MURCIA (EUROPA PRESS). Científicos de la Universidad de Murcia (UMU) y del Instituto Murciano de Investigación Biosanitaria-Pascual Parrilla (IMIB), en colaboración con un grupo de investigación francés dirigido por el profesor Serge Picaud, actual director del Instituto de la Visión de París, han demostrado los beneficios que la suplementación de la dieta con taurina puede tener frente a la retinosis pigmentaria, una enfermedad de la retina que puede causar la pérdida progresiva de la visión.
Los resultados, probados en un modelo animal que reproduce la enfermedad humana, son "muy prometedores" y documentan que con la suplementación de taurina se consigue una mayor supervivencia de los fotorreceptores, es decir, de las neuronas de la retina que responden a la luz produciendo una señal eléctrica que, posteriormente, es enviada al cerebro.
También demuestran que los fotorreceptores que sobreviven mantienen mejor su funcionalidad, es decir, continúan respondiendo a la luz que reciben, según informaron fuentes de la institución docente en un comunicado.
Además, el equipo investigador de la UMU ha mostrado que la suplementación de la dieta con taurina tiene, además de un efecto neuroprotector, efectos antiinflamatorios y antioxidantes y que evita pérdida de las conexiones entre neuronas de la retina.
Este estudio, recientemente publicado en la revista de alto impacto Redox Biology, aporta pruebas sólidas de que el tratamiento sistémico con taurina disminuiría la degeneración de la retina. Por ello, los científicos esperan que estas conclusiones puedan servir para "sentar las bases de estudios clínicos que investiguen el efecto neuroprotector de la taurina", explica el investigador principal Diego García Ayuso.
Y es que, ha añadido que, "de conseguir resultados similares en pacientes humanos afectados por retinosis pigmentaria, se retrasaría la degeneración de la retina de estas personas aumentando el tiempo en el que mantienen una buena visión y, por tanto, mejorando su calidad de vida".
En los humanos, la taurina se puede encontrar en altas concentraciones en el cerebro, la retina, el corazón, los músculos esqueléticos y los leucocitos. Sin embargo, la concentración en los fotorreceptores de la retina es una de las más altas del cuerpo.
Aunque la mayoría de los mamíferos son capaces de sintetizarla de forma endógena, esta podría no ser suficiente para cubrir las necesidades, por lo que la mayor parte se obtiene a través de la dieta. Una alimentación que contenga productos animales suele contener suficiente taurina para las necesidades fisiológicas.
Desde 1975, diversas publicaciones han demostrado el carácter esencial de la taurina y cómo su deficiencia está relacionada con diferentes afecciones, entre las que se encuentran las degeneraciones de la retina.
De hecho, el grupo de investigación de la UMU ha documentado recientemente que la disminución de taurina está asociada a la degeneración de los fotorreceptores y de las células ganglionares de la retina, y que aumenta la susceptibilidad de los fotorreceptores a la degeneración por fototoxicidad.
En la actualidad, aún se desconoce en parte la función de esta molécula en la retina. Sin embargo, distintos estudios han sugerido que tiene varias propiedades neuroprotectoras como la de antioxidante y se han logrado relevantes resultados ante enfermedades como el síndrome de Usher, en un trabajo en el que también ha participado el investigador de la UMU Diego García Ayuso junto con investigadores del Instituto de la Visión de París.
Su aporte en la dieta presenta varias ventajas, entre las cuales podemos destacar la ausencia de efectos secundarios a las dosis recomendadas. Además, de resultar efectivo, este tratamiento podría prolongar la vida de los fotorreceptores en pacientes con degeneraciones de éstos, lo que incrementaría los años de vida con buena visión y esto aumentaría su calidad de vida.
Las distrofias hereditarias de la retina comprenden un grupo heterogéneo de más de 80 enfermedades raras como la retinosis pigmentaria. Aunque estas distrofias son enfermedades raras por su prevalencia, se encuentran entre las patologías oculares de origen genético más comunes en los seres humanos. A pesar de ser poco frecuentes, representan un problema de salud porque son la primera causa de ceguera en adultos en edad laboral y afectan a una de cada 2.000 personas, es decir, a más de cuatro millones en todo el mundo.
Dentro de este conjunto de enfermedades, la retinosis pigmentaria es la más prevalente, afectando a uno de cada 4.000 individuos. Estas suelen estar causadas por la mutación de un solo gen, pero una misma enfermedad puede estar causada por mutaciones diferentes, por lo que en la actualidad se sabe que hay más de 200 genes diferentes implicados.
Uno de los problemas del posible tratamiento de las degeneraciones hereditarias de la retina es su heterogeneidad genética. Además de ser múltiples las mutaciones que causan estas enfermedades, también pueden derivar en fenotipos clínicos diferentes, mientras que fenotipos clínicos similares pueden ser el resultado de mutaciones de diferentes genes.
"Este hecho hace especialmente difícil la posibilidad de encontrar un tratamiento común a todas ellas y complica también la posibilidad de aplicar un tratamiento genético, excepto en casos muy concretos", resalta García Ayuso.
Los resultados del trabajo abren una vía muy esperanzadora para el uso de la taurina como suplemento alimenticio que podría disminuir la pérdida de fotorreceptores, el daño oxidativo o el deterioro de las conexiones sinápticas de la retina en las degeneraciones de los fotorreceptores de la retina.
"Es posible que estas propiedades neuroprotectoras de la taurina también puedan ser útiles para el tratamiento no solamente de estas enfermedades sino también de otras patologías de la retina que provocan muerte celular, daño oxidativo o inflamación, con independencia de la etiología y/o genética que provoque cada enfermedad", concluye el investigador.
Este trabajo se ha desarrollado en colaboración con otro grupo de investigación francés dirigido por el profesor Serge Picaud, también director en la actualidad del Instituto de la Visión de París. El interés por este proyecto común comenzó hace ya casi una década gracias a las estancias de investigación posdoctorales realizadas por Diego García Ayuso en el Instituto de la Visión de París.