Los directivos congregados en el International Cruise Summit coincidieron en que hasta 2022 no se volverá al nivel de normalidad de 2019, con todos los barcos operando
CARTAGENA. La décima edición del International Cruise Summit, celebrada en Madrid hace unos días, ha dejado claro varios aspectos para la evolución del turismo de crucero en los próximos años, en donde Cartagena y su Puerto se juegan gran parte de la sostenibilidad turística.
La pandemia, tal y como recuerda Hosteltur, ha supuesto un frenazo al crecimiento de un sector que, en 2019, batió récords de cruceristas, con cerca de 30 millones, llevándolo a una crisis sin precedentes, en la que los gobiernos europeos prohibieron la actividad desde la pasada primavera. En Cartagena, 350.000 pasajeros -entre tripulantes y turistas- y cerca de 170 buques el pasado año mostraron el gran potencial del sector en la ciudad y la importante repercusión económica que supone su actividad casi desestacionalizada.
Restricciones, distanciamiento, pruebas covid, embarque online, ventilación con aire filtrado, uso de mascarillas, monitorización del estado de salud, excursiones limitadas, etc..., es lo que tendrán que enfrentarse los cruceristas que decidan apostar por los cruceros.
Las navieras ya planifican la posibilidad de iniciar sus trayectos, al menos parcialmente el próximo año. Los directivos congregados en el International Cruise Summit coincidieron en que hasta 2022 no se volverá al nivel de normalidad de 2019, con todos los barcos operando.
Turoperadores, navieras y expertos han coincidido en que será necesario limitar la capacidad de los cruceros en muchos casos hasta un 60%. Además, será necesario restringir el número de usuarios de salas y servicios comunes en cada momento, como bares, restaurantes, piscinas y salones, entre otros.
Además, los controles de temperatura serán usuales tanto al subir a bordo como en cualquier momento de la travesía. Se llevarán a cabo test de covid-19 a todos los pasajeros en la terminal de embarque y a todos los tripulantes antes de embarcar, además de cuarentena una vez a bordo antes de comenzar a trabajar, y finalmente, monitorización de su estado de salud y test covid-19 todas las semanas.
La mascarilla acompañará a los cruceristas y las tripulaciones también en todo momento, sobre todo en espacios comunes y cuando no sea posible mantener la distancia física. Se exigirá, además, la ventilación con aire fresco filtrado por filtros HEPA y sin recirculación y protocolos de aislamiento para casos sospechosos y áreas de aislamiento con ventilación independiente.
Por otro lado, procesos como llegada, embarque, registro, obtención de llaves del camarote, planificación de actividades, pagos, etc., van a realizarse online en la mayoría de casos.
Los directivos de navieras -tal y como explicaba el portal especializado canaryports- también señalaron la necesidad de que los turoperadores de excursiones en tierra implementen políticas agresivas de prevención de contagios por coronavirus, ya que de poco sirve tener un estricto protocolo a bordo si fuera del barco no se tiene el mismo cuidado.
Se estimularán, por otro lado, rutas desde puertos de embarque accesibles en coche. Habrá menos disponibilidad de vuelos y muchos pasajeros evitarán volar. Además, habrá una mayor diversidad de puertos de escala, pues se prevé que con la aplicación de los protocolos del covid-19 muchos no puedan manejar varios barcos en el mismo día.
Solo Grecia, Italia y Alemania han autorizado la operativa con restricciones. En España, solo se ha autorizado hasta el momento la operativa de una naviera en las Islas Canarias. Hasta que se pueda alcanzar la normalidad y operar con plena capacidad, las navieras irán poniendo en marcha barcos en función de la demanda, para poder mantener los precios en un buen nivel.