tribuna política / OPINIÓN

Volver a poder

Foto: RICARDO RUBIO (EP)
9/12/2023 - 

MURCIA. 

"No seas cabezón" 

María Jesús Montero a Pablo Iglesias, noviembre de 2020


La historia política reciente de nuestro país –en realidad, del mundo entero- ha vivido durante la última década un proceso de aceleración sin precedentes. Hace solo tres años -aunque ahora nos parezca una eternidad- aún teníamos que llevar mascarillas para salir a la calle. La imagen de Pablo Iglesias y María Jesús Montero, ambos vicepresidentes del Gobierno en aquel momento, discutiendo a las puertas del Congreso en plena sesión parlamentaria, queda hoy prácticamente olvidada. Los cubrebocas no evitaron que los reporteros captaran aquel "no seas cabezón" con el que, sin quererlo, la dirigente del PSOE resumía el alma de aquel primer Gobierno de coalición desde el restablecimiento de la democracia en nuestro país. Lo que estaban discutiendo esos días los miembros del Consejo de Ministros era la subida del Salario Mínimo Interprofesional

"mi voto me lo pretendían robar quienes, desde Madrid, querían imponer el silencio y el ostracismo al diputado de Murcia y al resto de Podemos

Esa misma mañana, Ione Belarra había criticado además las reticencias del PSOE a adoptar medidas para evitar el corte de suministros básicos por pobreza sobrevenida. Cada avance social que vivió nuestro país durante esos cuatro años fue producto de que, efectivamente, los de Podemos fueron "cabezones" y se mantuvieron firmes en la defensa de los intereses de la mayoría. Y no han sido pocos los logros que los morados han impulsado. A las reiteradas e históricas subidas del SMI hay que añadir una retahíla de medidas sociales como el Ingreso Mínimo Vital, las ayudas en plena pandemia al pequeño comercio, la ampliación de los ERTE, la 'ley del Sólo Sí es Sí', la 'ley Trans', la Ley de Vivienda o topar el precio del gas para evitar el crecimiento desaforado de la factura de la luz han sido algunas de las victorias de Podemos mientras ha formado parte del Gobierno de España.


"Si quieren representar a un grupo de población y a unos intereses determinados, o mejor dicho, a una forma de ver de la sociedad y de estar en la sociedad, deberían participar del juego de la representación"

María Dolores de Cospedal, mayo de 2013, sobre las movilizaciones populares y el 15M


Comparar la forma en la que los gobiernos en solitario de PSOE y PP afrontaron las crisis de 2008 y 2012 con cómo se ha abordado la crisis provocada por la pandemia y la guerra de Ucrania evidencia lo que ha supuesto para nuestro país que un proyecto político como Podemos haya estado en el Gobierno. Zapatero tuvo en el 15M, con las plazas de toda España llenas de tiendas de campaña y asambleas ciudadanas, la respuesta al giro neoliberal de su Gobierno. Cuando el Partido Popular profundizó aún más los recortes y aceleró el proceso de desmantelamiento de los servicios públicos, la movilización popular alcanzó su punto álgido con las Marchas de la Dignidad

La contestación de la derecha a quienes protestaban contra una política que conducía a la pobreza y al exilio laboral a grandes capas sociales llegó por boca de María Dolores de Cospedal y Esperanza Aguirre: "Si no les gusta lo que hay, que monten un partido". Alguien les hizo caso y Pablo Iglesias recibió en menos de 24 horas el apoyo de más de 50.000 ciudadanos y ciudadanas que, con su firma, le instaban a encabezar una candidatura a las elecciones europeas. El resto, como suele decirse, es historia. Podemos, con sus primarias abiertas, sus círculos y sus asambleas ciudadanas, dio la sorpresa en las urnas logrando 5 eurodiputados, convirtiéndose pocos meses después en la primera fuerza política en las encuestas de intención de voto.


"Inda, esto es muy burdo, pero voy con ello"

Antonio García Ferreras al comisario corrupto Villarejo sobre la publicación en Al Rojo Vivo de la cuenta falsa a nombre de Pablo Iglesias en un banco de las Islas Granadinas


A partir de ahí, toda la maquinaria del poder se puso en marcha para frenar a Podemos. Había que evitar como fuese que una fuerza política que venía a impugnar los privilegios de quienes realmente mandan llegase al Gobierno. No me extenderé con el largo listado de casos judiciales que provocaban enormes titulares de periódico y horas de televisión, y que después eran sistemáticamente archivados por los tribunales. Para conocer este sistema, basta con escuchar las conversaciones entre Ferreras y Villarejo. El lawfare existe y ha funcionado a toda máquina contra la formación morada. Mientras tanto, Pablo Iglesias e Irene Montero tenían que soportar además el acoso y el hostigamiento de la extrema derecha en la puerta de su propio domicilio. Nunca en este país se ha vivido un acoso como el que ha soportado el exviceprisidente del Gobierno. Nazis yendo durante meses a increpar al vicepresidente del Gobierno por rojo.

