MURCIA. Un road trip por Polonia tiene que pasar por Poznan —Poznań en polaco—, ya no solo porque es una de las ciudades con más historia del país, sino también porque está en el círculo formado porVarsovia, Łódź y Breslavia, ciudades que están en mi ruta. Así que, antes de llegar a Breslavia visito la capital del voivodato de Gran Polonia (Wielkopolska). Lo hago atraída por su historia, pero también por tener una de las plazas mayores más bonitas de Europa. Precisamente por la Stary Rynek comienzo mi visita y, curiosa, me acerco hasta donde hay un grupo de personas que aguardan enfrente del ayuntamiento, a cubierto bajo paraguas de distintos colores. Intuyo que algún espectáculo de campanas ocurrirá, algo así como en Praga o en Múnich, así que me uno al grupo y, disimuladamente, me refugio en uno de esos paraguas. No me equivoco, a las doce en punto del mediodía unas misteriosas puertas se abren y los teléfonos se alzan para grabar lo que viene después. Yo me quedo viendo el espectáculo: dos figuras de cabritos peleando al son de las campanadas.
Pero ¿qué representan esas dos cabras? Según cuenta la leyenda, después de un incendio, la torre del ayuntamiento fue reconstruida y, el día de su inauguración, hubo una gran fiesta. En ella, el cocinero que ayudaba a asar la carne dejó su puesto para ver el reloj y, en consecuencia, el asado se carbonizó. Horrorizado, fue a buscar dos cabras blancas a un ganado que había cerca para hacer otro asado, pero las cabras se asustaron y empezaron a chocar con sus cuernos. Al alcalde de entonces le hizo tanta gracia que le pidió al maestro Bartomiej que pusiera esas dos cabras en el reloj. Por cierto, más allá del reloj y su arquitectura, el ayuntamiento es famoso por acoger el Museo Histórico de la Ciudad.
Una de las plazas más hermosas de Europa
Tras el espectáculo, doy una vuelta por la plaza del Mercado —reconstruida tras la Segunda Guerra Mundial—, un abigarrado conjunto de edificios y casas de la antigua burguesía de estilo barroco, gótico y renacentista, decoradas con colores mediterráneos y ornamentadas de un estilo un tanto italiano. De ellas, resalta una casa de color ocre, que acoge el Museo de Henryk Sienkiewicz, dedicado al ganador del Premio Nobel en 1905 y reconocido por la novela Quo Vadis? También destacan, junto al ayuntamiento, las llamadas casas de los mercaderes, un conjunto de viviendas estrechas, de colores, con pórticos que recuerdan el pasado comercial de la ciudad. Y es que, en ese mismo lugar, ya en el siglo XIII, había puestos de mercaderes donde se vendía sal, velas, antorchas y todo tipo de objetos.
Pese a esa diversidad de estilos y colores, todo su conjunto es armónico y elegante, también dado por las cuatro fuentes que hay en cada uno de los rincones de la plaza (la de Prosérpina y las de Apolo, Marte y Neptuno), que suministraban agua potable a la ciudad. Y, cómo no, en cada uno de sus lados se asoman las terrazas de los restaurantes y algunos puestos de souvenirs y de plantas.
Paseando por la plaza, me encuentro la estatua de dos cabritos con sus lomos desgastados —si los tocas tienes suerte para el próximo año— y la estatua de una campesina que carga con unas jarras que se usaban para hacer vino. Se trata de la Bamberka, un homenaje a los bambers, granjeros católicos pobres de Baviera, que emigraron a la zona de Poznan en el siglo XVIII para ayudar a reconstruir pueblos destruidos por la guerra y la peste. Como curiosidad, decirte que la estatua fue creada en 1915 por el escultor Joseph Wackerle, quien luego se convertiría en senador de cultura del Reich y el artista favorito de Hitler.
Saliendo de la plaza del Mercado está la basílica menor bajo la advocación de San Estanislao, que se caracteriza por ese color rosado de su fachada. En su interior está el famoso órgano del célebre constructor de órganos Federico Ladegast, que tiene más de 2.600 tubos. Una visita que puede llevar una sorpresa incluida, pues se dice que, en varias ocasiones, se ha visto el fantasma de una anciana vestida de negro en el balcón del órgano. Se cree que es el alma de una mujer que donó una gran cantidad de dinero para comprar el órgano en 1870 y que todavía hoy lo custodia…
Al salir de la iglesia, un olor despierta mis sentidos. Es el olor a cruasán recién hecho, pero no uno cualquiera, sino el cruasán de San Martín (en polaco, rogal swiętomarciński). Un dulce creado por un panadero para homenajear la figura de san Martín, un soldado romano que compartió con un hombre pobre todo lo que tenía. Y ese dulce para honrar la memoria del soldado está elaborado en forma de herradura de caballo, relleno de una masa de semillas de amapola blanca, frutos secos y nata. Según la leyenda, el día 11 de noviembre se regalaban estos cruasanes a los pobres. Y, ya te digo, que están buenísimos.
