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Jack Lowden: "Las guerras son un desperdicio de la vida de muchos para beneficio de unos pocos"

El actor escocés protagoniza la última película de Terence Davies, Benediction, que llega a nuestras pantallas este viernes, 7 de julio

6/07/2022 - 

MURCIA. El poeta británico Siegfried Sassoon fue un héroe de guerra condecorado con una Cruz Militar en 1916 por su “notable valentía durante una incursión en las trincheras enemigas” en la que rescató a un camarada herido. En contraste con su audacia en el frente, a su regreso de la Gran Guerra, el autor renunció a volver al combate y envió una carta abierta a The Times Magazine en 1917 contra la eternización del conflicto. Su escrito Declaración de un soldado acusaba a sus superiores de prolongar la contienda deliberadamente. Con el tiempo, terminó erigiéndose en uno de los más destacados poetas antibelicistas del periodo. Su alma atormentada no solo lidiaba con los horrores de la guerra, sino también con una homosexualidad frustrada por la religión y las convenciones de la época. 

Tras explorar la soledad autoimpuesta de Emily Dickinson en Historia de una pasión (2016), el poeta de la imagen Terence Davies retrata ahora la complejidad existencial de Sassoon en Benediction, reconocida con el Premio al Mejor Guion en el Festival de San Sebastián. Su actor protagonista, Jack Lowden (Borders, Escocia, 1990), se ha decantado este último año por las tramas policiales en televisión, con la serie Slow Horses (Apple TV) y el rodaje de una nueva producción sobre el llamado robo del siglo en Reino Unido, The Gold, pero las tramas bélicas no le son ajenas. El intérprete debutó con la obra de teatro Black Watch, basada en la historia del regimiento militar escocés del mismo nombre enviado a Irak, y destacó en sus roles en Dunquerque (Christopher Nolan, 2017) y María, Reina de Escocia (Josie Rourke, 2018). 

- No es la primera vez que interpretas a un soldado que lidia con la oscuridad de la guerra, ¿Sentiste que ya tenías parte del trabajo hecho?
- La obra de teatro Black Watch (2011) fue mi primer papel profesional. Para preparar mi personaje hablé con soldados que estaban sirviendo en Afganistán y todos pensaban lo mismo: se sienten muy solos, muy poco valorados, y cada uno, en algún momento, se pregunta si la guerra tiene sentido. Así que es algo increíblemente común en todos los escenarios bélicos. Lo interesante en esta ocasión ha sido comprobar que existe una percepción muy heroica de la guerra a cuyo sentimiento, particularmente en el Reino Unido, muchas veces nos entregamos. Cada película que he rodado al respecto transmite, en contraste, el mensaje de su locura. El poeta al que doy vida en esta película, Siegfried Sassoon, fue uno de los muchos que se rebeló y denunció la injusticia de la guerra. Interpretarlo fue una gran responsabilidad. 

- ¿Consideras que Benediction, al igual que la obra poética de Sassoon, va a resonar en nuestros días?
- Sí, tanto esta película como Black Watch tienen una naturaleza atemporal. Hay una frase de la obra de teatro que desde que la pronuncié se ha quedado conmigo para siempre: ¿Y para qué? La Primera Guerra Mundial fue horrible, uno de los grandes desastres de la humanidad. Por esa razón, nunca me cansaré de participar en películas que recuerden a las siguientes generaciones que las guerras son un desastre y suponen un desperdicio de la vida de muchos para beneficio de unos pocos.

- ¿Cuál es tu conexión personal con la poesía? 
- El poeta nacional de Escocia es Robert Burns. Su obra es hermosa. Supongo que conocerás Auld Lang Syne. Yo me sé los versos desde que era un niño. En las clases de lengua del instituto nos enseñaron la poesía de Sassoon, títulos como Suicide In The Trenches, pero cuando eres un crío y lo lees, solo piensas en la Primera Guerra Mundial, en las trincheras y en el Gobierno. No reparas en lo que Sassoon estaba queriendo transmitir, que las contiendas bélicas son una pérdida de tiempo y no deberían ser un motivo de celebración. Así que es extraño que en el Reino Unido aunque no se celebren, se recuerden con un gran sentimentalismo. De hecho, si lees los poemas de Sassoon y sus memorias, te das cuenta de que es algo de lo que deberíamos estar avergonzados. Los autores del periodo así lo señalaron y nadie sabe mejor que ellos lo que sucedió.

- Tu madre tiene una galería de arte, así que imagino que la atmósfera en las secuencias de las veladas de poesía no te resultaron ajenas. 
- Supongo que es lo que sucede con todas las artes, que pueden ser muy selectas y al mismo tiempo, prescindibles. La película muestra a un grupo de personas importantes reunidas en una habitación que no lo son fuera de esa habitación. El arte puede ser fundamental para unas pocas personas o  para todo el mundo. Sassoon y su círculo vivían en un mundo propio. Terence está muy interesado en enfatizar que esa burbuja que retrata en el filme no es una representación de toda la vida del periodo. Es un grupo muy elitista, por eso los diálogos entre Sassoon, Robbie Ross, Ivor Novello y Glen Byam Shaw pueden resultar tan agudos como mezquinos. Pero ese era el mundo en el que vivían, midiéndose, queriendo ser geniales constantemente -lo cual es bastante divertido de interpretar-, pero al mismo tiempo, sus actos no tenían consecuencias para la mayoría de las personas.

- Como comentas, los artistas pueden llegar a perder el contacto con la realidad. ¿Qué te hace mantener a ti los pies en la tierra?
- El lugar donde crecí y la educación que me dieron mis padres. Me incorporé muy tarde al mundo profesional. Black Watch fue mi debut y ya había cumplido 20 años. Empecé a interpretar desde niño, pero en el instituto y en sociedades de ópera amateur. Actuaba con gente que se dedicaba al arte dramático como pasatiempo, con profesores, con policías… Algunos actores pierden el contacto con la realidad, pero yo he tenido una familia y una formación que me han procurado humildad. Y tampoco ha habido ningún papel hasta ahora para que se me suba a la cabeza, la verdad (risas). Así que es muy fácil mantener los pies en la tierra.

- ¿Cuánto hay de cierto en que lo dejarías todo si te seleccionaran para jugar en un equipo de fútbol?
- No es una broma, lo dejaría todo, pero nunca va a suceder. El deporte es una actividad que me resulta muy honesta, todo es blanco o negro. O ganas o pierdes o empatas. O saltas lo suficientemente alto o no lo haces. A veces, en mi profesión, todo es tan subjetivo, tan gris... La actuación está tan abierta a la interpretación subjetiva que puede ser muy frustrante. A una persona le puede gustar la película y otra puede odiarla. Lo contrario de lo que sucede en cualquier deporte.

- ¿Lees las críticas de tus películas?
- Hace tiempo pedí que solo me enviaran reseñas si eran buenas. Al final es una pérdida de tiempo. De hecho, trato de no ver las películas y las series en las que participo. Fui a ver Benediction en San Sebastián, porque me sentí sobrepasado por el edificio. Al principio me resistía a hacerlo, pero el Kursaal es increíble, así que pensé que si tenía que ver esta película debía ser en un lugar así y con una gran audiencia extranjera. Me resulta más interesante ver cómo reacciona el público de otro país ante una película tan inglesa. Lo que pasa es que me arrepentí al instante porque solo era capaz de reparar en mi errores, o lo que creo que son errores. De ahí que trate de no verme. Una y no más.

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