MURCIA. Una clase magistral sobre la historia de la pintura murciana desde los años 30 hasta el cambio de siglo y una demostración apabullante del talento que se ha desarrollado en la Región durante este tiempo. La exposición Un Ciclo Pictórico Regional 1930-2000, comisariada por el presidente de la Real Academia de Bellas Artes de Murcia, Martín Páez, reúne obra de grandes artistas murcianos en dos espacios: el solemne Palacio Almudí, para hacer un recorrido por la pintura regional entre los años 1930 y 1980; y la más joven Sala Glorieta Uno (en la Casa Consistorial), que exhibe piezas más recientes, de entre 1980 y los años 2000.
De esta forma, se ha establecido un cordón umbilical entre los dos espacios expositivos murcianos -próximos físicamente- y un viaje en el tiempo que permitirá, hasta después de Navidad, contemplar la evolución de la pintura y los diferentes movimientos que han tenido lugar durante estas décadas, siendo este sin duda uno de los recorridos más exhaustivos que se han realizado por la historia del arte de la Región de Murcia. Así, se podrán encontrar desde pintores murcianos del siglo XX como fueron Pedro Flores, Garay, Pontones, Bonafé o Gaya, hasta creadores que actualmente han recibido reconocimientos tan importantes como es la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes otorgado a Pedro Cano en 2022 o el Premio BMW de Pintura, como es el caso de Sonia Navarro en 2023, entre una larga lista de reconocidos artistas.
Así, por ejemplo, el recorrido comienza en el Almudí con "la prolongada inquietud" de los artistas de la Generación del 27, que participaron de la primera vanguardia española y se mantuvieron con su obra hasta los años 50, aunque en el caso de Gaya se extiende por todo el siglo XX.
Más adelante, la primera generación de la posguerra estuvo formada por artistas como Gómez Cano, Ballester, Molina Sánchez, Carpe o Muñoz Barberán, que se abren camino en Madrid, "brillando en el panorama nacional". Mientras que en los sesenta, la pintura murciana, "entre el estancamiento y la renovación", cuenta con grandes artistas como Aurelio, Ángel Hernansáez, Párraga, Paco Serna, Borja, Pina Nortes y "otros que viven de una escasa clientela". Además, se recuerda que en aquellos años proliferaron las salas de exposiciones, siendo pioneras Chys y Zero.
De 1975 a los ochenta sobresalen pintores como Cacho, Luis M. Pastor y Campuzano, siendo una juventud que admira a Párraga. Destacan nombres como el del autodidacta Manolo Belzunce, el de Vicente Ruiz que se inicia en Lorca o los de Pedro Cano y Barnuevo, que estudian Bellas Artes en Madrid. El texto de la muestra señala, asimismo, que la segunda generación de los ochenta vivió unos años de "enriquecimiento cultural" con eventos como Contraparada, bienales, becas, nuevas galerías, edición de catálogos y una mayor proyección para los artistas.
La exposición también se detiene en Cartagena, para apuntar que en el taller del maestro Vicente Ros se formaron Gabriel Navarro y Alonso Luzzy. Recordando, además, que "Barceló desde la lejanía evolucionó hacia la abstracción en tanto que Asensio Sáez compartió con la literatura su afición a la pintura". La importancia del paisaje en la pintura murciana, las enseñanzas del pintor Joaquín -que cristalizaron en Sofía Morales, Vicente Viudes y Eloy Moreno- o los movimientos como la nueva figuración, entre otros, también forman parte de este recorrido lleno de gratos reencuentros y donde hay lugar, aún, para la sorpresa y el descubrimiento.
El contenido de esta ambiciosa exposición doble ha dado lugar -o al revés- a un libro de Martín Páez. La publicación, a través de sus doce capítulos, desarrolla en profundidad las etapas vividas durante el siglo XX como fue el tiempo de posguerra, neorrealismos, neofiguración y todas aquellas técnicas y autores que dotaron de personalidad propia a la pintura y el arte de Murcia.
De esta manera, el autor aporta una visión detallada y a la vez llena de anécdotas y curiosidades del devenir y el desarrollo artístico a través del tiempo y todas sus circunstancias.
Asimismo, esta publicación cuenta con detalle el clima y la atmósfera artística; las galerías de la ciudad, los premios y las convocatorias, la intervenciones públicas, las vidas de los artistas, todo lo cotidiano, las salidas al exterior, la internacionalización, exposiciones realizadas. Todo aquello que permite viajar a cada una de las etapas donde se desarrollaron los grandes nombres del arte, sus peculiaridades y singularidades.