MURCIA. El artista murciano Miguel Fructuoso expone hasta el 8 de enero en la Sala Verónicas de Murcia, la iglesia desacralizada que constituye un espacio magnífico pero lleno de retos, que él conoce desde que era un niño y por donde han pasado -y, a la vez, se han enfrentado- otros artistas de su generación. Él lo hace con Mi famosa serie blanca, un título cargado de ironía con el que rechaza la idea de "pontificar el arte" o que "una exposición se convierta en una especie de oráculo". Lo justifica diciendo que "yo sólo soy un sencillo pintor; bueno, sencillo no soy. Digamos que soy un simple pintor, al que la pintura es de las pocas cosas que le importa".
Ironiza con lo de 'famosa', pero no miente con lo de 'serie blanca'. Porque las grandes obras que expone en Verónicas son enteramente de este color -excepto por las líneas no pintadas, sino arrancadas, que en ellas aparecen-; una apuesta arriesgada teniendo en cuenta que este también es el color de las paredes de la iglesia desacralizada. "La idea es que la obra se hiciera invisible, que al entrar se pensara que no hay obra", señala el artista, quien ha realizado esta muestra, comisariada por Ángel Calvo, específicamente para este espacio.
Se trata de una serie con muchas connotaciones, muy física, con la que Fructuoso asegura haber disfrutado. "Chocolate y churros. Y a divertirse", se dijo el artista metido en faena, con instrumentos más propios de un albañil -"del Leroy Merlin", bromea- que de un pintor. Porque lo que ha hecho ha sido aplicar espesas masas de pinturas acrílicas en blanco, arrancando las líneas de dibujo a la materia todavía fresca, sin pinceles, con lo que tuviese a mano.
El resultado es una pintura con gran carga gestual, que nace y es exponente de la espontaneidad de su autor y que permite distinguir dos momentos, según apunta Ángel Calvo. El primero es cuando los cuadros se ven desde lejos y se perciben las líneas como si fueran dibujos, como realizados a lápiz; y el segundo, cuando uno se acerca a la obra y descubre que estos han sido horadados en la materia blanca, sacando a la luz la imprimación negra originaria.
Mi famosa serie blanca está llenas de referencias del artista; de sus intereses, que miran hacia otras épocas. "Me importa más el pasado que el presente, y ¡mucho más que el futuro! Como decía Leonard Cohe, el futuro es un crimen", apunta Miguel Fructuoso. Así, las referencias históricas comienzan en los primeros ejercicios monocromos de la historia de esta disciplina, en las páginas negras que Laurence Sterne incluyó en Tristram Shandy. También llevan a pensar en Malevich y en las versiones de su cuadrado negro que reformularon la pintura del siglo XX, en las líneas que Fontana arrancaba directamente a la tela o, con más proximidad, en Hernández Pijuan. En cuanto a los temas tratados, remiten a los géneros históricos que la pintura ha tocado de un modo recurrente hasta nuestros días. Sus segadores evocan, por ejemplo, a La Gran Pastoral de Theo Van Doesburg.
Respecto a la obra que ocupa el altar de la sala, el espacio más complicado por su tamaño y relevancia en la sala, tanto el artista como el comisario apuntan que "llenarlo no era el problema", sino que la gran obra expuesta no eclipsara al resto de la exposición, que mantiene el pulso con el juego de sombras y luces que sacan a la superficie las molduras de los pilares y las cornisas. Ambos se muestran satisfechos con el resultado.
Sobre la muestra, que fue inaugurada este viernes, el consejero de Cultura, Marcos Ortuño, ha destacado "la singularidad de cómo se abordan estos cuadros a nivel formal, como composiciones que cobran forma a contrarreloj, y la madurez creativa de este pintor, ya reconocido en los principales foros internacionales de arte, para viajar a la búsqueda de un grado cero de la pintura".
Miguel Fructuoso es uno de los artistas de la Región con mayor proyección a nivel nacional e internacional. Con presencia en ferias como Arco, Artissima Turín, Forosur, Volta Basilea, Crossroads Londres, Maco México y Miart Milá, entre otros.
Desde el año 1996 ha realizado talleres de creación con diversos artistas, entre ellos, Isidoro Valcárcel Medina, Isaki Lacuesta, Manolo Quejido, y el colectivo Estrujenbank. También ha participado en la ‘Bienal de jóvenes artistas de Europa y el Mediterráneo’, en Roma; obtuvo una beca para una estancia en Nueva York de la Fundación Casa Pintada y la beca de producción del ICA, para el proyecto Cohen-wesselmann Foundation.
La muestra de la Sala Verónicas, que es un referente nacional en la promoción del arte contemporáneo, se enmarca en la estrategia del Instituto de las Industrias Culturales y las Artes (ICA) para la difusión de las artes plásticas, a través de tres grandes ejes: el ciclo de exposiciones, la programación del Centro Párraga y el impulso de talentos emergentes, a través de residencias y mentorías.