Retomo el artículo que tenía preparado y fue invadido por el tema que aún hoy colea ante la negativa del personaje de asumir sus errores mientras sus acólitos se apresuran a distanciarse. Como en juego político-económico, de palmeros se puede pasar a traidores en cuestión de horas. El 'lameculismo' y la cara dura son dos caras de la misma moneda; la de la gente que no se va ni con agua hirviendo. En estas, la progenitora que educó al niño así, está en huelga de hambre. He aquí una magnífica oportunidad para que el exchaval comprenda el error educativo en el que anda inmerso, recule, y salve a su madre.
A lo que iba, hace ya un par de semanas, paseando por el mercado de Sahagún, pasé frente a la librería en la que cada agosto adquiero un libro bajo el poder de la intuición. Se trata de un proceso natural en el que primero miro los escaparates, me dejo llevar por las sensaciones, y me adentro en ella. Algunas veces el libro que quiere acompañarme me llama a través del cristal, otras desde una estantería interior, en ocasiones quizá desde una mesa acompañado de otros objetos de detalle. La luz allí es siempre dorada y acogedora, como si el adobe y la madera propias de este territorio quisieran reflejar su esencia.
Este año, La cuidadora de palabras, de Alejandro Pedregosa, me esperaba en el escaparate que franquea la puerta de entrada. Con ese título, era inevitable sentirme atraída porque cuidar palabras es un don que me subyuga. El libro yacía sobre una superficie de madera y mostraba una imagen realizada a carboncillo que me miraba desde la portada. En ella, una mujer joven de otra época sostenía un libro del que volaban hojas de papel escritas a mano. María Moliner me observaba vestida con su jersey verde, trayéndome de golpe a la memoria el claustro de la Universidad de Murcia con su imagen femenina.
El libro es realmente un cuaderno que, con capítulos titulados con una palabra escogida de las muchas que ella incluyó es su insuperable diccionario, va desglosando apuntes de su existencia. A su través puedes conocer la vida y obra de María de una forma sencilla y atrayente, que te deja con ganas de más. Lo mejor de todo es que debes detenerte a pensar al terminar de leer muchas de las frases, de los párrafos, como si estuviese escrito en un universo de metáforas gráficas y reveladoras.
Su evolución vital está en 67 páginas y un epílogo, además de en las certeras ilustraciones de Virginia P.Ogalla. Y todo ello queda ligado; el título del capítulo, la ilustración y el breve texto. Es un libro que en un par de horas has leído, pero vuelves a él para encontrar los mensajes. Es una lectura sosegada y sensible, que permite valorar las palabras y el sentido común de una mujer enorme, incomparable en su sencillez y prodigio.
Siempre leo en mis vacaciones para retomar el lenguaje que cuenta cosas más allá de la redacción científica. Necesito retomar el lenguaje que reconecta con mis emociones, mis sentimientos y también con mis pensamientos. La redacción de textos en ciencia, se centra en la realidad de los resultados, en la resolución del problema. Pero esto hace que se pierda el otro matiz del lenguaje, aquel que te permite comunicarte con lo más profundo de ti, el que te obliga a mirarte a ti misma y despierta los recuerdos que guardaste para disfrutarlos en otro momento que tarda en llegar, sepultado por el deber diario. Vine con dos novelas en la mochila bastante extensas, pero he adquirido otros tres libros. Y porque son vacaciones activas, me he quedado en esos cinco.
La verdad es que la lectura y la escritura están muy presentes en esta tierra que disfruto durante el estío. Tanto que, caminando al atardecer por las calles del pueblo, me tropecé con una estantería de madera protegida por una puerta con cristal y un tejadito que albergaba dos baldas con libros. Me acerqué y leí La biblioteca de los libros libres, junto al agradecimiento al vecino que tuvo la iniciativa de traer a este bonito enclave, el proyecto. Cualquier persona puede llevarse un libro, devolviéndolo o poniendo otro en su lugar, dejándose regir por la moral y las sencillas indicaciones. La biblioteca se encuentra acompañada de un jardín de rosales y aromáticas en contenedores de madera que también contienen pequeños árboles para dar sombra a los bancos. Es un lugar de encuentro y de paso en el que hacer un alto y que cuenta con una fuente de piedra. Un lugar en el que no esperas encontrar libros a disposición.
Con la costumbre de involucrarme en aquello que me toca la fibra sensible, al día siguiente llevé un libro que deposité en la mini librería rural. También llevé conmigo el de la cuidadora de palabras, pero aún no podía dejarlo libre, así que hice una foto de ambas cosas unidas, María Moliner y la librería de los libros libres, para recordar cuando el día a día se complique, el trabajo exija multitarea, el tiempo vuele y parezca que se pierden las palabras. Ambas cosas comparten una misma raíz, que nutre las grandes obras. Esta raíz pivotante, primaria, vertebradora, que no es otra que la educación de las personas. Una educación no solo en materias, sino en aquellos valores que nos hacen ser mejores como individuos y como sociedad. Los que hacen libres a los libros, cuidan las palabras y permiten cambiar lo que no funciona y consolidar lo que sí.