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los problemas técnicos y laborales llevan la incertidumbre alproyecto y sus plazos

El programa S-80 o el riesgo a morir de éxito de Navantia

31/01/2023 - 

CARTAGENA. La construcción de los submarinos de la clase S-80 no va 'viento en popa', como todo el mundo podría esperar, más aún después de que en el año 2021 se pusiera en el agua el primero de la serie de cuatro naves, el Isaac Peral. El programa corre el riesgo de morir de éxito, si es que Navantia no es capaz de asumir la gran demanda de trabajo que supone para la empresa este gran proyecto, que deberá colocar a la empresa a la vanguardia del arma submarina en el mundo. 

La previsión, cuando se puso en el agua el primero de la serie, es que el S-81 se entregase a la Armada en el primer trimestre del 2023 y, a partir de ese momento, la cadencia de entrega de los demás buques será de dos años entre ellos: el S-82 Narciso Monturiol, el Cosme García o S-83 y, finalmente, el Mateo García de los Reyes. No obstante, la situación, a día de hoy, no es nada halagüeña.

De sobra es conocido el gran varapalo sufrido en su primera fase, con los problemas de sobrepeso en el diseño de los sumergibles, que pusieron patas arriba el proyecto, bajo el riesgo de quedar paralizado, el prestigio de la propia empresa y el enorme esfuerzo económico para continuar con el programa. Pero una vez encauzado, a base de una inversión milmillonaria y el asesoramiento de empresas norteamericanas especializadas, el programa ha logrado ir cumpliendo sus hitos sin demasiados contratiempos. El coste inicial del programa era de 1.800 millones de euros y la fecha de entrega estaba prevista para 2013. Sin embargo, esta ha aumentado de forma exponencial a los problemas que han ido apareciendo, para escalar a los 4.000 millones de euros.

Ahora, la realidad, después de la visita de la ministra de Defensa, Margarita Robles a Cartagena este pasado lunes, enseña que no es oro todo lo que reluce. Los problemas técnicos, que aducía la propietaria de la cartera de Defensa, se unen a los laborales de una plantilla que dice que ha dado demasiado para cumplir a rajatabla los tiempos marcados y se ha encontrado poca sintonía negociadora con Navantia. Por ello, ha establecido "medidas de no colaboración", y no hace excesos de jornada, no trabaja fines de semana ni festivos ni realiza ampliaciones. 

Pese a que los mismos trabajadores reconocen que los problemas técnicos surgidos pueden ser subsanables, sí que ponen en aviso que el futuro no es tan fácil de arreglar, principalmente la falta de mano de obra. La plantilla se ha reducido de 1.250 trabajadores a poco más de 970 y faltan obreros en todos los oficios para "el segundo, el tercero, cuarto submarino, y si sale la construcción de un quinto, también; y si vendemos un contrato, que es nuestra idea y nuestro futuro, pues también", subrayó el propio presidente del comité de empresa, José Antonio Sánchez, quien añadía que sufren el riesgo "de morir de éxito"; no ser capaces de afrontar una carga de trabajo de tal magnitud si las condiciones no son las adecuadas.

El "tirón de orejas" de Margarita Robles al presidente de Navantia, Ricardo Domínguez, fue evidente. Entiende que la potenciación y la inversión que se ha estado haciendo en Defensa tiene que ir aparejada a una creación de puestos de trabajo, algo que a día de hoy no está ocurriendo y así lo constatan y denuncian desde el comité de empresa. 

El S-81 no estará en los plazos previstos y el resto del programa depende de estos aspectos laborales no resueltos ni con los trabajadores de la planta ni con las empresas auxiliares. "Se ha hecho un esfuerzo enorme por dar cumplimiento a los hitos en la entrega de submarinos, pero ha llegado un momento en el que la plantilla está a tope y no puede ser ya". "Rozamos la ilegalidad o la irregularidad, según la ley", ha advertido Sánchez.

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