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al otro lado de la colina / OPINIÓN

La Europa de Bruselas a salvo, de momento

A pesar de que parece que vuelve a sonreír la primavera con el buen tiempo, existen oscuros nubarrones en la política mundial

3/05/2022 - 

Estos últimos días entre el estruendo de las bombas en el frente ucraniano se ha podido escuchar el jolgorio subrepticio, las risas tontas y el resoplar aliviado de los burócratas de Bruselas porque, por el momento, se han salvado sus estructuras, como les llama mi amigo el Marqués de Foyos. Y esta introducción, aunque lo parezca (tiene su retranca), no es baladí.

Y por qué, se preguntarán, estas disimuladas celebraciones: porque la grandeur francese les podía, de nuevo, fastidiar el chiringuito. No sería la primera vez, por ejemplo París en 1954 rompió y acabó con la posibilidad de una estrategia y política exterior autónoma europea, al liquidar una de las Comunidades Europeas, la Comunidad Europea de la Defensa –CED-, que habían ido creciendo desde aquella declaración de Robert Schumann del 9 de mayo de 1950, y que con el tiempo daría lugar a la Comunidad Económica Europea –CEE- para después transformarse en la actual Unión Europea –UE-.

Pero también hubo otra ocasión, en ese proceso federalista impulsado por la capitalina Bruselas, y ciertas elites y lobbies, con motivo del procedimiento de aprobación de esa discutida y discutible Constitución Europea, aprobada en España en febrero de 2005 por un 77% de los votos (siempre hemos sido más papistas que el Papa) con el apoyo mayoritario de los principales partidos políticos como eran PSOE, PP, PNV, CiU, C. Canaria y los Verdes entre otros; pero a la que Francia puso la picota, el jaque mate (a la vez que hacían lo propio con tres días de diferencia los Países Bajos, ojo ambos países fundadores de la Unión Europea) cuando en el referéndum celebrado en mayo de 2005 fuera rechazado por una amplia mayoría de franceses, poniendo punto final a ese deseo de tener una carta magna por parte de esos federalistas europeos y burócratas de Bruselas.

En esta ocasión, las elecciones francesas presidenciales, cuya segunda vuelta se celebró el pasado 24 de abril, producía muchos recelos por parte de ciertos grupos e intereses (antes citados) ante la posible victoria de la candidata de la Agrupación Nacional Marine Le Pen, finalmente derrotada claramente por el otro candidato Emmanuel Macrón (han sido unas elecciones de todos contra la candidata Lepenista), aunque con menos diferencia (17 puntos frente a los 30) de las elecciones de 2017. Pues a Macrón, le han dado la espalda los votantes de izquierdas de Jean-Luc Mélenchon que se han abstenido (han sido las elecciones presidenciales con más abstenciones desde los últimos 50 años), y la clase proletaria que ha votado a favor de Le Pen, evidenciando el cansancio y parte de la desesperación de las clases más populares en Francia que ven cada día menos salidas a la crisis y que viven más en precario, ya saben ese proceso en la globalización que está produciendo la proletarización de la clase media y el empobrecimiento del proletariado, en Occidente.

Algunos de ustedes, los que tengan más curiosidad y menos prejuicios, se preguntarán que ha causado ese posicionamiento de todos (aunque como hemos dicho cada vez menos) contra Le Pen, pues entre otros muchos factores, como es la batalla cultural de la Globalización versus los Estados, está el miedo a la incertidumbre, que pueda representar Le Pen, su posicionamiento contra la Europa federalista de la Burocrática y lobista Bruselas, incluso sus dudas respecto a la OTAN, ha hecho que para la gran clase media francesa, los lobbies y grupos de interés económico el candidato Macron resulte mucho más confortable y genere menos incertidumbre, que la visión más nacionalista y estatal que tiene Le Pen, así como su visión más confederal de la UE.

