MURCIA (EFE).- El año 2022 ha sido malo para el campo murciano, según ha desvelado este martes el presidente de Coag, José Miguel Marín, que augura que en una década se terminará la agricultura tradicional y la tierra será de grandes corporaciones en un cambio de modelo "muy peligroso".
Las grandes empresas van absorbiendo esos pequeños agricultores y al final tales empresas al crecer desproporcionadamente se ven obligadas a recurrir a los fondos de inversión y al capital extranjero que a la larga podría conllevar la pérdida de soberanía alimentaria, dándose la paradoja que esos fondos tienen intereses en la distribución, lo que perjudicará a los consumidores en el futuro.
En concreto, en siete años el 60% de los titulares de explotaciones agrarias habrán alcanzado la edad de jubilación y no tendrán relevo generacional, entre otras cuestiones, porque "ningún padre quiere que su hijo se incorpore ante la situación existente", a pérdida con gastos por encima del beneficio obtenido.
El vicepresidente de Coag, Pedro Gomariz, llegó a retar a los periodistas a que le presentaran algún agricultor o ganadero que haya tenido beneficios este año porque él no lo conoce.
"La producción de alimentos debería ser una cuestión de Estado pero no están haciendo nada", se lamentó Marín, quién mostró el índice de precios en origen y destino del pasado noviembre, con diferencias porcentuales de hasta el 880% en el ajo, 633% en la naranja, 684% en la uva de mesa, 539% en la lechuga y 529% en la aceituna de mesa, entre otros.
Recordó que el congreso modificó hace un año la ley de la cadena alimentaria sin que se haya implantado hasta el momento "de forma efectiva", con lo que se habría solucionado parte del problema.
A todo ello se ha unido una climatología "endemoniada" en 2022 con lluvias persistentes al inicio que dieron al traste con producciones y desencadenaron mermas y enfermedades en los cultivos, a lo que siguieron heladas, pedrisco y una gran sequía.
Se sumó la guerra de Ucrania y el incremento de precios "absolutamente disparatados" de hasta el 200% en algunos imputs.
La competencia de terceros países se ha acentuado con récords históricos de importación de almendra norteamericana o miel china que dejaron en jaque a la nacional, o de cítricos en los que hubo hasta sesenta detecciones de irregularidades de ultramar y Turquía que incumplían la cláusula "espejo", es decir, que cumplan las normas fitosanitarias de la UE.
El panorama ha sido desalentador desde la fruta de hueso, con descenso de producción de hasta el 50%, pasando por las hortalizas que sufrieron descontrol del mercado con solapamiento de producciones debido al descontrol climático o problemas de sanidad vegetal.
El viñedo sufrió la alteración en invierno de los brotes con lluvias que redujeron hasta un 35% la producción en el secano, si bien se ha dado una calidad excelente.
La almendra tuvo también afección a su floración, con hongos y plagas que redujeron la cosecha hasta un sesenta por ciento, mientras que el olivar tuvo también ese porcentaje de pérdidas con precios que se han incrementado el 35%, y en los cítricos las pérdidas han sido del 50%, donde los costes se han triplicado.
Por otra parte, COAG ha alertado por una tendencia creciente en el consumidor por carne de síntesis o proteínas de diseño que ha hecho daño al sector cárnico de la que en parte culpan a mensajes lanzados por responsables políticos que "han hecho un daño considerable".