No está hecha la pintura del cartagenero Tomás Mendoza para una mirada rápida. Cada cuadro reclama toda la atención posible para poder reparar en los innumerables detalles, interpretar los muchos simbolismos presentes y sumergirse en la explosión de color que se produce en cada una de sus obras. No vano, este artista ha sido calificado como 'El Bosco del siglo XXI' o 'El tejedor de sueños'. Para comprobar todo esto, solo hay que visitar la sala Pablo Puente del Centro Cultural Las Claras de la Fundación Cajamurcia, donde el artista expone ‘Reflejos del inconsciente’ hasta el 6 de abril.

La muestra -formada por 41 pinturas tan vivas que a veces se escapan de los cuadros para expandirse por paredes y techos- tiene además la singularidad de ser la primera que se enmarca en la ‘Convocatoria de proyectos de creación artística 2025’, una iniciativa puesta en marcha por Fundación Cajamurcia para difundir y poner en valor la obra de artistas murcianos o residentes en la Región. La exposición de Tomás Mendoza abre, por lo tanto, un camino que transitarán otros artistas en un espacio expositivo renovado, y ubicado en un enclave histórico en pleno centro de la ciudad de Murcia, como es esta sala Pablo Puente de Las Claras.

El cartagenero arranca con una serie de pinturas con las que invita a descubrir “esos aspectos ocultos o reprimidos de la personalidad a los que se tiene acceso cuando aflora el inconsciente, planteando situaciones alejadas del filtro racional en las que, en ocasiones, no hay diferencia entre lo real y lo imaginario: los límites entre realidad y sueño se diluyen”, señalan desde la organización de la muestra.

Añaden que esta exposición “refleja el compromiso del artista con una pintura que trasciende la representación para convertirse en una experiencia sensorial y conceptual. Su paleta de colores vibrantes y la amplia gama cromática que utiliza otorgan a cada obra una energía singular, así como gran expresividad y dinamismo”. Así, a través de un trazo minucioso y composiciones llenas de detalles, se plantea una reflexión profunda sobre “la relación con el tiempo, los recuerdos y aquello que se escapa a nuestra comprensión”, según indica el propio pintor.

En el universo pictórico de Mendoza se pueden encontrar figuras humanas -o partes de ellas en composiciones imposibles-, objetos flotantes, diferentes mecanismos, relojes que no cumplen con ninguna función racional, laberintos, cuerdas y barrotes de extrañas cárceles, ojos y y árboles que surgen como “vínculos entre lo terrenal y lo metafísico”, entre otros muchos elementos que conducen a un mundo extraño, como es que que todos podemos esconder en el inconsciente.

Y es que, como señala el catedrático Cristóbal Belda, “el caso de Tomás Mendoza es de una singularidad reconocida por todo el jurado que ha valorado su proyecto como una seria propuesta al reflexionar sobre el poder evocador del artista como instrumento que refleja sus reflexiones, en las que la luz y el color (reflejos del inconsciente, según el autor) son consecuencia del diálogo establecido consigo mismo”. En este sentido, destaca la pintura de este artista cartagenero “como autoconocimiento. La pintura como conversación y reflejo de esas reflexiones a las que pone rostro el inconsciente revela el papel esencial desempañado por la emoción”.