Aunque la tranquilidad de Bruselas ha durado muy poco, pues Rusia a dado otra vuelta de tuerca contra Europa, por la guerra en las fronteras del este europeo al producirse una nueva escalada y que tendrá sus consecuencias sobre nosotros, pues participamos de forma más o menos activa o pasiva en ese conflicto entre Ucrania y Rusia, y que seguro serán económicas al menos.

Este nuevo incremento de tensión ha venido impulsado por dos líneas acción llevadas a cabo por la política y las fuerzas de Vladimir Putin, que no va a parar de sorprender a nuestros frágiles Estados y Cancillerías; primero, a dos países aliados y socios nuestros como son Polonia y Bulgaria, por el momento (pues cuando esto les escribo, viernes mañana, surge el rumor, antesala de la noticia, que también puede ser afectada Alemania con las enormes repercusiones que supondría), Rusia les va a cortar el suministro de gas por no pagar éste en Rublos (ya saben como consecuencia de las sanciones de la UE y la guerra de divisas), con lo que Putin va a poner a prueba a la Unión Europea, usando viejo el principio de divide et impera para ver cómo reacciona Bruselas ante esa castigada por ellos Polonia (recordemos que tiene sanciones por parte de las autoridades comunitarias) y que es uno de los países más comprometidos de la UE en la defensa de Ucrania, y sobre todo en la protección de sus refugiados que huyen de la guerra; por lo que se barrunta que esto redundará en un posible efecto dominó económico, que será mucho mayor si el corte incluye a Alemania, después además de los malos datos anunciados este jueves, de como los USA han tenido un primer trimestre en recesión al caer su PIB en un 0,4 %.

En segundo lugar desde la perspectiva operacional del conflicto, se están produciendo una serie de incidentes en la pro rusa Republica de Transnitria, escindida de Moldavia (antigua república de URSS, gracias al apoyo de tropas rusas desde los años 90 del siglo XX), y que geográficamente está al Este de Ucrania precisamente haciendo frontera con el Oblast de Odessa (Ucrania), uno de los que parece próximos objetivos de las Fuerzas Armadas rusas, para así crear un corredor terrestre que empezando en el Donbass, pasando por la península de Crimea y terminando en Transnitria logre negar la salida al mar Negro a Ucrania, y que sin lugar a dudas puede internacionalizar aún más el conflicto. Esto ha provocado el temor de las autoridades moldavas pues piensan que el impulso de conquista de Rusia sobre Ucrania incluya la reintegración de aquella república en lo que llaman la Gran Madre Patria, y que por las últimas palabras del secretario del Consejo de Seguridad de Rusia, Nikolái Pátrushev, "El resultado de la política de Occidente y del régimen de Kiev bajo su control sólo puede ser la desintegración de Ucrania en varios Estados", no pinta nada bien para desescalar el conflicto.

Ya ven malos tiempos para la lírica (con permiso de Bertolt Brecht), cuando el uso de la fuerza en las relaciones internacionales se impone, pero no solo en el Este Europeo, también tenemos el norte de Siria ocupado por Turquía, que ha atacado el norte de Irak a su vez, o el sempiterno conflicto palestino-israelí en unos momentos de continuos atentados islámicos con la respuesta del ojo por ojo judía y que se están reproduciendo por doquier, o las tensiones entre Marruecos y Argelia que se pegan y abofetean en la cara de los Saharauis, etcétera, etcétera, etcétera; esperemos que Thomas Hobbes no tenga finalmente razón y que el Hombre no sea un lobo para sí mismo, frase que deriva del escritor romano Titus Maccius Plautus, con su Lupus est homo homini, non homo, quom qualis sit non novit (Lobo es el hombre para el hombre, y no hombre, cuando desconoce quién es el otro), mal acabaremos, hay que trabajar y mucho por la cultura del encuentro del Papa Francisco, aunque eso sí, a Dios rogando y con el mazo dando, haciendo uso del siempre legítimo derecho a la defensa.

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