MURCIA. "Nunca había visto nada comparable a La Manga, un lugar mágico, y allí estaba yo solo en una duna infinita en mitad de dos mares". Así se sentía Antonio Bonet Castallena, el arquitecto que soñó con otra Manga del Mar Menor cuando, como uno de los principales referentes de la arquitectura moderna del país, se le encargó el plan inicial de ordenación urbana que debía transformar la lengua de tierra en un paradigma de desarrollo turístico. La realidad fue muy diferente a la soñada, pero aún así se pueden encontrar en esta zona del litoral pinceladas de ese sueño arquitectónico en las obras que proyectó este discípulo de Le Corbusier y que décadas después recuerdan lo que pudo ser y no fue. Esto es lo que recoge la exposición La colonización de la dunas: Bonet Castellana en la Manga del Mar Menor, que este miercoles ha abierto sus puertas en el Colegio Oficial de Arquitectos de la Región de Murcia (COMAU), en el marco del congreso nacional de arquitectura moderna Docomomo.
"La Región tenía una deuda con Bonet Castellana, ya que su obra es la más representativa del movimiento moderno, del que dejó auténticas lecciones. Todos sabemos que sus edificios están ahí, pero nunca se le había dedicado una exposición o una publicación", apunta José María López, quien junto a Edith Aroca y Ricardo Carcelén -los tres arquitectos y profesores en la UPCT- han comisariado esta muestra, que cuenta con una maqueta de 8 metros de longitud en la que se reproduce cómo era La Manga que proyectó el arquitecto catalán. En este sentido, López explica que el proyecto inicial consistía en la distribución de doce núcleos formados por una construcción de altura, pensada como hotel, rodeada por una serie de residenciales, también destinados para el alquiler turístico. Este proyecto inicial no estaba enfocado para las segundas residencias.
Además, la muestra reúne distintos folletos, postáles y fotografías que recogen los primeros desarrollos urbanísticos en La Manga en los años 60 y 70, así como los paisajes vírgenes que todavía se podían encontrar. Completan la exposición 16 imágenes actuales en gran formato de edificios que proyectó Bonet en esta zona, obra fotográfica del profesor de Arquitectura de la UPCT Francisco Gacía Martín.
"Hemos querido mostrar su obra tal y como se encuentra en la actualidad, con las transformaciones que ha sufrido con el paso de los años", señala José María López, quien destaca como muy significativo en su momento el Conjunto Hexagonal (1961), a la entrada de La Manga. Se trata de una torre de 14 plantas (originariamente de color marrón oscuro) junto a un conjunto de edificios de baja altura distribuidos en hexágonos, semejante a un panal de abejas (cubiertos en un principio de cerámica verde). Aunque los colores de las fachadas se cambiaron durante una remodelación de la urbanización, muchos vecinos de los de 'toda la vida' siguen refiriéndose a estos edificios como 'la torre negra' y 'los verdes'.
Bonet dejó otras muchas obras arquitectónicas en La Manga como son los Bungalows Malaret (1964) -cerca de 60 viviendas construidas sobre una estructura metálica para dejar debajo un espacio útil y diáfano para la 'vida de playa', siendo la parte de arriba solo para el descanso-; el Edificio Babilonia (1967) -48 viviendas en la zona del Surfing-; Casa Rubio (1966) -que da al Mar Menor por un lado y a 'la Gola' por el otro-; los apartamentos Atamaría en el Campo de Golf; o el Club Náutico Dos Mares (1965), junto a la Isla del Ciervo, una de las construcciones más originales de La Manga, principalmente por sus dos enormes parasoles de hormigón.
La obra de Bonet Castellana es también un ejemplo de la creatividad e inquietudes del movimiento de arquitectura moderna. Con el inicio de la Guerra Civil, el joven arquitecto se trasladó a París, donde trabajó con Le Corbusier y donde colaboró en la construcción del pabellón español de la Exposición Internacional de 1937. En 1938 viajó a Buenos Aires, donde se quedó para alejarse de la Segunda Guerra Mundial que azotaba Europa, desarrollando una importante actividad en el diseño, la arquitectura y el urbanismo. "A los arquitectos europeos los recibían con los brazos abiertos porque eran portadores de las últimas tendencias y más en el caso de Bonet, que había trabajado con el más importante en aquel momento, que era Le Corbusier", apunta José María López, quien señala como en la actualidad las líneas rectas y las fachadas blancas que eran características del arquitecto catalán vuelven a estar de actualidad. Su regreso definitivo a España, tras diferentes proyectos, se produjo en 1963.
Antonio Bonet Castellana fue uno de los grandes arquitectos españoles con que contó el desarrollo urbanístico de La Manga en sus inicios, junto con Corrales y Molezún, Joaquín Sebares o Fernando Garrido. No obstante, durante la década de los ochenta y noventa se desató un boom urbanístico, provocado por el fenómeno del turismo en masa, que terminó convirtiendo el sueño de Bonet en una utopía.