ver lo que tenemos al lado sin que nos perturbe demasiado -un poco a la manera de los clásicos-) y la estructura de los hechos me empujan a escribir. La noticia me sirve como anclaje y punto de partida. Empiezo a darle forma a algunas ideas".
Esas ideas fueron: "Todo lo ahorrado fue invertido y todo lo invertido se perdió en el vertedero del mercado. Han pateado sus sueños. Un robo amparado en la crisis del mercado. Denuncian. La justicia les da la espalda. Su asesor fiscal se desentiende. Pero ellos no están dispuestos a quedarse de brazos cruzados. Planean un secuestro. Quieren recuperar lo que es suyo. No son más que unos aficionados. Pero saben que la tortura es un poderoso argumento. Y que la violencia ha venido funcionando a lo largo de la historia. Tienen tiempo y un plan para recuperar lo perdido. Tienen sopa caliente y un zulo preparado…".
Así, el autor fue testigo de cómo "los personajes empiezan a vivir en las páginas y percibo que detrás de ellos hay más de lo que pensaba, un mundo rico en matices que crece y alimenta las escenas y los diálogos: sueños rotos, paso del tiempo, memoria dañada, amor, secretos, delirio, humor, amistad…incluso unas pizcas de esperpento. Jugosos materiales para construir esta historia pensando en la escena". Ese poso amargo de comedia negra recuerda aquello que decía Ionesco: "Lo cómico es trágico y la tragedia del hombre risible".