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grand place / OPINIÓN

El beso y la cruz

24/08/2023 - 

Las dos imágenes más distópicas del verano dibujan el laberinto de un mundo sin salida o con tantas que se pierde en la desaparición de Occidente por el Este… La primera nos llega desde Australia, con el beso robado del presidente de la Real Federación Española de Fútbol a una jugadora de la selección al recoger su medalla como campeona del mundo. El beso de Luis Rubiales a Jenni Hermoso es el beso robado más visto en todas las pantallas y que ha dado la vuelta al mundo. Ahora dice que lo siente. No queremos sus disculpas, sino su dimisión. No han entendido nada…

Porque esto viene de atrás. De cuando las 15 jugadoras de la selección se rebelaron hace un año contra su entrenador, Jorge Vilda, y pidieron que lo echaran. Le acusaron de invadir su intimidad y de obligarlas a dejar la puerta de sus dormitorios abierta. Y de cuando Rubiales no hizo nada. Entre el grupo que dio la cara estaba Jenni Hermoso. Y luego está lo más importante: el salario mínimo fijado para las jugadoras en el primer convenio del fútbol femenino aprobado en 2020 es de 16.000 euros, mientras que en el masculino es de 155.000 euros. Y esto es lo que hay que entender.

La segunda imagen llega con 24 horas de diferencia desde Prada de Conflent (Francia, Catalunya Nord), donde Carles Puigdemont ha participado en un acto de homenaje a Pau Casals junto a otros ex presidentes de la Generalitat catalana. El hoy eurodiputado tiene libertad para moverse por otros países de la Unión Europea (UE), al no tener activada ninguna orden europea de detención, pese a la última resolución del Tribunal General de la UE que le ha retirado su inmunidad parlamentaria. Su figura junto al crucifijo de la abadía de Sant Miquel de Cuixà, que coronaba el altar, se ha mostrado imponente. Y el eco de su discurso ha llegado hasta las audiencias del Rey con los líderes de las elecciones generales para poder formar Gobierno. “Pedimos que el catalán sea una lengua de Europa, una lengua viva al lado de las otras”, ha recordado entre sus condiciones. Las otras, “llibertat, amnistia i Estatut d’Autonomia”, o bien “independència” -porque ya no valdría el Estatut maldito de 2006-, vienen de largo, de las manifestaciones preconstitucionales de la Transición Española en el año 1976 del siglo XX a.C. -antes de la covid-.

Foto: EFE/David Borrat

Y entre tanta distopía, la presidenta Ursula von der Leyen aterriza en Atenas casi de incógnito para activar la ampliación de la Unión Europea. Su reunión informal con los líderes de los países de los Balcanes Occidentales, sin comunicado ni rueda de prensa y con una Grecia en llamas, recuerda que hace 20 años del Proceso de Estabilización y Asociación de la UE o Consejo de Salónica, en el que todos los países de la antigua Yugoslavia fueron declarados potenciales candidatos a entrar en la UE. Durante la anterior legislatura, el 2025 fue el año señalado, especialmente para Serbia y Montenegro. La invasión rusa en Ucrania ha cambiado el tablero europeo y las presiones al gobierno de Belgrado son cada vez más fuertes para que abandone su postura neutral y apoye las sanciones económicas a Rusia, con quien le une la cruz…

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