se inauguran este miércoles

La admiración de Gaya por Rosales da para dos exposiciones (y más) en el museo del pintor murciano

28/11/2023 - 

MURCIA. Es el 'Año Rosales'. Cuando se cumplen 150 años de la muerte del pintor madrileño que vino a mostrar a muchos lo que era la modernidad. La Región se ha sumado al homenaje que se le rinde a un artista que estuvo muy vinculado con Murcia, donde cultivó la amistad de muchos de los más importantes pintores de la época. Lo está haciendo con diferentes actividades en Las Claras de la Fundación Cajamurcia, en el Museo de Bellas Artes de Murcia y en el Museo Ramón Gaya. A través de charlas, proyecciones y exposiciones en estas tres sedes se busca ensalzar la figura de uno de las grandes innovadores de la pintura, como es el caso de Eduardo Rosales.

En el caso del Museo Ramón Gaya, son dos las exposiciones que se han organizado sobre Eduardo Rosales, que se podrán visitar a partir de este miércoles 29 de noviembre. El brazo de la Pintura  -título de una de ellas- muestra "un homenaje de Ramón Gaya junto a un delicadísimo dibujo de Eduardo Rosales: un boceto para el mítico cuadro Muerte de Lucrecia que está en el Museo del Prado y que supuso una verdadera revolución en su momento por la desconcertante modernidad de su técnica", según informa el museo. Esta nueva exposición se incluye dentro del ciclo expositivo 'De pintor a pintor' y se podrá ver en la Sala de columnas.

Ramón Gaya -quien consideraba a Rosales como el último gran pintor de envergadura antigua- escribió sobre este famoso cuadro que en un principio no fue recibido con buenas críticas: "Rosales pertenece aún a esa casta mayor, es cierto que no puede con ella, pues su casta es antigua, sí, pero él, Rosales, es ya un moderno, sus fuerzas son modernas, pequeñas, pero luchará con tanta bravura que ha de lograr pintar un cuadro que lo emparenta con Tintoretto: La muerte de Lucrecia. En ese cuadro entrecortado hay, como se sabe –por lo menos como sabe muy bien J. R.–, un brazo caído, moribundo, que me parece lleno de significación; es un brazo cargado ya de muerte y sensual todavía, opulento, lívido, que se rinde, que entrega el alma; nunca me pareció, sin embargo, que perteneciese por entero a la figura de Lucrecia, sino que se trataba más bien del brazo mismo de la Pintura; una pintura que, malherida por el siglo XIX, no tenía más remedio que abdicar, y que abdicaba, eso sí, con gloria, en una especie de agonía triunfante".

El último gran pintor

Asimismo, el Museo Ramón Gaya acoge, también a partir de este miércoles, la exposición Ramón Gaya. Eduardo Rosales, el último gran pintor, que reúne en la tercera planta de la Casa Paralea algunos de los muchos homenajes que el pintor murciano le hizo al pintor madrileño, ya que de sobra es sabida la admiración que sentía por él.

Así, los visitantes de la muestra podrán ver en la obra de Gaya estampas con algunos cuadros de Rosales. También pertenecientes a la etapa del madrileño en Murcia, cuando representó el paisaje de la Región y sus famosos huertanos. Son homenajes que nacieron en el exilio del pintor murciano en México. "Allí empezó a rodearse de libros y de reproducciones de pintores que colocaba en la pared o junto a una copa (a veces con flores) u objetos populares. Era su manera de comunicarse con los maestros de antaño", explican desde su museo.

Es habitual encontrar en los cuadros de Gaya la reproducción de la obra de Rosales de la que diría: "El mejor, el más pleno, el más consistente, el más radiante, el más hermoso cuadro de toda la pintura moderna: su gran ¡Desnudo de mujer! ¡Y aquí sí que puede hablarse de modernidad, de una modernidad profunda, que emerge de lo profundo! Su luz misma es ya una luz… moderna –no precursora de esa otra luz tan falsa, tan voluntaria, tan opaca, tan pastosa, tan fangosa, que muy poco después nos traería el 'impresionismo', sino una luz, diríase, de ahora, presente, de la naturaleza presente".

Y es que para Ramón Gaya, Rosales fue "el último gran pintor de envergadura antigua, de una envergadura que ha desaparecido, porque ahora somos anémicos, somos míseros; la pintura española de envergadura termina en Rosales".

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