El recorrido por Poznan prosigue para visitar el Castillo Imperial, construido a principios del s. XX bajo el mandato del emperador Guillermo II de Alemania, y se reconstruyó siguiendo el modelo de cuartel general de Hitler en Berlín. Por cierto, se dice que Hitler tuvo en Poznan su despacho y pasó una larga temporada, pero, pese a estar todo preparado, nunca puso un pie en la ciudad por circunstancias de la guerra. La visita a su interior es interesante porque el castillo conserva el trono imperial de mármol o el patio de Rose, una fuente de los leones copiada de la famosa fuente de Granada.
Tras la Primera Guerra Mundial, el edificio se reconvirtió en la Facultad de Matemáticas de la Universidad de Poznan, cuyos licenciados dieron el primer paso para quebrar el código Enigma ideado por los nazis para conseguir la victoria final —hoy hay un espacio, Enigma, que cuenta ese hecho—. Asimismo, la antigua residencia del emperador Guillermo II hoy es también el centro cultural Zamek, con una galería de arte, un cine o una sala de conciertos.
Isla de Ostrow Tumski
Prosigo mi visita por la isla de Ostrow Tumski, una isla con edificios principalmente eclesiásticos entre dos brazos del río Warta que recorre la ciudad. Allí se encuentra la catedral y antiguamente se situó el castillo del príncipe Mieszko I y de su hijo Boleslao Chrobry, primer rey de Polonia. Hoy, en la isla de Ostrow Tumski se encuentra la basílica de San Pedro y San Pablo, conocida popularmente como la Catedral (siglo X). Fue construida con ladrillo rojo bajo el estilo gótico, aunque contiene vestigios de otros estilos, como el románico, y el barroco de las dos torres de la fachada principal.
Al acercarme me sorprenden las puertas de bronce, que describen escenas de las vidas de san Pedro, en el exterior, y san Pablo, en el interior, diseñadas por el escultor Kazimierz Bienkowski. De su interior destacan las lápidas funerarias del siglo XV y XVI, su altar gótico, la capilla de Oro del siglo XIX y el sótano, con los restos de la primera catedral prerrománica y las tumbas de los primeros reyes de Polonia y el baptisterio.
El pulmón verde de la ciudad es el parque Cytadela, un gran jardín de más de cien hectáreas que tiene desde restaurantes y cafeterías hasta el Museo de las Armas y el Museo de la Armada de Poznan. Un pasado militar que se debe a que este lugar se convirtió en una fortaleza militar para la defensa de Poznan y ya, tras la Segunda Guerra Mundial, la fortaleza se transformó en el parque que ves hoy. Sin embargo, lo que más me llama la atención es la instalación artística Los no identificados, de Malgorzata Abakanowicz: 112 figuras de dos metros de alto, de hierro fundido, sin cabeza, que se descubrieron en 2002 para celebrar el 750 aniversario de la ciudad de Poznan. También hay varios cementerios militares —de la Primera y la Segunda Guerra Mundial, soviéticos y polaco— y el Monumento a los Héroes que domina el panorama en lo alto de la escalinata de la entrada principal del parque. Si vas, busca la campana de la paz.
Otro de los pulmones verdes de la ciudad es el lago Malta, creado artificialmente en 1952, mediante la retención de las aguas del río Cybina. Ubicado a dos kilómetros de Poznan, es ideal para hacer senderismo o deportes acuáticos. De hecho, cada año Poznan es la organizadora de la Copa del Mundo de Kayak y Remo. En esta área también se encuentra el zoo, en el que viven casi dos mil animales que representan a 260 especies.
Parque natural de wielkopolski
Con tantos días visitando ciudades me han entrado ganas de volver a estar en contacto con la naturaleza. Por suerte, a quince kilómetros de Poznan está el parque natural de Wielkopolski, que protege la naturaleza de la región lacustre de la Polonia Mayor (Pojezierze Wielkopolskie). Hay varias rutas senderistas, pero en esta ocasión opto por la bici, pues he de seguir mi periplo por Polonia.
El paisaje es hermoso, con colinas, canalones posglaciares, lagos y bloques erráticos. Pedalear bajo esos pinares y bosques mixtos me da una sensación de libertad que hacía tiempo que no tenía. Una sensación idónea para estos días en Poznan y para seguir en dirección a mi próximo destino: Breslavia.
Poznan (Polonia)
¿Qué más ver en Poznan?
El edificio circular. El edificio Okrąglak, con su forma circular, es una de las construcciones características del paisaje urbano de Poznan, y es un ejemplo del modernismo dominante en el periodo de entreguerras y que continuó durante la posguerra. Es, además, una de las pocas edificaciones que se mantienen de esta época, y es así gracias a que Poznan es una de las pocas ciudades polacas que han logrado proteger los monumentos más destacados del modernismo de posguerra.
El jardín botánico de Poznan. En los alrededores de la Feria Internacional de Poznan se encuentra el Jardín Botánico Palmiarnia, en el que se pueden contemplar más de siete mil plantas diferentes de setecientas especies y variedades de países cálidos. También hay treinta y siete acuarios en los que viven ciento cincuenta especies de peces.
¿Cómo viajar a Poznan?
Su buena ubicación hace que sea posible llegar en coche a Poznan desde Berlín, Varsovia o Breslavia. .
¿Cuál es la moneda?
Moneda: Zlotys (zł). Un euro equivale a 4,59 esloti. Evita cambiar en el aeropuerto porque el tipo que aplican es peor que en el centro de la ciudad.
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