MJURCIA. Valorar la adaptación de un libro al cine es una práctica cotidiana, pero no tanto la traslación de una obra de teatro a la gran pantalla. Menos todavía que montaje escénico y película coincidan en la cartelera. Así ha sucedido con La ternura, del director Vicente Villanueva, cuyo estreno este fin de semana coincide con las representaciones de la pieza homónima de Alfredo Sanzol en el Teatro Infanta Isabel de Madrid. Este pasado jueves, el autor del texto original daba su visto bueno a la adaptación cinematográfica en el Festival de San Sebastián.
"Vivimos en una época en la que los límites se han borrado: toda obra teatral puede ser adaptada al cine y viceversa ", valoraba Sanzol, quien, precisamente, a continuación, revelaba el influjo en esta trama de enredo ambientada en el siglo XVI de la energía y la comedia de en En busca del arca perdida (Steven Spielberg, 1981). Como en aquel clásico moderno que con 14 años le deslumbró hasta el punto de querer ser arqueólogo, La ternura contiene "aventura con coña, trama romántica y acción".
La idea para este montaje nació en 2019, en el segundo de los laboratorios impulsados por Teatro de la Ciudad, un proyecto concebido por Sanzol junto a Andrés Lima y Miguel del Arco como una apuesta por la investigación, la reflexión y la creación de teatro contemporáneo. Si en la primera entrega, el trío de primeras espadas de las tablas españolas, se volcaron en la tragedia griega, en su reválida decidieron revisar las comedias de Shakespeare. De aquella exploración con mirada actual de la obra del responsable de La fierecilla domada y Muchos ruido y pocas nueces nacieron dos piezas, Sueño, a cargo de Lima, y La ternura, "una lucha contra la imposición patriarcal de la división por géneros", en palabras de Sanzol quien opina que puedes tener problemas con la gente "por traiciones, por opiniones o por ideología, pero no por géneros. Me parece tan absurda esta sociedad dividida entre hombres y mujeres, que quería vengarme".
Su revancha cuenta la historia de una reina con conocimientos de magia que viaja junto a sus dos hijas en la Armada Invencible obligadas por el rey Felipe II a casarse en matrimonios de conveniencia con nobles ingleses. La monarca odia a los hombres porque siempre han condicionado su vida y le han quitado la libertad, así que no está dispuesta a que sus princesas corran la misma suerte. Cuando su barco pasa cerca de una isla desierta, la reina maga crea una tempestad que provoca un naufragio. Su plan es quedarse a vivir en este remoto paraje con sus hijas para no volver a ver a un hombre en su vida, sin saber que en su nuevo destino también se refugian, en este caso de las mujeres, un leñador y sus dos jóvenes hijos. Esta mirada lúdica a nuestro presente con ropajes del pasado y espolvoreada de hechicería fue acogida con entusiasmo por el público y reconocida con el Max al Mejor Espectáculo.
Desde este viernes cuenta con una versión cinematográfica protagonizada por un reparto coral integrado por Emma Suárez, Gonzalo de Castro, Alexandra Jiménez, Fernando Guallar, Anna Moliner y Carlos Cuevas.
Guallar vio la obra después de leer el guion y hacer el casting. Antes de asistir a la función, ya se sentía entusiasmado por la calidad del texto: "Cuando fui al teatro, me sentí como un niño de seis años, porque sabía que esa era la materia prima sobre la que íbamos a trabajar en unos meses. Animo a la gente que vaya el cine a que ponga el foco en el texto. Es delicioso, te dan ganas de decirlo todo el rato. No exagero. He visto la película dos veces y ya me la sé entera".
El elenco ha disfrutado mucha de la experiencia. No tanto por el rodaje en República Dominicana y Canarias, donde sufrieron fenómenos meteorológicos adversos, como por los equívocos y el talante juguetón del director, que les proponía actuar desde personalidades inauditas.
"Cuando ya tienes unos referentes muy claros y una construcción súpersolida de tu personaje, llega Vicente y te pega una sacudida, te dice, de repente que eres un concursante de First Dates, o que lo interpretes como si fueras Belén Esteban", se asombra todavía Guallar, que ya había trabajado con Villanueva en El juego de las llaves y estaba abierto a este tipo de quiebros. Como también a la ternura.
"En la sociedad en la que vivimos, la ternura está yendo a menos, cuando yo siempre digo que es al revés: lo que me parece tremendamente sexy de una persona es cuando muestra esa fragilidad, su esencia de verdad", se abre el actor cordobés , que acaba de finalizar el rodaje de otra adaptación de un montaje teatral, en este caso Valenciana, de Jordi Casanovas, en cuya lectura audiovisual a cargo de Jordi Núñez da vida a un remedo del ex President de la Generalitat Eduardo Zaplana.
El teatro de Sanzol es siempre una combinación de presente, pasado e imaginación. La ternura no es una excepción, y el creador, reconocido en 2017 con el Premio Nacional de Dramaturgia, traslada a su preocupación por las corazas emocionales que nos imponemos en el siglo XXI a un mundo fantástico enmarcado en la época isabelina. "Como todo lo bonito en la vida, el amor tiene un riesgo, así que cuando te han dado un par de palos, empiezas a replegarte y a ser un poco seco, pero tanto la ternura como la solidaridad y todo lo que tiene que ver con valores positivos son una lucha del día a día, que a través de las ficciones hemos de reivindicar contra la realidad que tira para otro lado, dominado por la codicia, la brutalidad y la bestialidad. La ternura no es lo blando, sino la fibra, el músculo y la expresión del amor, porque lo tierno es acción".