El país más grande del mundo hacía tiempo que se lamía las heridas como un oso atravesado por las flechas, hasta llegar al “momento crítico”. La Federación de Rusia fue declarada como “la amenaza más significativa y directa para la seguridad de los aliados. y para la paz y la estabilidad en la zona euroatlántica”. Bajo esta declaración de guerra, se firmó el documento DOC-010722 con China en el horizonte, entrado el verano del Año II d.C. -después de la covid-.
El gigante asiático fue testigo silente de la cumbre celebrada en Madrid por el bloque de los aliados atlantistas, donde se le declara el enemigo público número 1. “Nos enfrentamos a la competencia sistémica de aquellos, incluida la República Popular China, que desafían nuestros intereses, seguridad y valores, y buscan socavar el orden internacional”. De nuevo “el orden internacional” se convertía en la carta blanca para erigirse en guardianes del Universo.
En primera persona, los aliados del BloqueNorte, la Alianza del Atlántico Norte, alertaban de que “nos hemos reunido en Madrid, cuando la guerra ha regresado al continente europeo”. Se acababa de establecer el primer campo de batalla y, al tiempo que negaban ser una “amenaza para ningún país”, recordaban el artículo 5, que “está revestido de hierro” y garantiza la intervención armada en defensa de cualquier socio.
La palabra clave era la energía, en un momento en el que se cerraba la llave para transportar gas desde Rusia a Europa a través del gasoducto Nord Streamm II. “Garantizaremos un suministro de energía fiable a nuestras fuerzas militares”, confesaron. El país más poderoso del mundo no podía permitir que una alianza euro-rusa llegara hasta sus fronteras con Alaska, atravesando el continente asiático. Y aún menos cuando había que reforzar su presencia en el flanco Indo-Pacífico.
Con Rusia en la mirilla, los aliados acusaban al gigante eurasiático de una “crisis alimentaria y energética, afectando a miles de millones de personas en todo el mundo, incluso a través de sus acciones militares”. El bloqueo de la exportación de cereales desde Ucrania fue el detonante de la inflación o bien la excusa perfecta para una subida general de los precios a escala mundial.
La guerra más larga acababa de anunciarse. Y nadie dijo nada. “Para Ucrania, hemos decidido un paquete de apoyo reforzado. Esto acelerará la entrega de equipo de defensa no letal, mejorará las defensas cibernéticas y la resiliencia de Ucrania, y apoyará la modernización de su sector de defensa en su transición para fortalecer la interoperabilidad a largo plazo”. Al vecino y amigo del Este se le iba a alimentar con misiles para que pudiera resistir “in eternum”.
Y no sólo eso. Se prepararon para el ataque. La intervención de los aliados pasaba por “desplegar fuerzas adicionales robustas listas para el combate en el lugar en nuestro flanco oriental, que se ampliarán de los grupos de batalla existentes a las unidades del tamaño de una brigada donde y cuando sea necesario, respaldadas por refuerzos creíbles y rápidamente disponibles”.
Además de los socios, los aliados invitaron a la cumbre histórica de Madrid a los líderes de Australia, Finlandia, Georgia, Japón, la República de Corea, Nueva Zelanda, Suecia y Ucrania, así como con el Presidente del Consejo Europeo y el Presidente de la Comisión Europea. Jordania, Mauritania y Bosnia y Herzegovina también enviaron a representantes. Estaban delimitando las fronteras de la OTAN.
“Nuestra determinación común de responder a la guerra de Rusia contra Ucrania pone de relieve la fuerza de esta asociación única y esencial, con la participación de nuestros socios de la región de Asia y el Pacífico”.
-La OTAN acababa de declararse como “la alianza más fuerte de la historia”, David. Y nadie se dio cuenta de que estaba tomando posiciones en el tablero mundial. Acababa de resucitar la política de bloques y la Guerra Fría.
-Lo siento Laura, no puedo recibir tus mensajes ni siquiera por el pensamiento. Tengo que resetear el chip. Desde la última Guerra Cibernética, es difícil tener conexiones seguras. Eso no pasaba hace 50 años ni siquiera bajo la amenaza de una Declaración de guerra.