"Dentro de Sumar, a Sánchez Serna no le hubiesen dejado presentar nada en cuatro años"

Paralelamente, también quedó patente una realidad: si te ibas de Podemos y cargabas contra tu anterior formación política, tus problemas –reales o inventados- desaparecían. Podías además pasar a gozar de la posición de tertuliano en primetime, con suculentos honorarios por programa. También quedó meridianamente claro que si montabas otro partido, uno que no hiciese mucho ruido y que no pusiese en riesgo el status quo de poder en nuestro país, los medios te iban a apoyar. Si dices determinadas cosas, dejas de salir en la tele de Ferreras porque, aunque sea muy burdo, irán con ello hasta que te destruyan política y personalmente.


"En Podemos tienen el deber de acatar lo que diga Yolanda o marcharse" 

Ana Pardo de Vera en Diario Público tras las elecciones autonómicas


Tras la salida de Pablo Iglesias de la primera línea política, Yolanda Díaz asumió la responsabilidad de liderar el espacio político de Unidas Podemos. Podemos era la fuerza central de ese espacio, siendo además el motor que había permitido que la izquierda alternativa adquiriese relevancia y llegase a posiciones de poder. Sin embargo, desde el primer momento quedó claro que la ministra de Trabajo, ya vicepresidenta en sustitución de Iglesias, había decidido tirar por la borda el proyecto de Unidas Podemos e iniciar otro camino. Formar su propio partido político con la intención más o menos declarada de sustituir a Podemos. Sin embargo, desde la formación que dirige Ione Belarra, desde el primer momento se apostó por ir en coalición junto a ese nuevo proyecto para evitar que la división de la izquierda propiciase un Gobierno de extrema derecha. 

La convocatoria electoral por sorpresa para el 23 de julio aceleró los tiempos. Yolanda Díaz aceptaba la coalición, pero reduciendo el peso de Podemos en unas listas que se designarían desde la dirección de su partido, sin primarias y sin que ningún órgano democrático las aprobase. Más grave aún, Díaz vetaba a Irene Montero, quien junto con Belarra es la dirigente con mayor apoyo y proyección dentro de la formación morada. Y de nuevo, pese a todos los agravios, Podemos aceptó carros y carretas con tal de no romper la unidad de la izquierda. El objetivo se logró parcialmente (sí, no gobierna la extrema derecha, pero el Movimiento Sumar no ha conseguido sumar ni un voto a los que ya tenía Unidas Podemos, sin todo lo contrario). 

Tras las elecciones, lejos de acabar con esta animadversión hacia los diputados de Podemos, Yolanda Díaz veta la presencia de ningún miembro del partido morado en el Consejo de Ministros. Además, deja a Podemos sin ninguna portavocía en el Congreso, impidiendo que la formación pueda presentar ninguna iniciativa. Y por último, Sumar impide que los diputados de Podemos participen en los debates parlamentarios, como ocurrió este mismo lunes con la comparecencia del ministro de Exteriores sobre Palestina en la que no se permitió que tomase la palabra Ione Belarra, a pesar de haberse convertido en los últimos meses en un referente internacional contra el genocidio.


"No podemos hacer política en el grupo parlamentario de Sumar. Las reglas no son iguales para todos los miembros de esta coalición"

Javier Sánchez Serna, al anunciar el pasado lunes que Podemos pasaba al Grupo Mixto


Es evidente que a Podemos no le ha quedado más camino que el de marcharse al Grupo Mixto. El veto a los diputados de Podemos era también un veto a las circunscripciones que representaban. En las últimas horas hemos podido leer a dirigentes de Sumar hablar de que se está robando el voto de la ciudadanía. Nada más lejos. A mí mi voto me lo pretendían robar quienes, desde Madrid, querían imponer el silencio y el ostracismo al diputado de Murcia y al resto de los diputados de Podemos. Hoy la Región vuelve a recuperar la capacidad de presentar iniciativas, de tener voz propia en el Congreso de los Diputados. Dentro de Sumar, a Sánchez Serna no le hubiesen dejado presentar absolutamente nada en cuatro años.

Podemos tiene hoy las manos libres para volver a hacer política. Y tiene muchísimo margen. El espacio a la izquierda del PSOE está completamente libre. Las diferencias entre los proyectos que encabezan Yolanda Díaz y Pedro Sánchez son inapreciables. Hoy el presidente puede volver a dormir tranquilo sabiendo que nadie le va a toser, que nadie le va a obligar a tomar medidas sociales más allá de lo que iría el PSOE. Pero el plan de acabar con los morados ha vuelto a fracasar. Pretendían reducirlos a la irrelevancia mediante cuatro años de silencio forzoso en las cortes. Ahora, Pedro Sánchez tendrá que negociar cada medida, cada presupuesto, cada ley, también con Podemos que, con su decisión de pasar al Grupo Mixto, vuelve a sentarse en la mesa. Y ese poder de negociación se va a traducir necesariamente en nuevos avances sociales, como será el desarrollo de la Ley de Vivienda que Belarra impulsó desde su ministerio para, entre otras cosas, contener el precio de los alquileres. Ahí estará la clave de su supervivencia y de su relevancia: si los 5 diputados de Podemos son útiles a la ciudadanía, si demuestra que aún se puede, Podemos volverá a poder.

Fernando Miñana

Responsable de prensa del CCA de Podemos Región de Murcia

Noticias relacionadas

next