Juan Dos y Álex Tarazón componen Gangsters maricas: extravagancia y furia en el cine negro, un ensayo que estudia la aparición de esta figura en cine británico y americano hasta hasta principios del siglo XXI a través de más de 40 películas y un centenar de ilustraciones
MURCIA. Gangsters y maricas, una unión que puede provocar una “explosión en la mente del lector”, tal y como se describe en la primera página de Gangsters maricas: extravagancia y furia en el cine negro. Fue en el año 2010 cuando el valenciano Juan Dos se atrevió por primera vez a mezclar estos dos términos en su blog sobre cine, en el que escribía como Dr. Insemrmini. Por aquel entonces a Juan le fascinaba ya esta idea, y comenzó a obsesionarse inevitablemente con localizarlos a todos dentro de la gran pantalla. Ahí empezó su estudio, que años más tarde ha compuesto un ensayo detallado que conduce al lector a través de tres tomos que analizan lo mejor de cada época: Volumen uno, dedicado al cine americano desde los años 30 hasta la década de los 50; volumen dos, cine británico de los años 60 y 70 y finalmente volumen tres, la renovación del gánster queer de la mano de los “cineastas posmodernos” como Lynch o Tarantino.
Para ilustrar todo este viaje cinematográfico y emocional Juan quiso contar con las manos del valenciano Álex Tarazón, quien a través de un estilo muy personal marcado por la estética “cómic” y la mezcla entre el blanco y el negro, confecciona un relato visual en el que bucear a través de la historia de esos hombres armados y mafiosos con “cualidades” queer sobre sus negras fedoras. El proyecto autoeditado, en formato tabloide, verá la luz antes de finales de octubre, con una venta bajo demanda y financiada a través de la ayuda del micromecenazgo en Verkami. El libro promete una “revisitación” de la definición de la masculinidad a lo largo de las décadas, enfocado tanto al público cinéfilo como a los curiosos del universo queer que quieran descubrir quienes son estos personajes que nunca habían estado en el punto de mira.
El libro nace a modo de respuesta directa de la obsesión de Juan por el cine, quien tras haber visto una y otra vez casi todas las películas de cine negro contempló un factor clave: “El contexto homosexual siempre ha estado presente en el cine negro americano, aunque al estar tan camuflado a veces no te das ni cuenta”. Para redescubrir estos pequeños detalles que componen la historia lo necesario es analizar todo de manera cronológica y “peinar” el género: “Al final se trata de ponerte las gafas y prestar atención, un pequeño detalle como un amaneramiento o un personaje que esté tarareando canciones de Doris Day ya puede suponer el contexto homosexual”. El camuflaje surge en respuesta al código de moralidad de Will Hays, en el que se explicaba detalladamente qué se podía ver en la pantalla y qué no.
La forma de rehuir al código era, en este caso, poder mostrar la homosexualidad como parte del pack completo, comprendiéndola “como una pincelada más dentro del cuadro”, de forma que acentuara el lado terrible y monstruoso del gángster. Tal y como lo explica Juan este ensayo supone tanto un análisis cinematográfico como personal, ya que al final la observación de estos personajes surge en parte de la atracción ante estas figuras cuando tan solo era un adolescente: “Me doy cuenta de que a mi me atraía esa masculinidad, ya fuera por la ropa, por la manera que tenían los gánsteres de relacionarse con las mujeres… Al final también forma parte del relato el cómo reaccionas cuando ves todo esto en la gran pantalla". De este impacto personal nace la necesidad de recoger en algunos tomos parte de la historia cinematográfica del gángster, el criminal que sigue la “profesión de la violencia” y al mismo tiempo esto no va ligado con la definición estereotípica de hombría.
Para definir todo esto Juan buscaba poder recabar en sus dos posibles públicos: cinéfilos empedernidos y personas del colectivo LGBTI: “Al final se que la gente gay se va a divertir mucho leyendo este libro, es un poco como jugar a sacar a los gánsteres del armario”, explica el autor, “pero sé que el libro también va a atraer a amantes del cine clásico, entonces hay que tratar todo con mucho respeto”. Para ello la confección del relato pasa (como no puede ser de otra manera) del visionado de las películas una y otra vez: Gilda, Al rojo vivo, El halcón Maltés, Terciopelo azul, Los Soprano… La visión de Álex supuso también un nuevo punto de vista sobre el analizar el relato: “Yo veía las películas y la comentábamos. Al final en el libro el texto dialoga con la ilustración pero sale todo de una conversación constante entre ambos”.
A pesar de que en este tipo de ensayo hubiera podido encajar mejor el fotograma de la película fue Juan quien decidió contarlo todo a través de las manos de Álex. ¿Su proceso a la hora de dibujar? Leer el texto, ver la película, hacer captura de los planos más estéticos y reconocibles y plasmarlo todo: “Es un proceso largo y de mucha mezcla, muchas veces teniendo ya la ilustración final descubre una nueva fotografía del actor en Google que me gustaba y la rehacía de cero”. Juan contempla que de esta manera “lo han llevado todo a otro nivel”, ya que se puede leer algo muy sesudo mientras al mismo tiempo se rompe con la idea del academicismo puro: “Lo editamos todo bajo mi propio sello, Cinefilia Pop. Por una parte es un placer enorme porque nos damos libertad absoluta, pero a la vez supone mucha presión”. Para que todo ello adquiriera la estética profesional que persigue el libro Álex optó por la línea de blanco y negro sobre fondo gris, con motivo de trasladar la esencia de las películas de esas producciones tan importantes que albergaron a los Gángsters Maricas hasta los años 60, y seguramente hasta hoy: “Al final la inspiración siempre reside en el cine” que es, para ambos autores, donde nace y vuelve todo.