MURCIA. La novela de la escritora murciana Milagros López MM2033. Casi una distopía brota de las inundaciones que arruinan el litoral murciano en 2018. Imagina y sitúa en 2033, quince años después, el Mar Menor muerto; la subsistencia en la capital de la Región de Murcia desdibujada en sus contornos. Las situaciones climatológicas van a ser adversas y se ha instaurado un gobierno imperioso e inclemente. Vivificante resulta, en la portada de este libro analógico, la Torre de la Catedral iluminada y agrietada en el cielo borrascoso y oscurecido, del pintor murciano Juan Tapia. La novela se consigue en Amazon.
Como en las novelas distópicas, la incomunicación de la sociedad moderna toma forma. El aislamiento, cumplimiento de las normas, alineamiento, regímenes despóticos, el territorio irreal, la amenaza que justifica el castigo o la muerte, son roles característicos y habituales en series y videojuegos actuales. Resuenan en MM2033: Un mundo feliz de A. Huxley; 1984 de G Orwell; y, en particular, Nosotros (1920), de Y. Zamiatin, la primera de género distópico, donde el nosotros es unido al yo inseparable.
Resulta irónico que las reglas mejoradas por la autora para la sociedad casi anti utópica en 2033, puedan cotejarse con las medidas de aislamiento reales que vivimos por la pandemia de Covid-19. Porque están organizadas en su argumento a partir del tejido pedagógico y didáctico; por tanto, no es ajeno al encasillamiento sociopolítico contemporáneo con el planteamiento a tratar de los temas significativos (cambio climático, medio ambiente, feminismo-antifeminismo, lenguaje inclusivo, el género, etc.). Se aglutinan al lenguaje medido de M. López con la crítica implícita de cara a la miseria de actitudes garantes y acuerdos que se necesitan en Educación, coherentes e imparciales.
En 2018, Leda es profesora de inglés, tiene 26 años, casada con Jonás y madre de dos niñas: Marina y Beatriz, de cuatro y dos años. En 2033, está divorciada; es Formadora de Lenguas en la Zona Centro. Sus hijas ya no están con ella, conciernen al sistema, como todo joven, desde los 13 años. Sin embargo, puede verlas un día al mes, dos horas. Acabado el verano, vuelve en su Volvo negro a su trabajo, distinguiendo, entre dos mares obstruidos, el manojo de edificios en abandono, demolidos. Baja el Puerto de la Cadena, hacia Gran Vía y cruza la plaza de la Red (la vieja plaza de Santo Domingo)... El Sistema despótico tiene su sede en la Catedral de Murcia, que también es Restaurante. Los cabecillas del Sistema, congregados y sentados en los sillones del Coro, son cultamente combinados: sociólogos, filólogos, científicos, matemáticos… El cortinaje publicitario, que irrumpe en los contextos distinguidos, persiste en el cercano futuro enérgico. Los distintivos colores propagandísticos, negro y amarillo, son representativos de un Ejecutivo implacable, designado los Cabezas. No hay noticieros ni informativos diferentes a Reginet. El astro candente es maligno en MM2033. Sus víctimas fallecen por insolación en una Región yerma, retirada del resto. Se ha desatado la cólera del Mar Mediterráneo con su rugido siempre, porque la celular Laguna del Mar Menor ha desaparecido en su seno. El grito extático trastorna el ambiente y enloquece a sus habitantes.
En la lucha de fuerzas cumplen las medidas adoptadas con rigor; véanse: La persona sale a la calle cubierta y discretamente protegida; predomina el tono gris o discreto porque hay restricciones pero se puede conseguir algún primor de estraperlo, el Mercado Alternativo (las tostadas de pan y aceite que saborea Leda). Se mantiene un metro la distancia entre las personas en la jornada laboral porque, ante el riesgo de combustión, no se puede hablar, salvo de temas didácticos; se requiere mansedumbre ante los objetivos requeridos. No hay pausas; si se siente el vértigo o el desmayo, como en una serie de ciencia ficción, se incrustaría a los profesores en Población Prescindible. El examen es involuntario, las clases no son presenciales; no hay libros nuevos, las bibliotecas están obstruidas. La masa no mira a la cara. Los movimientos son maquinales. Se hace la compra a la hora establecida, sólo un día. Se mueven en una sola dirección, con punteados pilotes y cintas negras y amarillas; también, con sus marcas en los productos suministrados. Ante los controles precisos, hay que ir provistos de acreditación, fotografía y huella dactilar. Hay que saber fingir por proteger la pertenencia al Sistema. No hay gentíos en la parada del Bus, ni multitud en la calle; de noche que se ve hacer deporte solo, a las 22.00 horas. La sexualidad es admitida con el arquetipo, a elegir entre Celibato, Fidelidad o Apertura. En la última mencionada, se origina la relación entre Leda y la Operaria Mussa, Ingeniera Informática. En este armazón social se vislumbran: el Grupo de Objetores (es preciso callar bocas). El Grupo de Prescindibles, en Asylums (los padres de Leda) que no se pueden visitar. No existen incapacitados físicos ni mentales, se incluyen en Desaparecidos como los acosados objetores, exiliados o abandonados que, supuestamente, han escapado a los montes; aunque las esperanzas en los más jóvenes salen al encuentro. Son Inmesa Palus. Se instruyen en logística e ingresan en reservas de los fondos volcánicos de dos de las cinco islas del Mar Menor, en espera del momento S (ese de Sublevación). Así es como Milagros López revela la utopía o su sueño. La trama está concordada al proceso de crímenes, reivindicados por un grupo, El Destape; seguidos por Leda en las noticias insinúa la información veraz de la manipulación entre intereses partidistas y alternos. Entre los imputados, marineros acosados, pescadores, hortelanos con su apoyo impulsivo y pruebas escondidas.
El lenguaje es esmerado y sutil. M. López sabe penetrar en el detalle ocioso y semiconocido. Influye en su manera de tejer el tenue detalle en la narración, la narrativa de Juan Benet con la idea de Región y el contorno determinado real (Herrumbrosas lanzas). Y, reconoce el fundamento, en suspensión, que el escritor sitúa en la posguerra y la Guerra Civil; la basa de nuestra Historia contemporánea donde la imagen eficaz de M. López también procede como la creciente. Y, en esto gravita la crítica y la súplica de Milagros López, en que la labor en la educación no sea estéril, en que se estime ese aceite intergeneracional. Sirva de ejemplo un nimio detalle; El portero Felipe ha instruido a Leda en cómo esquivar los controles. En su congoja, la protagonista apresura el vehículo automático para sentirse libertada. Felipe vigila; viste un mono marrón; precinta bultos pesados que guarda en la piscina. Sin describir qué hace o quién manda, la literata sugiere que amontona víveres o suministros. La prosa sale grácil, sin engaños, abiertamente consoladora. No me pregunto en este instante si en 2033 seguirá este confinamiento. En mi sentir, Mar Menor 2033. Casi una utopía, no dejará frío.
(MM2033. Casi una distopía de Milagros López. Libro digital. Amazon, 2020).
Josefina Tafalla Brotons es doctora por la Universidad de Murcia y profesora de Lengua castellana y Literatura en el IES Poeta Julián Andúgar (Santomera)