MURCIA (EFE). España es el país con más capacidad de almacenamiento de gas y regasificación de Europa, un tercio del total, aunque la escasez de interconexiones con el resto del continente limita mucho sus posibilidades de ser una alternativa de suministro.
Algo más de un tercio (el 35 %) de la capacidad de almacenamiento de gas natural licuado (GNL) en la UE más el Reino Unido está en España, según datos de Gas Infrastructure Europe (GIP), la asociación de operadores europeos de infraestructuras de gas, que está compuesta por 67 compañías pertenecientes a 26 países, incluido Reino Unido.
Tras España (con capacidad para 3,31 millones de metros cúbicos), se sitúa precisamente Reino Unido, que concentra el 22 % de la capacidad de almacenamiento de GNL (2,09 millones); Francia (14 % y 1,35 millones), Bélgica (6 % y 0,56 millones) e Italia (5 % y 0,54 millones).
España también está a la cabeza en capacidad de regasificación, el proceso que se hace en unas plantas a las que llega el GNL transportado en buques metaneros en estado líquido.
El gas, transportado en barco a 160 grados bajo cero en estado líquido, se descarga en las plantas y mediante un proceso se aumenta la temperatura para que pase a estado gaseoso para luego poder ser inyectado en gasoductos para su transporte.
En concreto, España tiene el 27 % de toda la capacidad de regasificación de la UE más el Reino Unido, que es también el segundo país con más capacidad (22 %). Francia tiene el 17 %; Bélgica, el 8 %, e Italia, el 7 %.
La capacidad de regasificación de España es de 1.910,40 gigavatios hora (GWh) diarios; la del Reino Unido, de 1.565; la de Francia, de 1.252,70; la de Bélgica, de 541, y la de Italia, 514,50.
Esa elevada capacidad de regasificación y almacenamiento permite a España afrontar con mayor tranquilidad que sus vecinos, al menos en la seguridad del suministro, la actual crisis desencadenada por la invasión rusa de Ucrania.
Esa capacidad también dio tranquilidad sobre la seguridad del aprovisionamiento de gas cuando a finales del año pasado Argelia dejó de enviar gas por el gasoducto Magreb-Europa, que atraviesa Marruecos y por el que llegaba una parte del gas que España recibe de Argelia por tubería.
La otra vía es el gasoducto Medgaz, por el que Argelia envía gas directamente a la Península y cuya capacidad se ha aumentado. Esa ampliación está a punto de estar plenamente operativa.
Así, España podría ser, tanto por su capacidad de regasificación y almacenamiento como por su conexión con Argelia, una vía alternativa al suministro de gas ruso al centro de Europa. Sin embargo, existe un cuello de botella: la falta de conexión más allá de los Pirineos con el sistema europeo central de gas.
El gestor del sistema gasista español, Enagás, tiene cuatro plantas de regasificación, situadas en Barcelona, Cartagena (Murcia), Huelva y Gijón (esta última pendiente de las autorizaciones definitivas para su puesta en marcha).
Además, cuenta con el 50 % de la planta Bahía Bizkaia Gas (BBG), en Bilbao, y el 72,5 % de la terminal de Saggas, en Sagunto (Valencia). También la compañía Reganosa opera la terminal de GNL de Mugardos, en Ferrol (A Coruña).
Sin embargo, la falta de conexión suficiente por tubería con Europa limita el suministro que podría ir al continente.
Por ese motivo, en las últimas semanas han abundado voces que piden que se retome la construcción del gasoducto Midcat, el proyecto de una nueva interconexión gasista con Francia que paralizó por las objeciones de los reguladores español y francés.
Actualmente, España sólo tiene dos interconexiones con Francia, por Larrau (Navarra) y por Irún (Guipúzcoa), que permiten entregar unos 8 bcm anuales (8.000 millones de metros cúbicos) de gas, mientras que con el Midcat se podría llegar a 17 bcm.
La patronal catalana Foment del Treball ha pedido por carta al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, la reactivación urgente de su construcción. Además, el PdeCat ha presentado una iniciativa parlamentaria para que el Congreso de los Diputados inste al Ejecutivo a reactivar el proyecto.
Según las estimaciones de Foment, la construcción de esta infraestructura supondría un desembolso económico de 500 millones de euros, frente a los 700 millones pagados cada día por Europa a Rusia por la compra de gas.
Además, consideran que ese gasoducto puede convertir a España en un gran 'hub' gasístico en el sur de Europa y dotar de más autonomía energética al continente, pues desde España se podría suministrar gas que llega a España de países como Argelia, Estados Unidos, Kuwait y Arabia Saudí, entre otros.
Sánchez se ha mostrado esta semana dispuesto a estudiar esa conexión, aunque ha dicho que el gasoducto debería servir para transportar hidrógeno verde a Europa, además de gas.
El proyecto para construir Midcat fue acordado en 2013 por los gobiernos de España, Francia y Portugal, pero se paralizó después de que en 2019 los reguladores español y francés (CNMC y CRE) consideraran que no cumplía con las necesidades del mercado, aunque también había problemas sobre el reparto de costes entre países.
Los países de la Unión Europea (UE) estudian como una de las opciones de un futuro tren de sanciones a Rusia dejar de comprarle gas y petróleo, pero tomar esa decisión estaría condicionada a la unidad de sus miembros, según la presidencia francesa del Consejo Europeo.
"Todas las opciones están encima de la mesa", afirmó este lunes el ministro francés de Finanzas, Bruno Le Maire, en una entrevista al canal BFMTV cuando se le preguntó por esa posibilidad.
Aunque no quiso entrar en las medidas que se podrían decidir, insistió en que la eficacia de las sanciones depende de "si se toman con unidad europea" y en que hay que tener en cuenta que "algunos países son más dependientes del gas ruso que otros".
En concreto, recordó que mientras la dependencia de Francia es relativamente baja, del 20 %, en Alemania un 60 % del gas que se consume procede de Rusia y en otros países como Finlandia es el 100 %.
El ministro subrayó que en el ejercicio este semestre de la presidencia de la UE Francia tiene la responsabilidad de "preservar esta unidad europea".
Y a los llamamientos de Washington para cortar esas importaciones, que alimentan en divisas la economía rusa, Le Maire replicó que Estados Unidos "no importa un solo gramo de gas ruso". De hecho, es exportador y uno de los potenciales suministradores de la UE para sustituir a Rusia.