MURCIA (EP). En el momento que lean estas líneas, los principales bancos centrales de todo el mundo ya habrán tomado sus decisiones después de las reuniones celebradas a partir de mediados de septiembre.
Seguramente ya saben que el BCE rebajó en 25 puntos básicos sus tipos de referencia, que la Reserva Federal Norteamericana lo hizo en 50 puntos básicos (habría que remontarse catorce años atrás para ver una bajada tan fuerte). Además, repitieron tipos los bancos centrales de Noruega, Reino Unido o Japón, aunque seguramente noruegos y británicos bajarán un cuarto de punto en sus próximas reuniones.
La situación de Japón es un tanto peculiar, ya que allí lo que se barajan son próximas subidas de tipos. El Banco de Japón señaló que no ve la necesidad de apresurarse con las subidas de los tipos de interés, ya que vigila los mercados financieros después de que su aumento de julio y las opiniones agresivas asustaran a los inversores (recuerden el 5 de agosto pasado). Los datos recientes muestran que el indicador clave de inflación del país se aceleró en agosto, por cuarto mes consecutivo.
¿Cómo han reaccionado las bolsas a estos movimientos? Pues como han podido comprobar con optimismo y subidas generalizadas, incluso en Europa, especialmente gracias al recorte de la Fed, (hay que tener claro que los norteamericanos son los que siguen teniendo la batuta de los mercados).
El miércoles 18, tras la reunión de la Reserva Federal y la posterior rueda de prensa de Powell, nos sorprendió la cauta reacción de los mercados, pero la siguiente sesión, la del jueves 19, se desarrolló en medio de repuntes claros, centrados sobre todo en las grandes tecnológicas y en los valores cíclicos, reflejando el optimismo respecto a un aterrizaje muy suave de la economía americana, sin inflación y con tipos de interés a la baja.
Es posible que cierta cautela en el mensaje de Powell del miércoles fuese la causa de las dudas iniciales, pero estas parecen haber desaparecido ya.
Cualquier decisión de la Fed va a ser siempre criticada y discutida. Algunos creemos que la inflación no está absolutamente dominada y que su evolución probablemente impedirá que la Fed reduzca los tipos, tanto como se espera en los próximos años, y que los inversores están sobreestimando la cantidad de flexibilización de la Fed que se avecina.
Sentimos ser un poco “aguafiestas”, pero también es nuestro deber recordarles que, históricamente y en promedio, la revalorización del S&P500 ha sido relativamente pobre entre tres meses y un año después del primer recorte de tipos por parte del banco central norteamericano, con los tres primeros meses siendo el peor periodo (promedio de descensos del 1,1%).
También es verdad que, en varios de los periodos estudiados, se produjeron después de un año de revalorizaciones por encima del 10%, en concreto en 1980, 1982, 1984, 1989, 1995, 1998 y 2019, aunque también hay que decir que, en casi todos esos periodos, las valoraciones de partida del principal selectivo de la bolsa americana, eran claramente inferiores a las actuales. (La única excepción fue 1998, con la burbuja tecnológica en marcha y sin presiones inflacionistas).
Por tanto, la historia sugiere que, si no se desarrolla una burbuja comparable a la de 1998 (quizás en torno a la Inteligencia Artificial… ojo con esto), los riesgos a la baja para la renta variable en los próximos meses son significativos.
En aquella ocasión, no solo no hubo una recesión posterior, sino que la economía siguió creciendo a buen ritmo y los más bajos tipos de interés continuaron alimentando la burbuja tecnológica, cuyo estallido se produciría algo más de dos años después de ese primer recorte de tipos de 1998.
Hay algunas similitudes con aquel periodo, pero las presiones inflacionistas actuales y la improbabilidad de una nueva burbuja comparable a aquella, nos llevan a descartar la posibilidad de una evolución parecida.
Es cierto que la dirección del mercado estará también determinada en gran medida por la evolución de la economía, que históricamente no ha sido buena en los meses siguientes al primer recorte de tipos, aunque esta vez parece que se conseguirá un aterrizaje suave, lo que sin duda puede seguir apoyando, pero habrá que estar muy atentos a los indicadores macro.
En conjunto, consideramos que los riesgos aún existentes de una desaceleración económica significativa, unidos a las elevadas valoraciones, siguen siendo razones de peso para considerar poco probable (salvo burbuja) una revalorización significativa del S&P 500 en los próximos meses.
Ya se sabe aquello de “la tendencia es nuestra amiga” y la tendencia actual de las bolsas parece clara, pero no dejen de tener cuidado “ahí fuera”…